5 de abril de 2009

EL DRAMÓN DE LOS NÚMERO UNO


Ocurría los otros días en la semifinal del Master Series de Miami de tenis. Durante el partido Djokovic-Federer, el suizo rompió una raqueta al tirarla contra el suelo de la pista. ¿Nervios? ¿Frustración porque la victoria se le escapaba? Para analizar la tragedia del jugador suizo he pedido opinión a don Anacleto Perfecto, psiquiatra de guardia.

-Mire, Puñetas. Lo del tal Roger demuestra una inestabilidad emocional propia de alguien cuyos fundamentos psicológicos han sido removidos de pe a pa. El hombre ha estado cortando el bacalao del tenis durante unos años, llegando a ser catalogado en el hit parade de la cosa como el mejor tenista del mundo de ahora y de ayer, o sea, de todos los tiempos. Más que jugar, se paseaba por las pistas luciendo palmito, sonrisa y bellas maneras. Pero hete aquí que –cuando le falta el canto de un duro para redondear su triunfal faena, ganando unos cuantos grandes torneos que convertirán en definitiva su gloria- aparece una nueva generación de chaveas (Nadal, Djokovic, Murray…) que se le suben pronto a las barbas, y eso que don Roger va siempre bien afeitadito. El español ya lo tiene calado y le gana casi con los ojos cerrados. Los otros han empezado a seguir el ejemplo. Así que el suizo se encuentra con que, antes de lo esperado, empieza el viacrucis de la jubilación. El hombre sigue entrenándose como siempre e incluso más, pero algunos rivales ya empiezan a subírsele a la chepa. Eso, psicológica y afectivamente, es un palo de los que duelen hasta en el cielo de la boca. Por eso se puso a llorar como una magdalena en Australia (pese al buen rollito con Nadal) pero en Miami directamente sacó el lado violento que todos llevamos dentro. Así que no le extrañe que rompiera la raqueta. El problema de los que han llegado a la cúspide (y se han mantenido en ella durante unos añitos, saboreando cantidubi las mieles del triunfo y del estrellato) es que no están acostumbrados a perder de manera tan consecutiva. Sus derrotas las viven como un hecho premonitorio: se acerca su final de éxitos y oropeles. Y empiezan a no aceptarlo. Riñen y se enfadan más de la cuenta, se vuelven inseguros y desconfían hasta de los recogepelotas. A sus 28 años siente la vejez deportiva pisándole los talones pues alguien que lo ha sido todo no puede ir arrastrándose por las pistas como un vulgar tenista. Llegar hasta una semifinal para cualquier otro significaría fiesta y discoteca durante una semana, pero para don Roger sólo es una frustración más, así que agarra un cabreo de cien pares de monos. Ya le digo, Puñetas, el dramón de los grandes campeones es que cuando pierden el liderato -y no lo recobran con prontitud- se vuelven ansiosos, dubitativos y parece que estén empezando otra vez, aunque ellos saben que lo que realmente ha empezado es el "the end" de su carrera deportiva de grandes éxitos. Sobre su coronilla el peso de la gloria reciente les acogota hasta extremos inconcebibles en otros deportistas, así que empiezan a darse cuenta que su final está cerca y se ponen de los nervios que no veas.

Cuando el bueno de don Anacleto acabó su larga perorata, el bueno del Puñetas ya estaba a diez metros de distancia pues si no pongo tierra de por medio todavía -dos días después- estaría hablándome del caso, matizando, descifrando, analizando hasta el más mínimo detalle y repitiéndose más que el ajo. Sólo diré que no le falta razón y que si yo fuese el suizo empezaría a cambiar el chip, tomándome la cosa como una despedida triunfal. Tampoco creo que se vaya a morir de hambre, aunque dicen que su novia trae de camino un chavea y los gastos supongo que se le dispararán. Yo, simplemente, le recomendaría que hable con Rafa Nadal quien (seguramente muy bien aconsejado por su clan familiar) sabe que esto del liderazgo es flor de un día, semanas, año o un par de ellos: “Hay que mantener los pies en el suelo. El que no lo hace es el que comete el error; hay que estar preparado para asumir el éxito y también la bajada. Si uno se va muy para arriba, tiene que bajar mucho más después”. Joé, Rafaelillo, qué bien te explicoteas…

2 comentarios:

la verdad 18/4/09, 3:00  

¿Y cuánto dice que cobrará el Roger de jubilación? Si ha cotizado en su Suiza natal, si además tiene un buen plan de pensiones... ¡Leñe!, si igual cobra más sentado que raqueteando por ahí...

Juan Puñetas 19/4/09, 17:46  

Pues no sé contestar a tu pregunta, pero sí estoy seguro de que podría seguir rompiendo raquetas (una ca da día) de aquí hasta que se muera, que sólo peligrará su cuenta corriente un 0,000001 %. En cambio, la nuestra, probablemente no aguantaría ni un mes. (Es que las raquetas de los grandes del tenis valen un pastón...)

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¡Gracias por vuestra plantilla! (El Puñetas, agradecido).