12 de abril de 2009

NI EN SEMANA SANTA

 
Cabía esperar que en la Semana Santa el personal se dedicase a la reflexión, el ocio o la francachela, haciendo un compás en la guerra diaria pero se ve que algunos funcionarillos y jerifaltotes de la cosa dedican esos días a cogérsela con papel de fumar. Ese es el caso de la Agencia Francesa Antidopaje. El Jueves Santo se descolgó, más chula que un ocho, con que “el ciclista estadounidense Lance Armstrong (Astana) ha violado las reglas antidopaje durante el control al que fue sometido el pasado mes por lo que se le podría abrir un expediente sancionador”. Los buitres de la prensa deportivesca no tardaron ni un segundo en traducir a grandes titulares las palabrejas de la citada Agencia, habitualmente instalada en la línea chunga de Pepe Gotera y Otilio. Al parecer, el americano "no respetó la obligación de permanecer bajo la directa y permanente observación” ¿del médico? ¿del inquisidor de turno? ¿del burocratilla asignado?

Luego, en la letra pequeña, uno lee que el crimen del que se acusa al ciclista fue que “el miembro de la AFLD tuvo que esperar 20 minutos hasta que Armstrong aceptase a pasar el control”.  Así son de quisquillosos los de la Agencia. Ellos son tan importantes que no tienen tiempo que perder. Es echarle la vista al ciclista famosuelo (bah, siete veces ganador del Tour, qué poquilla cosa) y ya quieren que ese mierda de tipo se abra de piernas, orine en un frasquito a la vista del enviado especial, luego se deje pinchar en vena sin más preámbulos protocolarios y, por último, se mese, arranque y les dé unos cabellos de recuerdo. Don Lance, como buen americano, ha visto muchas más películas de Hollywood que los europeos, así que sabe que en estas cosas no puede fiarse del primer indocumentado que se le acerca en plan vampírico. ¿Será un Drácula redivivo? ¿Será un terrorista de Bin Laden? Así que el americano, con buen criterio, no se fía de la acreditación que le enseña aquel tirillas afrancesado con pinta de sátiro y lo comunica a sus jefes deportivos, guardaespaldas, al FBI y a la CIA. Sólo cuando han pasado 30 minutos (angustiosos para el tirillas que no se cree que, en la France de la grandeur, un yanqui le esté haciendo un escáner de personalidad en toda regla), llega el visto bueno: el tirillas es de fiar, trabaja para la Agencia del antidopaje ese y puede chuparte la sangre sin miedo a infectártela. Es entonces, y sólo entonces, cuando Lance –que piensa para sí que ésta va a ser la primera y última vez que entrena en terreno gabacho y quisquilloso- se mea tranquilamente en la Agencia. “¿Y no quisiera también una caquita, su majestad?" –pregunta, con cachondeo de comedia de Woody Allen. El burócrata se calla (no sabe inglés ni falta que le hace) pero se apunta la media hora de espera. “Te voy a meter un paquete que te vas a enterar, enteradillo…” –masculla el tirillas, mirando de soslayo el culamen de la masajista del americano, a la que de buena gana también le sacaría sangre y algo más.

Esta es la historia –mejor o peor contada- por la que la Agencia Francesa esa se ha puesto como un tigre y amenaza con multar, sancionar y lapidar al americano arrogante. Con la ayuda de los chirigoteros de la prensa adicta y chauvinista, de poco vale que el entorno de Armstrond diga que  "este control era el número 24 por sorpresa que pasaba Lance desde que anunció su regreso al ciclismo”. Los 23 primeros fueron efectuados sin problemas y dieron negativo. Igual que el 24, pero había que pasarle la factura al ciclista campeón. "Me paró y me dijo que era de un laboratorio francés y que estaba allí para controlarme. No había oído nada sobre laboratorios o gobiernos que hiciesen controles antidopaje y no tenía idea de quién era ese hombre y si decía la verdad” –ha argumentado Armstrond, aunque nadie le creerá, claro. En realidad, aprovechó los 30 minutos de prórroga para hacer trampas, como hacen siempre estos tipos tan casposos que todavía se atreven a correr en bicicleta en vez de ir en un Renault o un Ferrari o, en todo caso,  en una moto de esas de 500 cc. Leña al mono...

Te vigilamos las 24 horas del día, los 365 días del año. Tienes que estar localizado permanentemente y cerca de donde estamos por si nos sale de los cataplines ir a hacerte una visitilla a primeras horas de la mañana o de la noche. Y no nos hagas esperar, eh, mindundi, que nosotros somos aquí los auténticos protagonistas del espectáculo. “"Me obligan a orinar delante de ellos", se queja el tenista Murray. "Es patético –afirma Nadal-. Somos humanos, no delincuentes. Ni mi madre ni mi tío saben muchas veces adónde voy y se lo tengo que decir trimestralmente a esta gente. Esto hay que cambiarlo". ¿Cambiar el poderío de estos tipos, y de los gobiernos que andan detrás del asunto, como si el deporte fuese una cuestión de Estado?

El militarote Richard Pound afirmaba en una entrevista que “en los deportes de élite el doping funciona como el crimen organizado”. Con el mismo trazo grueso, el Puñetas empieza a sospechar que algunas Agencias antidopaje y autoridades político-deportivas actúan también como una mafia. (Lean críticamente el siguiente enlace, en los artículos relacionados con el dopaje. Si a personajes ricos y famosetes les controlan hasta el número de respiraciones, qué no serán capaces de controlarnos a los tirillas y don nadies que por el mundo habemus). ¡Tiempos de Gran Hermano, y no precisamente el de Telecinco! 

2 comentarios:

la aguja 18/4/09, 3:06  

Entre esto que cuentas y lo de andar pidiendo disculpas por ir a los toros en vez de meterte un partido aburrido entre cuerno y rabo, o disculparse por un porrete o por decirlo que lo fuman los compatriotas, estos chavales del deporte han perdido cualquier ápice de intimidad, libertad, y hasta privacidad. Los que ganan millones, todavía pueden pensar que es el precio de la gloria y de la fama (que no es lo mismo, ¿eh?), pero los que cobran unos pocos milloncitos para tener para la jubilación, pues mira, majo, que se dediquen a otra cosa. Y si no, que no se quejen.
Bueno, que se me ha ido la pinza. Sí, tienes razón. Los gabachos estaban a la que salta. Y si no hubiera sido por esto hubiera sido por echar dos gotas de menos en el chupito que les ponen. Pero es que también el Lance ha ido haciendo amigos todos estos años, con su chulería y su carita de niño inocente. No sé por qué, pero a los gabachos nuestro Miguelón les caía mejor.

Juan Puñetas 19/4/09, 14:13  

Te voy a llevar un poquito la contraria, que si no alguien se va a creer que la Aguja y el Puñetas somos el mismo. Esto de tener que disculparse por cualquier tontería es porque quieren. Digamos porque les falta un poco de "pechonalidad" o de valentía. (Cierto es que para tener eso hay que ser muy libre y esa libertad sólo la da el tener en el banco más billetes que pesas, es así cuando te puedes permitir el lujo de mandar a la porra a los que, siendo unos mindundis, pretenden controlarte hasta las heces que evacuas cada día).

Por muchos milloncejos que cobren yo creo que el argumento de que tienen que pasar por el aro (aunque ese aro suponga que te traten a ritmo cuartelero y te tomen como un objeto o un ser al que tienen derecho de imponerle cosas que en otros ámbitos llevarían a la cárcel a quienes las hiciesen -por ejemplo, espiarte, tenerte controlado las 24 horas y romper tu intimidad) no debe argüirse. No vale justificar ciertos comportamientos de control excesivo, que yo me atrevo a calificar de delictivos -y que sólo suelen darse en las sociedades más totalitarias- amprándose en la argumentación de que ganan mucho dinero (por cierto, no trapicheando en la Bolsa o en la política si no con el sudor de su cuerpo y con miles de horas de ponerlo en el límite de sus resistencia). Precisamente quienes -históricamente- suelen luchar contra los abusos y contra las libertades suelen ser los más acomodados, los que tienen resuelto el papeo y el alimento, razón por la cual pueden dedicarse a elucubrar, amar y defender cosas tan de alto copete como la libertad, la dignidad personal, la intimidad, la libre expresión, etc. El que está todo el santo día dependiendo de otros para poder comer tres garbanzos o dos habichuelas no tiene ni tiempo, ni ganas, (y a veces, ni idea) de otros temas más profundos. No sé si me estoy explicando bien pero es completamente cierto que una vez que están resueltas las necesidades materiales y de supervivencia más elementales, entonces es cuando el personal empieza a defender a considerar como vitales otras cosas menos tangibles y evidentes pero tan fundamentales como el poder comer todos los días. Es ahí donde entran los que gozan de una vida acomodada y los que se pueden permitir dar una voz, una queja o plantarse pues tienen menos que perder al estar sus riñones bien cubiertos por una cuenta corriente desahogada.

Así que, siguiendo lo anterior, si los deportistas de élite, multimillonarios ellos, no son capaces de revelarse contra las judiadas que les hacen en el tema del artículo de hoy, aquí no hay solución. Y si los controladores y abusones tratan así a gente tan "selecta" e "importante", terror da pensar cómo tratarán a los desgraciados, que somos infinita mayoría. Y hablo no sólo de deportistas si no de otros profesionales y de la gente en general.

Sí, probablemente el Lance es un chulo pero (voy a lanzar un buen pedrusco, je, je), tengo la impresión que si no hay chulería de por medio uno no llegaría a esos niveles tan altos y tan de élite. Para llegar a la cúspide hay que tener instinto "asesino" que, en el terreno de la política, por ejemplo, a veces se convierte en real, vamos, sin comillas. No sé ni me imagino a ningún gobernante máximo de un país (incluso democrático) que haya llegado al poder siendo un bendito y haciendo el bien a disestro y siniestro, dentro y fuera de su partido o de la sociedad.

Que Armstrond sea un chuleta va en el sueldo pero gracias a él y su trabajo miles y miles de chupópteros se han lucrado. Porque ya me dirás, por ejemplo, de quiénes viven los periodistos si no de los grandes deportistas, de quienes hablan, de los que cuentan cosazas y cosillas y todo eso permite que las empresas y sus obreretes del micro y la pluma se ganen la vida bastante bien. A todos los que se están forrando con la Förmula I en España (Telecinco, ahora la Sexta, periodistas, anunciantes, etc) habría que preguntarles qué parte de su actual negocio no depende de que hay un tipejo (también bastante chulo) llamado Alonso, responsable principal de sus ganancias. El día que se retire y no haya repuesto, a ver qué cadena sigue gastando un potosí en los derechos de la citada Fórmula. Y si no fuera por los ciclistas el Tour no existiría y, con él, la pandilla de tipos de se ganan la vida muy bien con el evento, algunos durante todo el año. Así que, sin idolatrarlos, al menos habría que agradecer a estos diosecillas del deporte el importante papel que desempeñan en la economía de otra mucha gente. A cambio, algunos se les muestran no sólo pésimamente agradecidos sino que encima están tirando piedras contra su propio tejado. No hablo de no hacer nada en el caso del dopaje para que haya impunidad pero tampoco de que todo vale con tal de poner en entredicho -muy a menudo, falsamente- a gente gracias a la cual muchos viven del cuento.

Por cierto que de este comentario se me ocurren un par de articulillos futuros, donde procuraré ser más preciso y explicotearme mejor.

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¡Gracias por vuestra plantilla! (El Puñetas, agradecido).