6 de mayo de 2009

¡ÉSTO ES FÚTBOL, ÑORAS Y NORES! (PARIDILLAS TRAS EL CHELSEA-BARÇA)

Hace unos minutejos ha finalizado la eliminatoria de Champions entre el Chelsea y el Barcelona. El equipo de Guardiola, en el último suspiro, ha conseguido el pase a la final. Se le ha aparecido la Virgen de Montserrat y la del Pilar. Nos alegramos muchísimo de ello pero aquí no nos pagan para cantar la gesta del equipo blaugrana –que cantarán tropecientos mil blogueros y periodistas mucho mejor que el muá- si no para dar fe (tratándose de fútbol es lo menos que podemos hacer) del disparate en que se ha convertido este deporte, para bien y para mal. Escribamos a vuela tecla algunas observaciones de telespectador frío, racional e imparcial, que ha tenido la santa paciencia de estar amarrado dos horas a una silla delante de la pantalla del Digital Pus.


El equipo que se ha clasificado para la final no ha marcado más goles que el que ha quedado eliminado. Eso de que los goles en campo contrario valen el doble sólo sirve para tapar la mediocridad del juego y engañar a las matemáticas. ¿Dónde está la lógica?: el Barça sólo disparó una vez entre los tres postes y fue gol, mientras que el Chelsea tuvo un montón de oportunidades directas pero las falló todas; en cambio marcó en una jugada dificilísima, o sea, en plan churro (sólo sale bien una de cada mil). Los jugadores chelsiacos (y los espectadores) estuvieron todo el rato reclamando penalti va y viene: fue la jugada más vista del encuentro. Además de para aguantar las quejas de los entrenadores, ¿para qué sirve el cuarto árbitro? Los microfonillos de los trencillas desentonan bastante en un deporte tan primitivo. En un segundo se puede pasar de la desolación a la euforia más desenfrenada (y viceversa): todo por un golpe de suerte, también llamado “gol”. Hay jugadores que deberían dedicarse más al teatro que a darle patadas al balón y a los rivales. Hay otros que gastan más energías hablando con el árbitro que jugando. La frustración de perder se alivia protestando ante el árbitro, incluso una vez acabado el partido. Futbolistas hay que más que escupir echan medio litro de espumarajos por la boca (jodé, qué beberán…). No sirve de nada jugar muy bien a la pelotita si luego se es incapaz de meterla en la portería contraria. El Chelsea será un equipo muy "rudimentario" (palabritas de los locutores del Pus, tan neutrales y objetivos como siempre) pero ha tenido contra las cuerdas al “mejor equipo del mundo”. Algunos bocazas deberían usar la calificación anterior sólo una vez  finalizada la temporada, tras contar los títulos conseguidos por los diferentes equipos así  como valorar otros detalles sin importancia, exceptuado el chauvinismo.  La derrota suele ser más “épica” que la victoria. Debería estar prohibido cambiar jugadores en los últimos diez minutos de un partido: sólo sirve para perder tiempo y destrozar el ritmo del partido.


Niños llorosos que deberían estar en la cama, jóvenes alborozados cuando hacía dos minutos rezaban a San Cucufato, entrenadores corriendo por el campo como gacelas, jugadores a los que no les riega muy bien el cerebro, miles de aficionados que se gastan un potosí siguiendo a su equipo –mañana volverán a hablar de la crisis-, árbitros crucificados por los perdedores, hinchas disfrazados de periodistas y jugadores disfrazados de hinchas, un negocio fenomenal… ¡Esto es fútbol, ñoras y ñores! Un deporte tan disparatado  como la vida misma que disfrutamos y padecemos todos los días del año. Agonía, surrealismo, desenfreno, falta de lógica, suerte (buena y mala) y todo lo que ustedes quieran. Aquí cabe todo menos el sentido común.

2 comentarios:

Dompepito 15/5/09, 2:11  

Deberían cobrar las entradas al salir del partido. A tanto el gol. A saber:

—Señor, se le han servido dos goles, a diez euros cada gol, nos debe usted veinte euros. Pero que te metan ochenta o más euros por dos goles... A mí me parece un timo.

Y si hay un expulsado, entonces deberían reintegrar parte del dinero gastado en ir al estadio, porque uno va a ver veintidós tíos corriendo y no a ventiuno o a veinte. Y claro, la indemnización debería correr a cargo de la nómina millonaria del zopenco que se ha hecho expulsar.

Juan Puñetas 18/5/09, 0:45  

Sí, lo que se tolera al fútbol no se le permite a ningún espectáculo de masas.

¿Se imagina la que se armaría si al ir a ver una película, en la sala decidieran que sólo nos proyectan 90 minutos cuando dura en realidad 94?

¿Tiene idea del follón que se armaría si en una obra de teatro expulsasen del escenario a uno de los actores por haberse equivocado en un par de frases del guión?

¿Intuye el cacao maravillao que se organizaría si la multitud pagase por ver a los Rolling Stone y, una vez dentro, saliesen al escenario el Dúo Dinámico porque el Jagger tiene un concierto mucho más importante tres días más tarde?

Mejor que no se imagine nada de ésto porque quiero desearlo felices sueños si me lee de noche y feliz día si me lee de ídem.

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¡Gracias por vuestra plantilla! (El Puñetas, agradecido).