20 de septiembre de 2009

¿CHICA? ¿CHICO? ¿HERMAFRODITA? ¡Y QUÉ MÁS DA!



He asistido todo curioso al culebrón “Semenya”, ya saben, esa “chica-chico-no sé qué” sudafricana que ganó el oro en los pasados campeonatos del Mundo de atletismo de Berlin en la prueba de los 800 metros. Recordarán el pollo con tomate que se montó porque unos decían que la chica era un chico, porque otros defendían con uñas y dientes que el chico era chica y porque algunos –que estábamos de vacaciones con  la panza boca arriba- nos callamos prudentemente en espera de que las diversas pruebas médicas practicadas a Semenya cantasen la gallina y nos dijesen de una vez como cabe calificar a la “moza-mozo-o qué” para así poder llamarla o llamarlo como nos diera la gana.

Como es natural todo el mundo utilizó a la hipotética corredora para sus particulares propósitos. La Federación Sudafricana de Atletismo porque veía asegurada una medallita y luego que saliera el sol por Antequera o Ciudad del Cabo. La Federación Internacional de la Cosa porque tiene que controlar hasta lo que llevan en la entrepierna los participantes, en aras a la bella moral y buenas costumbres, disfrazadas de “igualdad de oportunidades para todos”, cosa que sólo son palabras y palabrejas baratas. Las rivales y federaciones afectadas porque a nadie le agrada correr con alguien que lo hace con las cartas marcadas por según qué gametos. Para la IAFF las reglas son claras: no hay que parecer chico o chica debajo de la camiseta y pantalón; hay que demostrarlo mediante los análisis clínicos pertinentes. Al final, como casi siempre, es el tubo de ensayo el que tiene la última palabra: somos carne de laboratorio.

La “chica-chico-o no sabemos qué” fue examinada con microscopio, lupa y telescopio. Inocente como un osito de peluche, ella se veía mujer y a quien se atreviera a negarlo no era plan de ir enseñándole los mondongos sexuales porque sí. Que fuese un poco varonil en los hablares y el vello son asuntos menores. Ella (o él) no tenía por qué pagar el pato de la forma arcaica y rastrerilla de entender la sexualidad que tiene la IAFF y la medicina. Tú puedes tener un buen par de tetas, más curvas que un circuito de Fórmula I y unos labios sexuales bien hermosos, pero si te hacen unas pruebas médicas y unos análisis clínicos y te sacan que tienes la testosterona por las nubes y que eres coja de ovarios, entonces, amiga mía, genéticamente eres un amigo mío, así que puedes irte encargando una operación de cambio de sexo y de vestuario. ¡Con qué facilidad derrumban algunos creencias tan asentadas durante años como la sexualidad de uno o una!

Filtraciones habidas estos últimos días señalan que la Federación Sudafricana sabía el veredicto clínico de Semenya pero prefirió seguir adelante por si las medallas y el dinerín anexo. También parece –según alguna prensa mejor informada que otra- que el diagnóstico final es que la chica tiene también algo de chico y viceversa. Vamos, que es hermafrodita, lo cual es una ventaja si queremos ver el lado positivo de las cosas. Lo que mucho nos tememos es que al final será sólo Semenya quien pague las consecuencias de tanto mamón como ha pululado a su alrededor desde que le dio por correr como un gamo (o una gama) y ser seleccionada para viajar a Berlin. Si es hermafrodita no podrá correr ni con las chicas ni con los chicos hasta que la IAFF no establezca otra nueva categoría de pruebas. Por eso ya sólo faltaría que la chica-chico –sin tener culpa alguna- acabase agarrando una depresión de caballo (o caballa, querida ministra Aido, guapa pero algo tontina). ¿Le gustaría a usted, querido lector, que a sus años le dijesen los médicos que en realidad usted es una señora? ¿Y a usted, querida lectora, que le viniesen con el cuento –después de haber dado a luz a dos lindos críos y de haberlos amamantado- de que tiene más de Paco que de Paquita?

Si alguien piensa que el Puñetas (o la Puñetos, que también a mí me pueden dar la sorpresa cualquier día de estos, en cuanto me hagan alguna prueba de control de sexo) está de cachondeo, que se le borre la sonrisa del careto. Esto es muy serio, ñoras y ñores, porque no te puedes acostar señora por la noche y que por la mañana te levanten con un, ¿qué desea el señor?, sin tú comerlo ni beberlo. Eso no se debe hacer a nadie. Y es que lo que falla aquí es la norma: sobran este tipo de análisis y pruebas médicas porque sobra el que compitan de manera diferenciada los hombres y mujeres. Todos somos hijos de dios y del diablo así que lo suyo sería que hubiese una competición donde los bajos externos e internos de los participantes no tuviesen ninguna importancia. Que corran los mejores, que salten los mejores y si siempre son los hombres los triunfadores en determinadas pruebas, pues qué se le va a hacer, y si en otras pruebas son las mujeres las eternas ganadoras, pues que los hombres se busquen las habichuelas donde puedan comérselas. Además, con los adelantos científicos y médicos de hoy día cualquier persona puede pasar de hombre a mujer (y viceversa) con relativa facilidad, sea con operaciones, con hormonas artificiales o con milagro en Fátima. La ingeniería genética ha adelantado que es una barbaridad y pronto nacerá el hijo bajo demanda: ojos azules, 200 CV de potencia, airbag, no diabético, dos metros de estatura cuando dé el estirón, 30 de CI y corazón de león. Un deportista de éxito garantizado gracias a la probeta de un embarazo bien planificado. ¿Ciencia ficción? No, ficción convertida en ciencia.    

Así pues, menos tiquismiquis con esto de la separación de sexos en el deporte (todos revueltos, que es mucho mejor) y así nos quitamos de un plumazo un montón de problemas, incluidos los morales.  Sólo falta que los que dirigen el cotarro –Federaciones, Comités Olímpicos, Gobiernos y Pepes Goteras & Otilios- se pongan las pilas del siglo XXI y se apliquen a la faena. Lo urgente ahora es, ¿qué hacemos con Semenya? Espero que la chica (si así es cómo se siente) supere la que se le viene encima y lo asuma con el mejor de los humores y la mayor de las sonrisas. Al fin y al cabo, lo de ser campeona del mundo corriendo 800 metros con las manos vacías no tiene tanto mérito: el tío que me robó ayer la cartera seguro que si llega a ir seleccionado a Berlin también habría ganado una medalla de oro en cualquier prueba de velocidad. Y es que lo que todavía no ha conseguido la ficción-ciencia es descubrir todos los talentos que cualquier “chico-chica-o lo que sea” esconde en su interior y exterior. Y no me refiero sólo al sexo…

2 comentarios:

capanegra 25/9/09, 19:59  

Cuando pase en E'paña saldrá Lissavetzky diciendo que hay que hacer una categoría para hermafroditas, transexuales en ambas direcciones y asexuales (como los ángeles). Igual que hizo cuando aquel chaval, el pobre, se sintió discriminado porque no podía competir en gimnasia rítmica, y le hicieron un campeonato ex profeso para él. Supongo que quedaría campeón... de nada.

Juan Puñetas 28/9/09, 0:55  

Con tal de parecer los más modernos del mundo mundial (para llamar la atención y distraer sobre lo que va mal) don Jaime (con permiso de sus jefes, claro) es capaz de crear esas categorías y otras. Incluso es capaz de bailar unas sevillanas, con esa gracia que dios le ha dado (a él y al Puñetas, que conste).

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¡Gracias por vuestra plantilla! (El Puñetas, agradecido).