24 de febrero de 2010

COMENTA... QUE ALGO QUEDA (1 DE 2)


Soy poco amigo de escribir comentarios en bitácoras ajenas. Primero por pudor pues mis opiniones son bastante heterodoxas y quizás molesten o no hagan gracia en la casa del vecino. Segundo, porque sólo si tengo algo que decir, lo digo. Y tercero, porque viendo lo mal hablado y poco respetuoso que anda el personal (sobre todo en el ámbito politiquero, que en el deporte todavía nos salvamos), dan pocas ganas de mezclarse con los que escasean de educación y formas. Pero hay una excepción: "El Espectador" (antes "Aguja de Bitácora"). Allí comento habitualmente y no me cuesta esfuerzo alguno. El mérito no es mío, claro, sino de su autor, que con su bisturí bien afilado sabe tratar cualquier tema hasta diseccionarlo y abrirlo en canal. Luego uno estará más o menos de acuerdo con la exposición, pero lo expuesto y razonado allí siempre invita a soltar unas palabritas, alguna acotación, cualquier idea. Hoy he releído algunos de mis comentarios primeros (allá por el 2005), transportándolos al hoy. Pese al transcurso de un lustro, todavía me siguen pareciendo la mar de actuales. 

Donde se criticaba el pésimo afán politiquero de hacer instalaciones deportivas suntuosas allí donde no había ni suficiente demanda ni gente para usarlas. Eran los tiempos de las vacas gordas, claro…

"Nada, nada, un palacio de congresos en cada pueblo y villorrio… para que jueguen los agüelos a las cartas y hagan croché las viejecitas. Una piscina olímpica en cada villa para que el turista despistado que llegue pueda darse un chapuzoncito reparador antes de proseguir viaje hacia la playa. Un palacio de deportes para que los chiquillos puedan jugar al pilla-pilla bajo techumbre. ¿Y eso quién lo paga? Pues los paletos de turno, quién si no. Una vez hechas las obras (y el 3 % o más en el bolsillo), si te he visto no me acuerdo. En el palacio de deportes no habrá luz por falta de presupuesto, en la piscina sólo tendrán agua las duchas (y fría) por ahorro ecológico-económico y en el palacete de congresos los abuelos tendrán que jugar al mus en el suelo por falta de mobiliario (Kioto, ya se sabe). Y es que, aunque pagan los paletos de turno, de donde poco hay, poco se puede sacar. Eso sí, algunos viven del cuento durante al menos cuatro años con tanto sacar punta a un lápiz con el que no saben hacer ni un maldito número." (16.03.2005)

Donde la Aguja se quejaba porque le habían robado una camiseta en un vestuario y donde el Puñetas le hacía ver que vivimos en un país donde abundan los chorizos de dos patas.

"Ya no hay lugares sagrados. Hasta en un cementerio te pueden robar la cartera. O un vivo… o un muerto. Si algo abunda en este país son los chorizos con dos patas: los autóctonos y los foráneos. Parece que el terreno invita al delinque. Y da igual que sea una camiseta, un osito de peluche o un pascuero. (En Málaga, por las navidades, el Ayuntamiento pone miles de pascueros para adornar las calles, y cada día debe reponer cientos de ellos porque los amigos de lo ajeno se los llevan a su casa. Ya me dirás para qué quieren una planta que, en cuando pasan los Reyes, ya se queda sin hojas). Sólo hay una cosa que el personal no roba ni aunque le pongas un cartelito atractivo diciendo: “Cógeme…”. Los libros. Deja libros por donde quieras, que los volverás a encontrar en el mismo lugar donde los abandonaste. ¡Y sin que nadie los haya abierto para simplemente echarles una ojeada al índice! (Y cuando digo libros, hablo de libros, no de la basura que hoy día publica cualquier meretriz famosilla, cualquier gilipuertas que canta o sale en la tele o las memorias del payaso de turno). Saludos y a ver si hay suertecilla y la camiseta no es de la talla del chorizo o de su jai." (08.03.2005)

(Han pasado algunos añitos pero el país sigue en sus trece: con mucho chorizo suelto y sin leer un puñetero libro).

Donde le sale a uno le vena carpetovetónica al comprobar que la masa (que no los ciudadanos, que a esos hay que tomarlos de uno en uno) sigue adorando a los ídolos de barro.

"Tienes más razón que cien mil santos. Veinticinco años de democracia, siglo XXI, tropecientos años de imperio, otros tantos de guerritas y cantinelas, pero todo sigue como siempre: un pueblo inculto que se va detrás del primer trono que pasa por la calle, de cualquier ignorante de sonrisa embaucadora, de cualquier farandulero o soplagaitas vestido de corto o de luces. Si no llega a ser por los romanos, los árabes, los griegos, los cartagineses y toda la enorme patulea de gente que nos visitó, colonizó y hasta conquistó, todavía estaríamos en la Edad de Piedra. Sí, ya sé que exagero un poco, pero a unos pocos nos revuelve el estómago que lo que importa verdaderamente a la masa, en vez de cosas como las que mencionas en tu lista, sea que a unos millonarios que no rascan bola les hayan eliminado de un torneucho deportivo. ¡Al pilón con ellos y a preocuparse de lo que verdaderamente nos afecta! Vamos, digo yo…"  (15.03.2005)

Donde nos sale el ramalazo ácrata que llevamos dentro, poniendo a parir el trapicheo politiqueril que se traen con el deporte.

"Cada vez que ha cambiado el partido en el gobierno en este país poliédrico y fantasmal, ha cambiado el Secretario de Estado para el Deporte. Ahora le toca el turno a uno del PSOE, este señor de nombre tan impronunciable. Sólo quiero dejar una pregunta en el aire: ¿hasta a las mismísimas aguas del deporte tiene que llegar la contaminación de la política de partido? ¿Es que no puede haber un remansillo de paz y de libertad donde no pongan sus sucias manos estos funcionarios de la política?" (26.04.2005)

(El tal Lissavetzky, aún sigue amarrado al sillón, que no sillín. ¡Qué tío!).

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¡Gracias por vuestra plantilla! (El Puñetas, agradecido).