ESTA CASA ES UNA RUINA
A primeros de enero me desayunaba con el siguiente titular periodístico: “Los clubs de primera división del fútbol español han gastado en 5 años 1.525 millones en fichajes”. Y con ese derroche de poca imaginación y mucha pasta, las cuentas van claras: casi todos están endeudados hasta las orejas. Y aunque, tras verle las ídem al lobito, los clubes han moderado el gasto, la deuda sigue siendo alta: de los 1.625 millones en el 2002 han pasado a los 1.200 actuales. El Barcelona es el campeón con 220,3 millones de €, seguido del Deportivo de la Coruña con 162 millones y el Valencia con 180 millones. Sólo tres equipos no tienen deuda: el Real Madrid, el Villarreal y el Getafe.
Los dirigentes, ante esta calamidad fruto de su larga irresponsabilidad y poca solvencia cerebro-económica, piden lo de siempre: que papá Estado les ayude a sanear las cuentas. Por la cara. Que les reduzcan el IVA de las entradas (del 16 al 7 %), como si ver un partido de fútbol fuese del mismo interés y necesidad social que comprar una barra de pan o un kilo de patatas. Que les den más dinero de las quinielas…. Por pedir que no quede.
Deben dinero a Hacienda, pero sólo cinco equipos están embargados judicialmente, aunque ninguno de primera división. Ya se han chupado los ingresos que –por adelantado- recibieron en muchos casos por los derechos televisivos. Así que la casa amenaza ruina, pero ellos siguen lanzadísimos. Ahora pretendiendo incorporar las últimas tecnologías…financieras: recalificar los terrenos donde se ubica el estadio, construcción de centros comerciales y multicines y cualesquiera operaciones inmobiliarias de trapicheo y mangoneo. ¡Viva el deporte y olé!
Algunos, como el Real Madrid, ya lograron dar el pelotazo urbanístico, con la recalificación de su Ciudad Deportiva. Gracias a eso no tiene deudas, aunque cuando se coman la pasta ganada, mucho me temo que volverá a las andadas. No extraña por eso que muchos quieran seguir su ejemplo y lo consigan: por ejemplo, el Valencia, uno de los últimos en lograrse el apaño con el Ayuntamiento de la ciudad. ¿Sorprenderá ahora que cada vez haya más presidentes de clubes vinculados al negocio inmobiliario y de la construcción?
Eso sí: los precios de los abonos y de los partidos, por las nubes, aunque el personal poco protesta. Los jugadores y directivos viviendo a todo tren. Y la cuenta corriente de los equipos en la más flaca de las miserias. Ya hubo un plan de saneamiento en los años 80 y en los 90 una conversión a Sociedades Anónimas para intentar paliar tanta sangría. Pero los que se dedican a este mundo de la pelota parece que tienen poco propósito de enmienda y nula capacidad de aprendizaje, aunque sea a costa de batacazos. Cualquier día vemos al presidente del Barça, del Deportivo o del Málaga pidiendo limosna en la puerta del Corte Inglés. “Una ayudita para el equipo de la ciudad, plis”. Mi corte de mangas será entonces digno del Guinnes.
Los dirigentes, ante esta calamidad fruto de su larga irresponsabilidad y poca solvencia cerebro-económica, piden lo de siempre: que papá Estado les ayude a sanear las cuentas. Por la cara. Que les reduzcan el IVA de las entradas (del 16 al 7 %), como si ver un partido de fútbol fuese del mismo interés y necesidad social que comprar una barra de pan o un kilo de patatas. Que les den más dinero de las quinielas…. Por pedir que no quede.
Deben dinero a Hacienda, pero sólo cinco equipos están embargados judicialmente, aunque ninguno de primera división. Ya se han chupado los ingresos que –por adelantado- recibieron en muchos casos por los derechos televisivos. Así que la casa amenaza ruina, pero ellos siguen lanzadísimos. Ahora pretendiendo incorporar las últimas tecnologías…financieras: recalificar los terrenos donde se ubica el estadio, construcción de centros comerciales y multicines y cualesquiera operaciones inmobiliarias de trapicheo y mangoneo. ¡Viva el deporte y olé!
Algunos, como el Real Madrid, ya lograron dar el pelotazo urbanístico, con la recalificación de su Ciudad Deportiva. Gracias a eso no tiene deudas, aunque cuando se coman la pasta ganada, mucho me temo que volverá a las andadas. No extraña por eso que muchos quieran seguir su ejemplo y lo consigan: por ejemplo, el Valencia, uno de los últimos en lograrse el apaño con el Ayuntamiento de la ciudad. ¿Sorprenderá ahora que cada vez haya más presidentes de clubes vinculados al negocio inmobiliario y de la construcción?
Eso sí: los precios de los abonos y de los partidos, por las nubes, aunque el personal poco protesta. Los jugadores y directivos viviendo a todo tren. Y la cuenta corriente de los equipos en la más flaca de las miserias. Ya hubo un plan de saneamiento en los años 80 y en los 90 una conversión a Sociedades Anónimas para intentar paliar tanta sangría. Pero los que se dedican a este mundo de la pelota parece que tienen poco propósito de enmienda y nula capacidad de aprendizaje, aunque sea a costa de batacazos. Cualquier día vemos al presidente del Barça, del Deportivo o del Málaga pidiendo limosna en la puerta del Corte Inglés. “Una ayudita para el equipo de la ciudad, plis”. Mi corte de mangas será entonces digno del Guinnes.
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