LOS PAYASOS DE LAS BOFETADAS
La última jornada de Liga de fútbol nos deparó una jornada gloriosa en cuanto a errores arbitrales. Eso es lo que cuentan las crónicas y los programas deportivos, sean de radio o de televisión. Todos contra los árbitros. Se ve que aquí los únicos que meten la pata son estos tíos vestidos antes de negro y ahora de lo que les sale del pito.
Los jugadores nunca se equivocan. Y mira que son malos. Y mira que fallan goles cantados. Y mira que pegan patadas a los rivales porque llegan tarde al encuentro del balón. Y mira que mienten para hacer que pique el árbitro. Pero no pasa nada: “tuvimos mala suerte”, “cosas del furbo”, “otra vez será”….
Tampoco se equivocan mucho los entrenadores, que siempre aciertan con la táctica justa, dando ejemplo de ecuanimidad y autocontrol. ¿Y qué decir de las directivas de los clubes? Sacrificadas ellas, que hasta ponen sus dineros en el invento por “amor al arte”. Y los aficionados no digamos: como ellos pagan, siempre aciertan. Qué pocos ven correcto el penalti pitado a su equipo, la patada de un defensa rival les parece de juzgado de guardia, pero si el carnicero es Pocholete, nuestro crak, entonces es que el rival es un quejica. Por supuesto, la prensa tampoco se equivoca. Nunca se inventa las noticias, nunca las exagera, nunca miente en sus apreciaciones, etc.
Aquí los únicos que meten la pata, la gamba y hasta el percebe son esos señores del pito que no saben lo que llevan en la entrepierna: no tienen criterio unificado, siempre pitan a favor de los equipos grandes, no pagan sus errores, son unos incompetentes… Eso sí, nadie les ayuda (ni la prensa, ni los jugadores ni los aficionados) a realizar mejor su labor. Y los dirigentes deportivos no buscan estrategias o tecnologías que pudieran complementar las decisiones en los casos dudosos o presuntamente conflictivos. ¡Que arbitren a pelo! Si los designa un ordenador, malo. Si lo hace el propio estamento arbitral, peor. Si los elige la Federación, horrible. ¿Y si probáramos a jugar los partidos sin árbitros? Total, la gente del fútbol, tan ecuánime y equilibrada, tan sincera y deportiva, se pondría de acuerdo fácilmente en cada jugada. ¡Así juegan los chavales en los colegios, sin árbitro, y no corre la sangre!
Más seamos serios. Hace falta en este mundo del espectáculo y la pachanga un chivo expiatorio, un payaso que reciba todas las bofetadas: el árbitro. En un entorno donde se mueven miles de millones, los de la élite cobran 1.200 euros por pitar un partido. ¡Encima salen baratos! Claro que les está bien empleado: por masoquistas. Con lo fácil que sería que alguna vez hiciesen una huelga de pito. Total, si lo suyo es tan fácil que arbitre el presidente del Español o Schuster, o Curro Torres o Juanito, jugadores del Valencia y del Sevilla, algunos de los mendas que han ladrado contra ellos este fin de semana. Menos criticar y más dar soluciones viables y positivas. Y si no, que arbitre Rita la Cantaora.
Los jugadores nunca se equivocan. Y mira que son malos. Y mira que fallan goles cantados. Y mira que pegan patadas a los rivales porque llegan tarde al encuentro del balón. Y mira que mienten para hacer que pique el árbitro. Pero no pasa nada: “tuvimos mala suerte”, “cosas del furbo”, “otra vez será”….
Tampoco se equivocan mucho los entrenadores, que siempre aciertan con la táctica justa, dando ejemplo de ecuanimidad y autocontrol. ¿Y qué decir de las directivas de los clubes? Sacrificadas ellas, que hasta ponen sus dineros en el invento por “amor al arte”. Y los aficionados no digamos: como ellos pagan, siempre aciertan. Qué pocos ven correcto el penalti pitado a su equipo, la patada de un defensa rival les parece de juzgado de guardia, pero si el carnicero es Pocholete, nuestro crak, entonces es que el rival es un quejica. Por supuesto, la prensa tampoco se equivoca. Nunca se inventa las noticias, nunca las exagera, nunca miente en sus apreciaciones, etc.
Aquí los únicos que meten la pata, la gamba y hasta el percebe son esos señores del pito que no saben lo que llevan en la entrepierna: no tienen criterio unificado, siempre pitan a favor de los equipos grandes, no pagan sus errores, son unos incompetentes… Eso sí, nadie les ayuda (ni la prensa, ni los jugadores ni los aficionados) a realizar mejor su labor. Y los dirigentes deportivos no buscan estrategias o tecnologías que pudieran complementar las decisiones en los casos dudosos o presuntamente conflictivos. ¡Que arbitren a pelo! Si los designa un ordenador, malo. Si lo hace el propio estamento arbitral, peor. Si los elige la Federación, horrible. ¿Y si probáramos a jugar los partidos sin árbitros? Total, la gente del fútbol, tan ecuánime y equilibrada, tan sincera y deportiva, se pondría de acuerdo fácilmente en cada jugada. ¡Así juegan los chavales en los colegios, sin árbitro, y no corre la sangre!
Más seamos serios. Hace falta en este mundo del espectáculo y la pachanga un chivo expiatorio, un payaso que reciba todas las bofetadas: el árbitro. En un entorno donde se mueven miles de millones, los de la élite cobran 1.200 euros por pitar un partido. ¡Encima salen baratos! Claro que les está bien empleado: por masoquistas. Con lo fácil que sería que alguna vez hiciesen una huelga de pito. Total, si lo suyo es tan fácil que arbitre el presidente del Español o Schuster, o Curro Torres o Juanito, jugadores del Valencia y del Sevilla, algunos de los mendas que han ladrado contra ellos este fin de semana. Menos criticar y más dar soluciones viables y positivas. Y si no, que arbitre Rita la Cantaora.
1 comentarios:
Habría que dar una medalla a todos los árbitros. Estar dentro de un horno en el que hay a veces cien mil personas dispuestas a todo porque le pites un penalty a tu equipo, debe imponer demasiado. Que cien mil gargantes se caguen en toda tu parentela porque no pitas una falta, es aguantar demasiado. ¿De qué pasta están hechos estos tíos? A ver si alguien me responde.
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