2 de febrero de 2005

UNA CASA DE LOCOS

Los que mandan en el club portugués del Oporto parece que se han vuelto locos. Sabemos que en el fútbol mundial falta cordura y sobra locura, pero entre medias debería caber la mesura como síntoma al menos de un cierto equilibrio mental y emocional. Pues ni eso.

Tras quedarse el año pasado campeones de la Champion Li, los tíos se volvieron tarumbas y arramblaron con medio equipo. Se largó el entrenador que tantos éxitos les había dado y se largaron algunos de los más importantes jugadores. La cosa acabó en record mundial: desde mayo del 2004 hasta la fecha, ha vendido a 16 jugadores de su primera plantilla: Carvalho, Ferreira, Deco, Mendes…

Cualquier equipo, con estos mimbres tan deshechos, hubiese tardado unos cuantos años en remontar el vuelo. Prácticamente ha tenido que empezar de cero nuevamente. Nuevo entrenador y casi nuevo equipo de jugadores.

A la fecha de hoy, sin embargo, había milagro: el Oporto está segundo de la Liga portuguesa, a sólo dos puntos del líder, y está clasificado para la Champion, teniendo que jugar en octavos con el Inter. Tan bien iban que los mandamases habían ofrecido ampliar el contrato al entrenador actual, el español Víctor Fernández, que decidió esperar para más adelante.

Y es que gente como Victor Fernández se conoce de memoria a los veletas que, en cantidades industriales, dirigen los clubes de fúrbo. Así que el domingo pasado, ya no había intenciones de renovación sino de echarlo a la calle. Y lo largaron con viento fresco.

¿Qué cosas gravísimas habían pasado? Sencillamente que el Oporto perdió el último partido (1-3) frente al Sporting de Braga, actual líder del campeonato. Durante el partido los seguidores del Oporto mostraron ruidosamente su malestar por el juego del equipo y reclamaron la vuelta del anterior entrenador, que si se fue lo hizo para no volver nunca más, claro. El presidente del Oporto, seguramente acojonado por el griterío, decidió que eso de ir los segundos en la Liga a sólo dos puntos del líder es demasiado duro y citó a don Víctor para mandarlo a paseo. Vamos, a tomar viento.

Y colorín colorado esta locura se ha acabado. Que se sepa el presidente portista no ha sido ingresado en un psiquiátrico ni se conocen noticias de aficionados del Oporto que se hayan suicidado por perder el último partido. Pero el entrenador ya no está a pesar de hacerlo bastante bien, después del tremendo descosido hecho al equipo tras ganar la última Champion y vender hasta al que riega la hierba del campo. De seguir el mismo ejemplo el resto de los equipos portugueses o españoles, habría que despedir a todos los entrenadores menos al que entrena al equipo que lidera la clasificación. Así son de majaderos y locatos algunos señoritingos del mangoneo futbolero.

Víctor: no les perdones ni un céntimo del contrato firmado. Que al menos estos necios sepan que hacer este tipo de locuras tiene un alto precio.

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