INSTALACIONES DE USAR Y TIRAR
Hay en la Hispania Macarrónica una fiebre por el bricolaje deportivo que no se pué aguantar. Me refiero a eso de fabricar una instalación deportiva para unos cuantos días, gastarse una pasta gansa y luego desmontar el tinglado y guardarlo en el cajón de las cosas inútiles o, simplemente, tirarlo a la basura.
Hace unos días se celebró en Madrid el Campeonato Europeo de Atletismo en el Palacio de Deportes. Allí se consiguieron doce medallas (no es para tirar cohetes, aunque se haya vendido como una hazaña) y una tomadura de pelo al contribuyente.
Resulta que el Palacio de los Deportes no se ha construido para el atletismo sino para el balonmano, para el baloncesto, conciertos u otros deportes. Pero el problema no ha sido ídem. Construimos en el Palacio una pista artificial de atletismo –se dijeron los derrochones politiquillos y federativos-, quedamos como dios y alá, y cuando el torneo finalice, tararí que te vi, desmontamos la pista, la embalamos y la dejamos que pase la noche de los tiempos en el cuarto de los ratones. Dicho y hecho, que para eso la pasta gansa la ponen los ciudadanos con sus impuestos y las medallas se las ponen estos mendrugotes de tres al cuarto: “Hemos dado una gran impresión cara a Madrid 2012”, ha dicho el Secretario de Estado para la cosa deportiva, un tal Liszapateresky o algo así.
Así que los ases del bricolaje ya han desmontado la pista, numerado cada trocito, guardado en sus cajas correspondientes y sepultado en algún sótano hasta que algún futuro mendrugo politiquil o federativo se acuerde que hay deshecha una pista de atletismo en algún desván de Madrid. ¿Cuánto ha costado la broma de construir el material, instalarlo, desinstalarlo y guardarlo? ¡Un Potosí y medio! Pero ellos, los mendrugos, no pagan. Pagamos nosotros. Y ahora no tenemos un euro en el bolsillo y tampoco una pista de atletismo donde retozar o brincar como las cabras.
Claro que la cosa ya viene de antiguo. Recuerdo, a pesar de mi memoria de mosquito, que en la Copa Davis somos expertos en construir pistas de tenis que cuando se acaban las eliminatorias las mandamos a paseo. Un derroche de dinero y de recursos naturales y artificiales que nadie cuestiona. Y es que ya somos ricos, europeos y catedráticos en la cultura del desperdicio. Pero lo más original ocurrió allá por julio del 2003, en el mundial de natación de Barcelona, donde el derroche llevó a prefabricar la piscina dentro del Palau de San Jordi. La cosa merece recordarla mejor con un punto y aparte.
Hace unos días se celebró en Madrid el Campeonato Europeo de Atletismo en el Palacio de Deportes. Allí se consiguieron doce medallas (no es para tirar cohetes, aunque se haya vendido como una hazaña) y una tomadura de pelo al contribuyente.
Resulta que el Palacio de los Deportes no se ha construido para el atletismo sino para el balonmano, para el baloncesto, conciertos u otros deportes. Pero el problema no ha sido ídem. Construimos en el Palacio una pista artificial de atletismo –se dijeron los derrochones politiquillos y federativos-, quedamos como dios y alá, y cuando el torneo finalice, tararí que te vi, desmontamos la pista, la embalamos y la dejamos que pase la noche de los tiempos en el cuarto de los ratones. Dicho y hecho, que para eso la pasta gansa la ponen los ciudadanos con sus impuestos y las medallas se las ponen estos mendrugotes de tres al cuarto: “Hemos dado una gran impresión cara a Madrid 2012”, ha dicho el Secretario de Estado para la cosa deportiva, un tal Liszapateresky o algo así.
Así que los ases del bricolaje ya han desmontado la pista, numerado cada trocito, guardado en sus cajas correspondientes y sepultado en algún sótano hasta que algún futuro mendrugo politiquil o federativo se acuerde que hay deshecha una pista de atletismo en algún desván de Madrid. ¿Cuánto ha costado la broma de construir el material, instalarlo, desinstalarlo y guardarlo? ¡Un Potosí y medio! Pero ellos, los mendrugos, no pagan. Pagamos nosotros. Y ahora no tenemos un euro en el bolsillo y tampoco una pista de atletismo donde retozar o brincar como las cabras.
Claro que la cosa ya viene de antiguo. Recuerdo, a pesar de mi memoria de mosquito, que en la Copa Davis somos expertos en construir pistas de tenis que cuando se acaban las eliminatorias las mandamos a paseo. Un derroche de dinero y de recursos naturales y artificiales que nadie cuestiona. Y es que ya somos ricos, europeos y catedráticos en la cultura del desperdicio. Pero lo más original ocurrió allá por julio del 2003, en el mundial de natación de Barcelona, donde el derroche llevó a prefabricar la piscina dentro del Palau de San Jordi. La cosa merece recordarla mejor con un punto y aparte.
Además del despilfarro de recursos naturales y medios económicos, tanto bricolaje suele venir acompañado a menudo de la correspondiente trampa. La tienen las pistas de tenis de la Davis para garantizar que nuestros jugadores no tiemblen ante el saque del rival y la tenía aquella piscinilla. Alberca de usar y tirar. Como los pañuelos de papel o el cine actual. Los nadadores mundialistas de entonces no necesitaron tomar EPO ni Clamouxil para mejorar artificialmente sus marcas porque para eso estaban los ingenieros talentosos que les fabricaron la piscinita guay del paraguay con la que pudieron batir los récords de dos en dos. Aquello fue una tomadura de pelo para los competidores de Mundiales anteriores y para cualquier deportista con vergüenza torera, aunque nunca leí crítica alguna al asunto. Corcheras diseñadas para evitar oleaje excesivo. La purificación fue con ozono para que fuera más bonito el color del agua, no hubiera olores, y –oh, casualidad- aumentara la flotabilidad del agua. Una artificial piscina rompe-récords que, una vez acabado el tinglado, se desmontó y de la que nunca más se supo. O sea, que no quedó ni gota ni rastro del cuerpo del delito. Todo perfecto y silencioso. Así dio gusto. Los próximos récords natatorios, en otra nueva piscina similar cuando los ingenieros se lo propongan.
Ya digo, desperdicio de instalaciones y medios junto a una trampa tramposa que no se la salta un galgo. En aquella piscina y en estas pistas de atletismo. Aunque nunca quede rastro del asunto: raterías de gente de cuello blanco que tira nuestra cartera al estercolero.
2 comentarios:
MONDOnews nº 27 - mes: febrero 2005
Artículo titulado: "MONDO proveedor del Nuevo Palacio de Deportes de Madrid"
Durante los próximos días 4 a 6 de marzo se va a disputar en Madrid la XXVIII edición del Campeonato de Europa de atletismo en pista cubierta.
MONDO es proveedor de una nueva pista desmotable (sic) indoor y del equipamiento para una de las citas deportivas internacionales más importantes del calendario anual. La pista de atletismo sobre la que competirán los mejores atletas es un esta ocasión una pista desmontable indoor MONDO Sporflex que estará situada en una plataforma a un nivel de -7.20 m y se elevará hasta alcanzar el nivel -3.60 donde la competición tendrá lugar.
La zona de calentamiento será un área de aproximadamente 3.000 m2, en una plataforma sobreelevada para facilitar la visibilidad de los espectadores y con fácil acceso a la salida de la pista. Dispondrá de recta de 70 m con 8 calles; zona de calentamiento, de lanzamiento de peso, sala de pesas, zonas de trabajo para fisioterapia de equipos y organización y videopantalla para el seguimiento de pruebas.
Todo el equipamiento con el que se desarrolle la competición ha sido fabricado por MONDO en sus instalaciones de MONDO Ibérica en Zaragoza.
Bueno, Juan, el artículo de esta publicación de MONDO no dice nada del destino que se le dará a la pista, y tampoco dice nada de que hayan tenido que pagar comisiones para hacerse con la exclusiva ;)
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