A VECES LLEGAN CARTAS
Lo primero que suelo hojear en un periódico suelen ser las cartas al director. Es ahí donde se palpa el talante del diario en aceptar las críticas de sus lectores así como la ideología de ese montón de papeles que tienes entre las manos y que, tras unos minutos de sobarlos, deberás lavártelas de lo negras que se quedan. ¿Cuándo harán periódicos que no manchen?
Al grano. En la prensa deportiva casi todas las cartas suelen reflejar el “descerebramiento” típico de todos aquellos que tienen sorbido el coco por su equipo favorito y que no ven más allá de su alineación y de sus figurillas ambulantes. Pero de vez en cuando alguien se levanta del suelo, otea el horizonte y escribe cosas la mar de interesantes. A continuación transcribo una de esas cartas últimamente leídas.
“Qué pena me da ver en lo que se está convirtiendo el fútbol y todo lo que le rodea. Árbitros que tienen que dejar su profesión por amenazas de muerte de los aficionados; jugadores que un día son dioses y al día siguiente tienen puesto precio a su cabeza como si fueran forajidos; estrellas que ganan lo que un ciudadano normal no ganaría ni en siete vidas; fichajes que cuestan lo que el producto interior bruto de muchos países sin siquiera haber demostrado lo que valen; gentuza –pocos pero muy ruidosos- con cánticos racistas, a los que se les da la publicidad que necesitan para convertirnos a todos los demás en igual de cafres que ellos…
Por todos estos motivos, creo que el único fútbol que de verdad merece la pena es el de los infantiles de mi barrio, donde si dos chavales tropiezan, se levantan y se dan un abrazo. Chavales que todavía no saben lo que es protestar una decisión arbitrar y mucho menos jugar con la presión de ganar a toda costa. Ellos sólo pretenden jugar al fútbol para divertirse”. (Diario AS).
Pues sí, reconforta saber que algunos no estamos solos en nuestras pejigueras contra la manía de destrozar un bello deporte como el balompié por parte de dirigentes, jugadores, espectadores y medios de comunicación. No soy tan optimista como el escribiente respecto al fair play de los chavales. Quizás los de su barrio sean una maravilla, pero no creo que eso sea la norma general. (Algún día volveré sobre el asunto).
Sólo en los últimos días se han dado casos que inciden en lo denunciado por el lector. En Brasil, un árbitro responde a golpes –en legítima defensa- frente al intento de agresión de un aficionado. En Málaga, un jugador del equipo local sube a las gradas para pegar a unos aficionados que proferían insultos no se sabe si a él o al equipo rival. En Alemania es detenido un jugador por la compra de partidos e ingresa en prisión acusado de recibir dinero a cambio de regalar un penalti y amenazar a un portero. Las televisiones, cuando no hablan del Madrid y del Barcelona, es que están poniendo las imágenes de cualquier acto desagradable que haya ocurrido en un campo de fútbol, para que así el personal aprenda como tienen que hacerse las cosas (de mal). La dramática escena ocurrida este domingo con el jugador del Mallorca, Arango, es un ejemplo de ello.
Total, que la vida está muy difícil, pero los que tenemos la obligación de hacerla más digerible –los humanoides- cada vez la estropeamos más. Hasta en los placeres. Que tiene bemoles que el personal en vez de disfrutar, divertirse y olvidarse de la dureza del hábitat, acuda a los partidos para todo lo contrario. Algunos lo consideran beneficioso por aquello de la adrenalina que se suelta, el desfogue de las pasiones, la canalización de la mala leche y la socialización de las abejas. Pura masturbación psico-ideológica. El fútbol (como tantas otras cosas, incluido el sexo) se inventó para favorecer el placer y no la estupidez o la idiocia.
Al grano. En la prensa deportiva casi todas las cartas suelen reflejar el “descerebramiento” típico de todos aquellos que tienen sorbido el coco por su equipo favorito y que no ven más allá de su alineación y de sus figurillas ambulantes. Pero de vez en cuando alguien se levanta del suelo, otea el horizonte y escribe cosas la mar de interesantes. A continuación transcribo una de esas cartas últimamente leídas.
“Qué pena me da ver en lo que se está convirtiendo el fútbol y todo lo que le rodea. Árbitros que tienen que dejar su profesión por amenazas de muerte de los aficionados; jugadores que un día son dioses y al día siguiente tienen puesto precio a su cabeza como si fueran forajidos; estrellas que ganan lo que un ciudadano normal no ganaría ni en siete vidas; fichajes que cuestan lo que el producto interior bruto de muchos países sin siquiera haber demostrado lo que valen; gentuza –pocos pero muy ruidosos- con cánticos racistas, a los que se les da la publicidad que necesitan para convertirnos a todos los demás en igual de cafres que ellos…
Por todos estos motivos, creo que el único fútbol que de verdad merece la pena es el de los infantiles de mi barrio, donde si dos chavales tropiezan, se levantan y se dan un abrazo. Chavales que todavía no saben lo que es protestar una decisión arbitrar y mucho menos jugar con la presión de ganar a toda costa. Ellos sólo pretenden jugar al fútbol para divertirse”. (Diario AS).
Pues sí, reconforta saber que algunos no estamos solos en nuestras pejigueras contra la manía de destrozar un bello deporte como el balompié por parte de dirigentes, jugadores, espectadores y medios de comunicación. No soy tan optimista como el escribiente respecto al fair play de los chavales. Quizás los de su barrio sean una maravilla, pero no creo que eso sea la norma general. (Algún día volveré sobre el asunto).
Sólo en los últimos días se han dado casos que inciden en lo denunciado por el lector. En Brasil, un árbitro responde a golpes –en legítima defensa- frente al intento de agresión de un aficionado. En Málaga, un jugador del equipo local sube a las gradas para pegar a unos aficionados que proferían insultos no se sabe si a él o al equipo rival. En Alemania es detenido un jugador por la compra de partidos e ingresa en prisión acusado de recibir dinero a cambio de regalar un penalti y amenazar a un portero. Las televisiones, cuando no hablan del Madrid y del Barcelona, es que están poniendo las imágenes de cualquier acto desagradable que haya ocurrido en un campo de fútbol, para que así el personal aprenda como tienen que hacerse las cosas (de mal). La dramática escena ocurrida este domingo con el jugador del Mallorca, Arango, es un ejemplo de ello.
Total, que la vida está muy difícil, pero los que tenemos la obligación de hacerla más digerible –los humanoides- cada vez la estropeamos más. Hasta en los placeres. Que tiene bemoles que el personal en vez de disfrutar, divertirse y olvidarse de la dureza del hábitat, acuda a los partidos para todo lo contrario. Algunos lo consideran beneficioso por aquello de la adrenalina que se suelta, el desfogue de las pasiones, la canalización de la mala leche y la socialización de las abejas. Pura masturbación psico-ideológica. El fútbol (como tantas otras cosas, incluido el sexo) se inventó para favorecer el placer y no la estupidez o la idiocia.
1 comentarios:
Insisto: el fútbol está sobredimensionado. A mí me parece que el fútbol ha entrado ya en la mayoría de edad y deberían las Administraiciones dejar de destinarle dineros públicos. El fútbol profesional debería sustentar el fútbol base. Que dejen a los equipos de una vez funcionar como empresas, y no con este engendro de las Sociedades Anónimas Deportivas.
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