16 de mayo de 2005

ESTE AÑO SÍ... Y EL PRÓXIMO YA VEREMOS

Todavía están celebrando la victoria en la Liga de este año y ya tienen claro que el año próximo también se la llevarán al zurrón. Alguno habla incluso de que acaba de inaugurarse una época de triunfos. Algunos jugadores ya se ven con la Champion Li del próximo año metida en el talego azulgrana. ¡Hay que ver lo optimista que se vuelve el personal cuando se bebe una copichuela!

Estoy hablando, como es natural, del acontecimiento más celebrado en las Españas plurales del último fin de semana: el triunfo del Barcelona en la Liga de Fútbol. Tras seis años de sequía, al fin logra que el campeonato de la regularidad se quede en sus vitrinas. Que para celebrar el asunto salgan un millón de personas a la calle, no es moco de pavo o de pava. Demuestra que aquí el personal pierde el culo por la pelotita. ¿Qué tendrá el puñetero fútbol que es capaz de hacer coincidir en el mismo delirio y desatino a miles y miles de seres que no se conocen, diferentes unos a otros como un huevo a una gallina? Todos en hermandad triunfal: ricos y pobres, tontos y listos, guapos y horribles. Algunos lo tienen claro: el fútbol es el nuevo opio del pueblo. Sin ganas de complicarse tanto las neuronas, para otros muchos (la mayoría) el futbolín tiene ese no se qué, esa gracia, eso que nadie sabe qué es pero que está ahí, que hace que por tu cuerpo corra un perfume embriagador que te alegra o desparrama las pajarillas. Una gozada / putada simultánea que hace que te olvides de la suegra, la buena la educación y hasta de que eres un ser mortal y tontorrón.

Más dejémonos de filosofías baratas, que tiempo habrá de volver a ellas cuando se acabe el tinglado liguero dentro de unas cuantas jornadas y comience la sequía futbolera. Unámonos a la celebración pastoril de los culés. Que corra el optimismo por todas las curvas de nuestro cuerpecito resalao que ya habrá tiempo de volver a las desgracias cotidianas. Lo cierto es que –a diferencia de lo que dice el clásico- a las personas y a los clubes se les conoce mejor en los triunfos que en las derrotas. Afortunadamente el Barcelona se ha movido con cierto tacto en esta ocasión victoriosa. Los directivos celebrándola en el palco, que es donde tienen que estar. Los jugadores haciendo sus numeritos pisando el césped y los espectadores haciendo el ganso en las butacas y graderíos (que para eso pagan). Los papeles bien repartidos y perfectamente teatralizados por cada sector. Aunque siempre haya gente que se salga del guión establecido. Alusiones a lo de que el Barça es más que un club, el colocón que llevaba el amigo Etoo y que le va a costar caro (algunos llevan la inteligencia en los pies en vez de en la cabeza), el inteligente papel del presidente Laporta y, sobre todo, la discreción de ese auténtico señor que se llama Rijkaard, siempre a la sombra, en un segundo plano, cuando cualquier enteradillo sabe que a este pedazo de entrenador y mejor persona (sereno, educado, respetuoso con los rivales….) le debe el Barcelona el ansiado título liguero. ¡Y pensar que en la Liga pasada estuvieron a punto de largarlo!

Como siempre ocurre en estos casos, los políticos se arriman al lomo de los vencedores y suelen ladrar las tonterías habituales. Muchos templados ciudadanos, incapaces de dar un gritito más alto que otro, por fin han roto aguas y ya no los conoce ni la santa que los padece en la cama una noche tras otra. En fin, nada ajeno a cualquier gran victoria futbolera, como la del año pasado con el Valencia, o la anterior con el Madrid o cualquier ocasión que venga al pelo. Si todo esto sirve para olvidarse unos días de la feroz rutina, bienvenidas sean todas las ligas y copichuelas del mundo. Loas al vencedor y hurras a los que se quedaron con la pedrea. El mundo seguirá igual que siempre, unos pobres y otros ricos, unos listos y otros tontos. Los feos y espantajos –tras la celebración victoriosa- seguirán odiando al espejo. Al final, cuando se apaguen los focos y la euforia y cada mochuelo regrese a su olivo, muchos se darán cuenta que lo que se dice ganar, aquí sólo ganan los jugadores y cuerpos técnicos, que son los que se embolsan la pasta. Que los directivos disfrutan de unos cuantos meses de fianza y que cuando la pelotita comience a rodar de nuevo allá por septiembre, todo será volver a empezar desde cero.

“Este año sí… y el próximo también” decía el videomarcador del Nou Camp. Eso debieron de pensar hace 7 lustrosos años y mira la sequía que hubo en todo ese tiempo. Moderación en la victoria y resignación en la derrota, que decía Confucio en sus tiempos de relax. Amén.

3 comentarios:

Anónimo 17/5/05, 23:25  

He descubierto su bitacora hace un par de semanas y me gustó tanto el enfoque y el humor e ingenio que a menudo desarrolla, que me la he leido enterita. Harto de leer a los fanaticos de uno y otro equipo, incluyendo mucha prensa deportiva, sus comentarios respiran sentido comun. Aunque lo importante es pasar con ellos un rato entretenido y lo consigue muy a menudo con sus cosas. Felicidades.

la aguja 19/5/05, 3:09  
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la aguja 20/5/05, 0:25  

Tal y como lo cuentas me parece una celebración muy catalana; quiero decir, muy organizada. Cada uno en su puesto.

Y con los deberes hechos (el que los haya hecho) hasta septiembre. Algunos suspenden y bajan. Otros tienen reválida de la "Intertoto", para promocionar a Europa.

Esta sequía futbolera de verano habrá que aprovecharla para airearse los huecos entre neuronas, que el año que viene no la tendremos. Toca mundial en Alemania.

Bueno, eso si la AMA lo permite. A ver si compartes mi opinión sobre este tema: Aguja de Bitácora.

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