2 de septiembre de 2005

A LA PORRA EL CICLISMO

Terminaba la temporada pasada mi último comentario, antes de largarme con viento vacacional, haciendo una referencia general al ciclismo y particular al Tour de Francia. “No hay deporte más duro que el ciclismo, salvando quizás al boxeo. Desloman a sus protagonistas con pruebas tan exigentes como el Tour y encima se ríen de los ciclistas poniéndoles a orinar a las cinco de la mañana, sacándoles sangre a la salida del sol, registrándoles sus maletines como si fuesen vulgares delincuentes. Asco me da ver semejante espectáculo. Así que si no fuese por la epopeya de un tal Armstrong, ganador del más duro Tour, el cáncer, este menda no iba a mirar en estos tiempos el desfile de la socorrida "serpiente multicolor" en la pequeña pantalla ni harto de vino”. Pero prometí hacerlo este año. “Quiero disfrutar viendo a ese americano subirse al olimpo del Tour, cuando siempre lo están puteando, un año tras otro, que si se la enchufa, que si es un antipático y un creído, que si tal y cual. Será un placer infinito. ¡Armstrong for president! Qué cabeza tiene el tío. Y qué güevines…. Y es que vencer en plena juventud a una enfermedad tan puñetera y traicionera como el cáncer, que te pillo y aquí te mato, infunde un carácter indeleble. ¡A mí Tourmalet, ja, ja! ¡Vengan Alpes y Pirineos, mezclados o en estado puro!” Y el amigo no defraudó. Acudió a la carrera con todo estudiado, analizado y calculado. Con la fuerza especial que le daban los 42 millones de personas que habían adquirido la pulsera amarilla “Livestrong” para luchar, por medio de su fundación, contra el cáncer. Y ganó el Tour por séptima y última vez con la autoridad habitual y la envidia de los de siempre. “La verdad es que el cáncer es lo mejor que me ha pasado nunca, hizo maravillas en mi vida”. Ahí empieza el mito Armstrong: superando un cáncer de testículos con metástasis en los pulmones y en el cerebro. Sufriendo varias operaciones a cara de perro. Padeciendo con una quimioterapia que para destruir las células malignas se come todo lo que encuentra a su paso, lo que provoca una bajada de las defensas tan atroz que eres hombre muerto a la menor infección. Curiosamente, para potenciar a los glóbulos rojos, al bueno de Lance le tuvieron que suministrar a manos llenas Epogen (eritropoyetina). La EPO (¿a que suena el nombre?) era una de las cosas que lo mantuvo vivo hasta que su cuerpo fue reaccionando y echando fuera (si es que alguna vez se echa del todo) al maldito cáncer. Ahora, cuando el corredor norteamericano ha decidido colgar la bicicleta a causa de la edad, nos salen los chicos listos del diario L’Equipe, que se forra todos los años a costa de la sangre y sudor de los ciclistas, con que unas misteriosas muestras de orina de Armstrong del año catapum (el primero de su era de tour-victorias) muestran que se dopó con EPO. “La mentira Armstrong” titulaban los gabachos en primera plana. Hala, ahora que ya no vamos a sacar un euro más del yanqui, hagámosle un homenaje final en plan aquí te pillo, aquí te mato. Mientras que el laboratorio dice que no puede confirmar si la orina congelada corresponde al texano o no, L’Equipe se lanza a tumba abierta, se pone a investigar en plan Mortadelo y Filemón y encuentra lo que tantos años llevaba buscando. ¡Epa ya, aquí hay epo! Para uno de los pocos y agradables mitos que nos iban quedando, llegan estos franchutes de papel y quieren destrozarlo vilmente: sin contraanálisis, sin garantías jurídicas ni nada de nada. Y claro, muchos se han subido al carro más pronto que tarde: “Cazado”, “A mí no me sorprende” o “Era un secreto a voces”. Bien, el primer Tour fue gracias a la EPO. ¿Y el segundo? ¿Y el tercero? ¿Y el cuarto? ¿Y los otros tres que han venido detrás? Quizás la verdad no se sepa nunca, pero prefiero creer –yo, que soy un descreído total- que quien ha visto la muerte tan cerca de su gaznate como la vio el bueno de Lance, que quien ha tenido que meterse en su cuerpo toda la porquería químico-medicinal que no está escrita para poder salvar el pellejo, se queda tan harto de tragar tanta mierda que de ahí en adelante jamás se meterá entre pecho y espalda más potingues que un buen solomillo o un exquisito pescado al horno. Si me decanto porque Armstrong dice la verdad (“nunca me dopé”) es porque tras haber mamado EPO hasta la saciedad en su proceso curativo, cuando salió del túnel (o cuando resucitó, que dicen los malvados), hizo tabla rasa sobre todo lo que tuvo que tragar para poder seguir vivo por estos andurriales. Que se lo pregunten a quienes han pasado por su mismo trance (más gente de la que nos imaginamos) y verán que a todos les pasa lo mismo: odian todo lo que huela a aquellos dramáticos momentos. Claro que todo este linchamiento y todas estas putadas y todas estas sinvergonzadas pasan porque los ciclistas tienen unas tragaderas más anchas que el Danubio. A ver cuando les entra un poco de orgullo, se plantan y les meten los cuernos de sus bicicletas por salva sea la parte a tanto abusón, a tanto drácula y a tantísimo malandrín como pulula por las organizaciones y federaciones ciclistas. ¿Es que no es de juzgado de guardia, o de asalto al palacio de invierno que, como está pasando en la actual Vuelta Ciclista a España, las horas de salida de muchas etapas sean entre las 12 y las 13 horas, con un calor del carajo, y en donde por mucho que se beba –con temperaturas rondando los 40 grados- eres hombre muerto? ¡Y todo para poder llegar a la meta a la hora que conviene al negocio televisivo y publicitario! Una vez retirados Indurain y Armstrong, mientras que el rebaño ciclista tenga tan escasa dignidad personal y profesional, el Puñetas le va a hacer un corte de mangas perpetuo al Tour, la Vuelta y a la carrera ciclista de Jabalcuerno del Porrón. ¡Si ya hasta me produce repelús ver a un tío montado en una bicicleta estática!

1 comentarios:

la aguja 7/9/05, 20:56  

Es evidente que no puedo saber si Armstrong se ha dopado, lo han dopado, o nunca se ha (ni lo han) dopado. Cuidado que este matiz que introduzco es serio. Un deportista pueder dar positivo en un control antidopaje y él no haberse dopado, sino haber sido dopado sin su consentimiento.

Pero como uno ya está muy cansado de ver cosas por ahí, este verano me anticipaba yo en un comentario al blog deportivo Bar Deportes a la historia esta de los trapos sucios que ahora sacan.

Y como dije hace poco en el blog de ciclismo XLG: hay que ser cautos con este asunto.

De momento parece que los del "CSI" de la AMA (Agencia Mundial Antidopaje) sí dan crédito al dopaje del tejano.

Ya veremos en qué acaba este culebrón, porque si de verdad se ha dopado, tendrá que esconderse en algún sitio de por vida.

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