4 de octubre de 2005

EL FÚTBOL, UN DEPORTE CONSERVADOR

Debería decir “antiguo”, pero no quiero provocar al mundillo futbolero, donde hay mucho hincha descerebrado y no es cosa de jugarse el pellejo por un adjetivo u otro. El fútbol es un deporte que ha evolucionado bastante poco desde sus inicios. Si no fuese porque anda enrollado con la política, algunas veces la mafia y, siempre, con el sentimentalismo patrioteril y pueblerino, su éxito sería muy inferior al que tiene. Como espectáculo puramente deportivo no es gran cosa pues se repite más que la morcilla, amodorra cuando la pelotita cabalga por el centro del campo (el 80 % de las ocasiones) y sus reglas están pensadas más para favorecer al jugador patán que destruye que al artista que se lo inventa. Por no hablar de la estafa que supone el que los 90 minutos de juego se conviertan al final en escasamente 50 minutos reales, descontadas las pérdidas de tiempo, fueras de banda, teatros dolientes de los jugadores y otras jugarretas. A eso voy: a las reglas de juego. Es aquí donde el deporte-rey cojea estrepitosamente. De vez en cuando a los responsables del cotarro (la FIFA, la UEFA y otras mafias) les da por introducir alguna mínima novedad, pero esto es casi un milagro. La viveza que tienen otros deportes de equipo como el baloncesto, el balonmano, el rugby o el mismo fútbol sala, con unos cambios de las reglas para agilizarlos y darles más emoción, no la tiene el fútbol de hierba ni hartos de cerveza los cien mil espectadores del Bernabéu. Un deporte profesional en el que la buena o mala suerte también juega, dice poco a favor de ese mismo deporte. Basta una lesión inoportuna del líder, un penaltillo, un error arbitral garrafal… para decantar el resultado de uno u otro lado. Y eso no es serio, ni justo. Como tampoco lo es que la polémica esté siempre presente en los partidos, cosa que no ocurre en ningún otro deporte. Con lo fácil que sería que el árbitro tuviera el apoyo de las imágenes para resolver las jugadas polémicas. Pero ni por esas. Se da, pues, la circunstancia absurda de que mientras las imágenes de la gran pantalla existente en el estadio reflejan claramente que ha sido penalti, el árbitro se empeña en que no (o viceversa). Sencillamente cómico. Y ridículo. No comprendo tampoco como no se introducen las expulsiones temporales, que ayudarían a disminuir las entradas violentas y favorecerían el espectáculo. O como no se simplifica una situación tan difícil de juzgar como es el fuera de juego. Hace algo más de un año, los dirigentes de la FIFA imponían una multa a Camerún por vestir una equitación de Puma de una sola pieza y le quitaron seis puntos de la liguilla de clasificación para el mundial 2006. En cambio, casi por las mismas témporas, el presidente fifero sugería al fútbol femenino que debería adoptar un estilo de ropa más sexy para lograr más promoción. Ahora se ha descolgado con que “se utilizarán de manera limitada los adelantos tecnológicos en el fútbol para evitar que se pierda la pasión y la polémica en especial sobre las decisiones de los colegiados”. Al África tropical enviaba yo a la cuadrilla de cavernícolas de la FIFA. A servir de pasto a los leones. Aunque me temo que hasta los felinos huirían de carnes tan putrefactas y mafiosillas. Y mientras tanto, en el mundo del tenis, se quieren cambiar algunas normas para hacer más atractivos los partidos de dobles. Pese a que los doblistas no están de acuerdo, sorprende el inmovilismo de los dirigentes futboleros frente a la menor rigidez de sus homónimos de otros deportes. Mientras que unos son estatuas de sal, a otros se les escapa por entre las manos.

3 comentarios:

Anónimo 5/10/05, 1:59  
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la aguja 8/10/05, 2:59  

Pues no hay quien lo entienda, no.

Mi admirada NFL, la mayor liga del mundo en cuanto a beneficios y otras naderías, tiene claro los aspectos de los que hablas. El deporte es espectáculo; el espectáculo se televisa; la televisión atrae dinero como la miel atrae a las moscas. Hagamos nuestro deporte más televisivo.

Así de sencillo es el razonamiento de los yankis. Y funciona, oye.

Que sí, que por aquí son muy criticados, y a lo mejor con justicia. Pero ni son tan malos ni son tan tontos. Si lo fueran, ¿cómo es que nuestros mejores científicos están trabajando allí?

Pero no, el fútbol europeo está aquejado de la rigidez e inmovilidad clásica del Viejo Continente (alguna vez has escrito sobre los vejestorios esos que se reúnen para ver si aceptan la nueva forma de atarse las botas). A lo mejor si favorecieran con el reglamento el buen juego, la habilidad y el espectáculo, resulta que Brasil ganaba siempre los mundiales. Pero..., ¡si ya los gana siempre! ¿Qué miedo puede haber?

Por lo que a mí respecta, el fútbol se puede ir al carajo, como dijo alguien recientemente. Y con el fútbol podían irse también los jugadores-fetiche, los directivos-facinerosos y los dirigentes-narcisos. Sólo salvaría a los jugadores del montón y a los árbitros. A los jugadores que reparten estopa les enviaría directamente a la cárcel.

Anónimo 3/5/06, 21:23  

Hola llegué a este blog de casualidad pero me detuve porque me pareció muy interesante. Si me lo permites voy a manifestar mi opinión al respecto. Estoy de acuerdo que el fútbol es un deporte que no está en consonancia con los tiempos sin embargo es el que más dinero mueve al menos en España y otros países europeos. También se usa como herramienta comercial para introducirse en Asia o África, por eso celebraron el Mundial en Korea-Japón y en el 2010 en Sudáfrica. A ver yo creo que esa es la razón además de que se usa como mecanismo de masas. Como deporte me parece muy aburrido y soporíferos 22 tios corriendo o moviéndose por el campo.

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