DE-POR-TI-VI-DAD
El otro día en la telele vi a un jugador de tenis chino o japonés darle la raqueta y las bolas a un recogepelotas en pleno partido, dado que el asiático no daba tres en un burro. O sea, que estaba haciendo el partido más horroroso de su vida. Contemplando tan bellas imágenes, elevé un monumento moral a dicho jugador cuyo nombre y nacionalidad no recuerdo, porque asumía su responsabilidad públicamente y con su gesto hacía ver al respetable que ese día se había levantado de la cama con el pie contrario al habitual. Mea culpa, gente, vino a decir. ¿Cuántos deportistas serían capaces de mostrar al respetable que paga por verlos su malestar por el pobre espectáculo que están dando, o por sus equivocaciones no queridas pero producidas, o por sus mentiras? Ayer leía unas declaraciones del entrenador del Málaga C.F.,Antonio Tapia, un hombre modesto pero al que ya se le empiezan a subir los humos por estar a todas horas en el candelero, diciendo esta cosa tan bonita: -Ya toca que nos caiga algún favor de los árbitros. Espero que nos piten algún penalti de esos inexistentes. Como uno es un antiguo de tomo y lomo, sigue haciendo suyas las ideas que algunos profesores le enseñaron en su mocedad. -Un deportista tiene como primera obligación ejercer la deportividad. Luego vendrán las medallas, los triunfos y el éxito o el fracaso. Esto no se lo debieron enseñar al señor Tapia ni a la mayoría de sus compadres. De lo que se trata es de ganar como sea, de penalti injusto y en el último minuto de la prórroga. Y si los árbitros se equivocan, que lo hagan siempre a mi favor. Ya me cuidaré yo mismo de -si lo hacen en contra- ponerlos a parir, tacharlos de incompetentes y fracasados. Pero, demonios, ¿quiénes son aquí los auténticos fracasados sino esta patulea de “deportistas”, unos en los despachos, otros en los puestos intermedios y los más en los terrenos de juego y de competición, que no saben cómo ganar sino es a fuerza de engañar, fingir, protestar o aplastar al rival? De-por-ti-vi-dad, amiguitos. Eso es lo que tendríais que comer a todas horas a ver si así logramos que el deporte (el de competición, y por extensión, el aficionado) luzca de limpio como una patena, digno y orgulloso de fomentar el fair play, la caballerosidad y la feminosidad, los bellos valores de la honradez y la decencia. El que paga por asistir al espectáculo deportivo debería ser el primero en exigir que fuese un acontecimiento limpio, honesto y –valga la redundancia- espectacular. Si el único objetivo del circo es ver ganar a tu equipo, aunque sea haciendo trampas o con la ayuda involuntaria o voluntaria del juez-árbitro de turno, será comprensible y muy humano, pero poco tendrá que ver con el deporte y con el juego limpio. Comprendo que la plebe busque satisfacciones a cualquier precio, pero luego que no se queje si en el deporte y en otros órdenes de la vida se las dan o devuelven en el mismo carrillo. Majetes: lo que se come, se cría. Si es que ya no te puedes fiar ni de los que van por ahí presumiendo de bonachones y buenas personas. ¡Si hasta Ronaldinho se tira en el área para engañar al árbitro y que pite penalti a su favor! Y, oiga, ni una disculpa posterior, ni un gramo de verdad para justificar el humano error o la tentación tramposa. ¿Cuándo saldrá el día en que un jugador diga que ha jugado horriblemente mal porque estaba pensando en otra cosa? ¿Cuándo veremos a un jugador decirle al árbitro que se ha equivocado y que el rival no le ha hecho falta? ¿Vislumbraremos alguna vez un partido futbolero en que los jugadores se dediquen a intentar jugar y meter goles y no a berrear, dar pataletas y decirle al árbitro cómo tiene que arbitrar? Muchos todavía están a tiempo de trocar la camiseta por el pito. A ver si son tan listos y pitan como los ángeles. ¡Qué buenos árbitros nos estamos perdiendo! De-por-ti-vi-dad. ¿Dónde estás que no te veo? Si ya hasta en el ciclismo aprovechan que el rival se ha puesto a mear en el arcén para acelerar la marcha. Si, a poco que te descuides, el boxeador rival te muerde la oreja y hasta el rabo. Si es que algunos celebran los goles o los saques o la llegada a meta con un descaro y una desfachatez hacia los rivales, rayana en el más evidente de los desprecios. -Hay que meter la pierna –dijo el otro día ese santo varón llamado Di Estéfano, en las horas bajas que todo hijo de vecino tenemos. Y allá que todos los medios se aprovecharon para colocar tan bella filosofía en primera plana. No, querido Alfredito, el fútbol no consiste en “meter la pierna”, sino en “meter goles”. Enséñales eso a tus galácticos y, sobre todo, que lo aprenda la chavalería que mimética y embobadamente anda detrás de ellos. Goles y no patadas, don Alfredo. O dicho de manera más antigua y decadente: deportividad. Porque un deportista sin deportividad es como un jardín sin flores o un coche sin ruedas. Vamos, un inútil integral. A ver si algunos –modestamente- se van enterando.
5 comentarios:
Pues es que quizá hubiera que empezar por liberar a estos galácticos del balompié, el ciclismo o el boxeo, deportes que citas, de ese estigma que arrastran incapaces de sacudírselo por sí mismos.
Me estoy refiriendo al peso que supone ser llamado "DEPORTISTA". En mi opinión no son deportistas. Lo siento. Ni el gran señor don Miguel Induráin era un deportista en sus mejores tiempos.
No; son profesionales. El deporte es algo que se hace por hobby. Y los hobbys (o aficiones) se realizan por gusto y no por obligación. Y encima te cuestan dinero.
A estos señores, todos ellos muy respetables salvo cuando abren la boca, les pagan y encima no pueden renunciar a jugar el día que no tienen ánimo.
Eso sí, son virtuosos en lo que hacen. Pero les pasa como a los artistas (no me refiero a los actores). A un pintor no le puedes obligar a pintar el día que no le apetece. Sencillamente porque no estará "inspirado".
Pero estos artistas del balón (o de la bici) están obligados a darlo todo el día que no les apetece, y encima están obligados a ganar.
El deporte se ha desvirtuado. En estos niveles ya no se hace por afición, sino por obligación. La inspiración, amigo Juan, desaparece de vez en cuando. Un artista quizá legue sus mejores obras cuando llegue a la madurez. A estos "pseudo-deportistas" la vejez les llega a los 35 años.
Por cierto, Juan, he vuelto a cambiar la dirección del blog. Espero que ya sea definitivo. En la dirección anterior he dejado la nueva.
Pues tienes más razón que San Cucufato, amigo Luis. Dejemos la palabra "deporte" para los amateurs,los aficionados, los pringaos y la morrallita. El problema es que -como la primera manipulación se da siempre en el ámbito del lenguaje, de ahí la comedura de coco que existe siempre con los idiomas- no sé muy bien qué palabro aplicar a los que se aplican a la práctica "deportiva" de manera profesionalizada.
Siendo un poco borde en la comparación encuentro la diferencia que señalas entre esos dos tipos de practicantes como la que hay entre el/la que se dedica la prostitución (hacer el cuchi-cuchi todos los días por obligación y cobrando) a los/las que sólo lo hacen por placer, desahogo, misericordia, afición o amor, claro. En puridad todos hacen lo mismo, pero NO ES LO MISMO.
Y que me perdone San Cucufato, al que seguro que este ejemplo comparativo le habrá sentado como una patada en los mismísimos huevines.
Hacer, lo que se dice hacer, hacen ejercicio. Si a lo que hacen se le puede llamar deporte o no, creo que es más un tema metafísico. Pero está claro que para los 40 millones y pico de españoles estos tíos son deportistas. Y para nosotros también. Como bien dices, el lenguaje manipula. Habrá que diferenciar entre el habla coloquial y el habla formal.
En la jerga coloquial todos los llamamos deportistas. El caso es que en el habla formal no nos pondríamos de acuerdo entre esos 40 millones de españoles. Tal vez lo que son es eso, "deportistas profesionales".
Ahora bien, no le pidas a un futbolista (o a uno de la NBA, o de la PGA, cualquier profesional) que esté a al cien por cien los 365 días del año. El estado anímico les influye. Seguro que están más motivados para el R.Madrid-Barça que para jugar contra el Getafe.
Son virtuosos del balón. Y la motivación no siempre es la misma. Y un problema financiero o de bragas..., ¡uy!, perdón, quería decir de faldas, les resta concentración.
¿Qué te parece si les empezamos a llamar artistas del deporte? Ja, ja, ja.
En fin, que creo que el problema lo ha creado don dinero. En algunas situaciones no se pueden permitir perder un partido. Está en juego el pan de la familia (el bienestar, el nivel de vida, los estudios universitarios de los hijos).
No se les pide que rindan siempre al 100%. "Solo" que sean honestos, aunque esto hoy en día sea una químera, y no me refiero solo al deporte profesional.
Yo soy de la opinión de que desde hace mucho tiempo esto no es Deporte, sino espectáculo; deporte es lo que hacen unos niños en el parque o yo con tres amigos en una pista de tenis.
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