1 de noviembre de 2005

PAN Y FÚTBOL

Los emperadores romanos, que no eran nada tontos, se inventaron aquello del “Pan y circo”. Invento con el que tenían muy contento al populacho, mientras que ellos seguían en lo suyo. Ha llovido mucho desde entonces, pero la esencia se mantiene intacta. Los nuevos emperadores (eso sí, la mayoría presumiendo de demócratas) han encontrado una versión más moderna del asunto, el “Pan y fútbol”, menos cruenta que el circus romano -aunque de vez en cuando cae algún muerto en el césped o en las gradas- pero más rentable desde el punto de vista de los jerifaltes: pueblecitos entretenidos y anestesiados. El fútbol, un deporte sosón y aburrido como él solo, ha venido que ni pintado para semejante menester gracias a la inestimable ayuda de los modernos medios de (in)comunicación. ¿Es de recibo que en un país la inmensa mayoría del personal no sepa la vida y milagros de los 20 mamones que le sacan los cuartos dirigiendo las empresas más punteras; que no conozca a un solo investigador de esos que nos curan los catarros, la hepatitis o la diarrea; que no tenga ni idea de quiénes manejan en realidad los hilos de su vida… y que en cambio conozca de "pe a pa" las andanzas y miserias de unos tíos que se ponen en calzoncillos para pegarle patadas a un balón en una pradera acotada con porterías? ¿Es de sentido común que los informativos de todas las televisiones dediquen diez veces más tiempo a informar sobre las andanzas, lesiones y tartamudeos de los principales futbolistas y equipos del orbe mundial que a hablar de la realidad política, económica, social o educativa? ¿Entra dentro de la lógica más elemental que todos los días nos enchufen por tierra, mar y aire las declaraciones de los entrenadores y futbolistas de los principales equipos del país, comentando que el entrenamiento ha ido fenomenal, que el próximo partido piensan ganarlo y que dos y dos son cinco? Estamos en puertas del enésimo partido del siglo, o sea, de un Real Madrid-Barcelona que –como todos los años- se repite más que los garbanzos. Fíjense si soy previsor, que aún faltando para el “acontecimiento” nada menos que tres semanas menos un día, ya empiezo a temer el empacho que se avecina. No sólo por la murga que nos darán por tierra, mar y aire sobre tan importantísimo evento, para el que se agotarán las entradas y mi paciencia. Es que, encima, este añito tenemos juegos artificiales con la implicación del Barça en la arena politiquera del coñazo de Estatut (otra murga que sufrimos desde hace dos añitos) gracias a que su presi, el superestar Laporta, tiene aspiraciones de honorable. Para más movida, los azulgranas están empezando a jugar requetebién y los madrileños todavía no acaban de dar con la tecla. Así que se nos avecinan tiempos de borrasca y no quisiera yo estar en el pellejo del arbitrucho al que le toque lidiar con semejante Mihura. Lo haga como lo haga, lo despellejarán y no dejarán de él ni el rabo. De modo que aviso a navegantes: desde hoy hasta que se celebre el partido de marras, el Puñetas se va a pasar por el arco del triunfo todas las toneladas de papel y de cintas de video que se derramarán a mayor gloria y loor del nuevo Madrid-Barça circensis. Y es que se están sacando las cosas de quicio con el dichoso fútbol, pese al fútbol mismo. Los futbolistas haciendo más kilómetros al año que la ya clásica maleta del Fugitivo. (Y claro, acaban rompiéndose en mil pedazos…) Los clubes gastándose el dinero a espuertas (mucho de ello público, pues ayuntamientos, diputaciones y restantes administraciones colaboran en su sustento). La charla monotemática en todos los lugares de reunión y expresión. La repetición diez mil millones de veces del gol de Ronaldo, conseguido con la coronilla. El grito pelado y demencial de ese locutor de radio enloquecido porque ha visto que un jugador de la pradera ha tenido un instante de inteligencia y suerte, consiguiendo meter la pelotita entre los tres palos. Lo increíble y bello que es ver a unos millonarios escupir a todas horas (al césped, al contrario, al árbitro…) y protestar más que si estuvieran en una manifestación. La emoción de esos partidos de Liga donde para ver un gol hay que buscarlo con la lámpara de Diógenes y el azar de los dioses. El bello espectáculo de una masa enfervorizada y fanatizada que brama como si estuviera poseída por diez mil diablos. Como escribió el crítico Carlos Boyero: “ir al fútbol se convierte frecuentemente en la negación del espectáculo y la constatación de la amenaza cívica que suponen los bichos descerebrados cuando se agrupan y pierden el miedo”. Sin llegar a tales profundidades (uno es que prefiere la vulgarota didáctica al chocolate espeso), todavía no logro comprender cómo puede haber tantos millones de seres capaces de perder la chaveta y la cartera por ver rodar un balón entre las patas peludas de 22 mozos que se tratan entre sí a patada limpia. Pero lo que más incomprensible me resulta es que cuando el partido acaba y los protagonistas se ponen a contar los billetes –en un solo partido más de lo que un currante podrá ganar en su pobre vida- parte del personal se va a casa más contento que unas pascuas porque “hemos ganado”. Es la prueba evidente de que el “pan y fútbol” funciona de maravilla. ¡Si Nerón levantara la cabeza!

1 comentarios:

la aguja 4/11/05, 0:52  

Amigo Puñetas, te voy a proponer para el "cum laude", el "honoris causa" o cualquier otro latinajo que sea pertinente. He de reconocer que de artículo a artículo te vas superando sin ceder en el empeño. Y tengo miedo de leer tu siguiente artículo por temor a que no puedas superar el listón que tú mismo has elevado.

En fin, que si no un lugar en la RAB (Real Academia Bitacorera) sí al menos te has ganado un lugar en mi semana anodina.

Lo peor que te podía pasar, dicho sea con el mayor de los respetos, es que te hicieras famoso y te llevaran a una telele de esas que ahora sobran por todos los lados.

Sobre el artículo, lo has 'bordao, macho'. No se puede decir ni mejor ni en menos palabras.

Con este artículo te has ganado por lo menos el 5º DAN de maestría bitacoril.

Por favor, sigue así y no cambies.

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¡Gracias por vuestra plantilla! (El Puñetas, agradecido).