15 de noviembre de 2005

PAGANDO CARO EL ESFUERZO

Anda el Puñetas con la rodilla izquierda haciéndole la puñeta tras más de 20 años de jugar al tenis en plan aficionadillo. En puertas de los 50 tacos y un día, el cartílago rodillil empieza a ofrecer algunas señales de desgaste, exigiendo poner freno a tanto ímpetu raquetero. Parece que llega el momento del cambio hacia un deporte de movimientos más sosegados: andar, golf, bicicleta estática, parchís... A cualquiera me agarraré menos al sillonbol, donde además de peligrar el cuerpo también corre riesgo de estropicio esa delirante mente que cobijo bajo mi sesera ya canosa. Y es que si haces deporte, malo y si no lo haces, peor. Sí, es buenísimo para el cuerpecito practicar ejercicio físico de manera regular y algo competitiva, pero con él también llegan las lesiones, los desgastes, el dolor... Claro que si adoptas la postura opuesta y sólo te dedicas a comer patatas en el sofá mientras ves a la acartonada Milá, echarás barriga, te bañarás en triglicéridos, colesterol y otras porquerías y tarde o temprano el cuore –harto de tanta vagancia- hará pataplof o pataplif. A veces, ni adoptando un término medio (esa ha sido siempre mi intención) está uno a salvo de las consecuencias de la práctica/vagancia deportiva. Viene a cuento esta casuística particular porque el bueno de Nadal acaba de decir adiós a la Copa Masters de Shanghai, instantes previos a que ésta comenzase, por problemas físicos con las rodillas. A tan joven edad y ya con esas. Y no es sólo Rafaelito. Safin, Roddick, Agasi.. y otros ases de la raqueta y el zambombazo han dicho que nanai, que su cuerpo está como unos zorros y que necesitan un descanso para gastarse el dinerín que se han ganado tan digna pero esforzadamente a lo largo de una extensa y abarrotada temporada. Leo en el diario El Mundo que a lo largo de este año Nadal ha viajado a más de 17 países, ha realizado 11 viajes intercontinentales y ha hecho un total de 154.536 kilómetros (sólo en avión, ojito). Ha jugado 89 partidos individuales. Menuda marcha. No hay jugador que pueda resistir jugar en los 68 torneos internacionales que se disputan, repartidos en Grand Slam, Masters Series e Internacional Series. Parece ser que al menos deben participar en un mínimo de 18 competiciones. Y añadir a ello la guinda guindera de la Copa Davis. No extrañará, pues, que los jugadores lleguen al final de la temporada con la lengua fuera y la raqueta hecha jirones. El jugador Roddick lo ha dicho muy clarito: “Estamos en un negocio donde damos una paliza diaria a los cimientos de nuestro cuerpo”. Ganan su dinerito, sí señor, pero quienes saben de ésto afirman que excepto a los 200 primeros del escalafón, al resto hasta les cuesta el parné. Y se lo gastan mientras pueden porque equivale a hacer una inversión en uno mismo a ver si algún añito hay suertecilla, se ascienden varios peldaños hacia arriba y se empieza a obtener beneficios. Y mientras llega ese soñado momento, hay que conformarse con vagar por el circuito tenístico de pista en pista y de hotel en hotel, lo cual que aporta grandes conocimientos culturales y geográficos. Menos da una piedra. Visto desde fuera el tenis -como otros deportes de alta competición- parece la mar de chuli, pero a una gran mayoría de jugadores la presión, el desgaste, la repetición de miles y miles de jugadas en entrenamientos y partidos, la separación de la familia y amigos, el aburrimiento de tanto viaje y otro montón de cosas bastantes insensatas, no justifican a menudo la gloria perecera y la pasta que pueda ganarse, excepto si se logra entrar en esa minoría que suele llegar a lo más alto del escaparate y del estrellato. Entonces tocarás artificialmente el cielo y hasta pondrás el careto y el músculo para algunos anuncios de las teleles. Detrás de este mundo superprofesionalizado –extensible a otros muchos deportes- hay más miseria de lo que imaginamos. La mayor es el impresionante derroche físico que deben realizar partido tras partido y que tarde o temprano les llevará a ser asiduos habituales de masajistas, traumatólogos, quiroprácticos y remendólogos. La factura llegará inexorablemente, como en plan currantillo me ha ocurrido a mí. No digamos a aquellos que comienzan desde muy jovencitos, cuando están casi tomando el biberón, en plena formación ósea y muscular. Para algunos, sarna con gusto no picará, pero siguiendo con los refranes, no es oro todo lo que reluce y no está mal recordarlo en plan aguafiestas. La cultura tradicional oriental sabe mucho del absurdo de este excesivo derroche de facultades físicas. Quiero decir, que procura evitarlas, prefiriendo esfuerzos comedidos, prácticas físicas relajadas y armónicas, con desgastes controlados. Podríamos citar la práctica del yoga o del taichi como ejemplos de ejercicio físico-mental que no daña sino que mantiene en permanente estado de relajación y salud al cuerpo. Aunque con esto de la globalización y otros perendengues, muchos orientalitos están decantándose también hacia los abusos del deporte superprofesionalizado. (Todo lo malo es contagioso). En las próximas olimpiadas chinas lo veremos. Pero mientras tanto, adoptemos el didáctico consejo de San Prepucio (otro santo de mi devoción laica): Deporte, sí, pero con moderación y con alegría. Y no le falta razón al pillastre de mis jaculatorias blasfemantes, cuando noto el puñetero desgaste de mi rodilla siniestra.

2 comentarios:

la aguja 18/11/05, 17:24  

Juan, como ya dije una vez, no puede ser muy bueno correr los cien metros en diez u once segundos.

Citas el yoga y el taichi. Precisamente dos actividades no competitivas. El ejercicio es sano; el deporte por diversión también. La competición es insana. Y lo digo yo, que de eso sé un rato (¡¡ahí queda eso!!) :-)
Y si la competición sin tino es insana, no digamos la competición profesional.

Hablas del lejano oriente, y tienes razón en lo que dices. En unos años nos cargamos lo que aquella cultura tiene de bueno con nuestro afán conquistador (una vez más...).

Salir a dar una vuelta en bici es sano. Picarse algún día con los amigos a ver quién llega antes está bien. Picarse todos los días ya no es tan sano. Tener que picarse con todo el mundo en un Tour es perjudicial para el organismo.

Que se mejore tu rodilla. Ya sabes: calentamiento antes, rodillera para, precaución durante, estiramientos después, hielo siempre al llegar a casa (no te hará mal), y de vez en cuando masaje. Y cambiar de actividad (el pedal no es tan lesivo como la raqueta para las rodillas; fútbol sala ni tocarlo) y algo de "pesas" para fortalecer la zona del cuádriceps y bíceps femoral con ejercicios poco agresivos. Un saludo.

Anónimo 19/11/05, 1:07  

En eso estoy, amigo. En fortalecer los cuádriceps para que sujeten bien la rótula y evite un poco el roce. Si es que, rozando los 50 tacos, las goteras empiezan a aparecer... Habrá que cuidarse un poco y sacar lo positivo de estos lances. (Gracias a un problema leve de cervicales, aprendí a nadar a los 40 años). Gracias por los consejos que, suelo practicar. Lo del fútbol sala, jo, al fútbol no juego ni a la videoconsola.

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¡Gracias por vuestra plantilla! (El Puñetas, agradecido).