EQUIVOCADOS DE DEPORTE Y PROFESIÓN
El domingo pasado, en el partido entre el Málaga y el Real Madrid, a la finalización del mismo, el jugador uruguayo-malagueño Morales agredió al bocazas de Roberto Carlos, jugador brasileño-madrileño del Madrid, al acabar el partido, cerca de la entrada de los vestuarios y con miles de aficionados como observadores. El mocetón agarró por la camiseta al pequeñajo, le lanzó un crochet de izquierda y sólo la agilidad del presunto galáctico le salvó de caer redondo a la lona, quiero decir, al césped. Ya, durante el partido, el Chengue Morales se lo había dicho:
-Cuando acabe el partido te voy a partir las muelas, bocazas.
-Pues va a ser que no –debió contestar en plan inconsciente el defensa madridista.
Dicho y hecho. El árbitro no se enteró de nada. Mejor dicho: no quiso enterarse de nada. Un sector de la afición malagueña jaleó al Chengue para que siguiera dando mamporros. Reacciones como manda el guión futbolero: mucha cobardía y bastante poca vergüenza. Después, el Comité de Competición (o sea, el Comité de la Impunidad) se ha limitado a amonestar al Morales (reza dos padres nuestros y un ave maría, chaval) y tarari que te vi.
A gente como el Chengue habría que mandarlos al paro más pronto que tarde. El tío, encima, ni perdona ni se arrepiente. Es, como tantos otros deportistas, un pobre errado, al que le hubiera gustado estar en otra profesión. El chico quería ser boxeador en sus años mozos, pero por esas vueltas y revueltas que da la vida, se quedó en futbolista del montón. Un equivocado de la vida y del deporte. Todavía está a tiempo de prepararse para el campeonato mundial de los pesos pesados.
No sólo el Chengue Morales se ha equivocado de deporte. Echo la vista hacia otros personajes y me sale una lista un poco larga. Aquí van unos ejemplillos muy populares, y se admiten nuevos. Ante todo, inocente ironía, que ya se acerca el 28 de diciembre, fiesta de todos los equivocados del mundo.
¡Qué buen jugador de golf hubiera sido Ronaldo de haber nacido en Europa o los USA! Nació en Brasil y, claro, futbolista tenía que ser. El Beckham iba para modelo de pasarela, de esos que marcan paquete desfilando en calzoncillos, pero su origen humilde y rica ambición le llevaron por otros derroteros. Conserva, sin embargo, su inclinación natural por el arte de la moda y el pavoneo.
Ronaldinho quería ser dentista. Deco, lotero. (Le queda como consuelo que mete muchos goles de potra o suerte). Villar no iba para nada, por eso ahora es presidente de la Federación Española de Fútbol. Luis Aragonés quería ser sabio, pero al final se quedó en monosabio nacional, previo paso por la escuela Curro Romera del Atlétic de Madrid y la escuela de cine del Colegio de Entrenadores. Fernando Alonso, nuestro flamante campeón de Fórmula I, aspiraba a ser taxista hasta que se convenció (chico inteligente) que arriesgaba menos su vida metiéndose a piloto de carreras.
A Kasparov le gustaba mucho la política desde pequeño, pero era incapaz de concentrarse cuando empezó a estudiar. Prefirió jugar al ajedrez, donde manda más que el rey la reina ¡juntos! Roberto Heras, nuestro flamante ganador de la Vuelta Ciclista a la España del dopaje, quería estudiar farmacia. Al final se tuvo que conformar con leer los papelines informativos de las medicinas montado en la bici. Severiano Ballesteros tenía una obsesión: ser un marqués. Al principio se dedicó al golf en plan profesional, pero como aquello era muy sufrido, decidió jugar sólo por placer (y claro, no metía ni una). También era muy sacrificado ser yerno de don Emilio Botin, así que abandonó esta práctica.
No conozco a ningún español que de pequeño quisiera ser nadador profesional y que viva de mayor para contarlo: todos acabaron ahogándose. Yago Lamela siempre tuvo muy en mente el dedicarse al mundo de la escalada. Le encantaba subir pendientes dando pequeños saltitos. Un día le salió un gran salto, pero en horizontal, y todos creyeron que se había equivocado de profesión. Qué va, lo suyo fue cosa de un día. Laporta quería con todas sus fuerzas ser presidente del Barça, el club catalán por excelencia. Todavía está a la espera, pues sólo tiene un auténtico catalán en nómina: Oleguer.
Yo mismo, aquí donde me ven, soñaba en mis años juveniles de borrachera política, con ser presidente del Gobierno de mi comunidad…. de vecinos. Para pasarme por el arco del triunfo a todo quisque. Fíjense qué bajo he caído.
En fin, que no somos nadie. Sueña con una profesión, un ideal o una dolce vita para que luego te pase lo que al Chengue Morales: que ni chicha ni limoná, que ni fútbol ni boxeo. A algunos es que les cuesta bastante aprender un buen oficio.
1 comentarios:
Pues el Javi Navarro iba para cura, pero se quedó dando hostias en el fútbol. Y Maradona iba para dios y se quedó en d10s.
Poli Díaz iba para taquillero y se quedó vendiendo entradas para drogarse en esas tiendas de campaña de Vallecas de las que nos ha informado la prensa.
Sería interesante hacer un ranking de todas esas figuras que de alguna manera han defraudado a los aficionados con su comportamiento en la vida.
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