20 de diciembre de 2005

NI DEPORTISTAS A TORTAS NI DEPORTISTAS CON VELO

Acabo de ver hoy en la telemeada cotidiana de Antena 3 unas imágenes que me han hecho vomitar las lentejas que tan ricamente estaba engullendo. La noticia era una auténtica apología del boxeo femenino, incluyendo a dos chicas guapetonas que se daban sobre un cuadrilátero unos mamporrazos de no te menees al grito estentóreo de un público entregado a tan noble causa. ¿Tantos años de feminismo galopante, para acabar en esta cochinada?

Sólo ha faltao que las gachises estuviesen en pelota picada para que el espectáculo fuese completo. Quiero decir, para que el papelón de estas mujerucas hubiese resplandecido más que un sol. ¿Tan mal tenemos ya las meninges en este país desnortado? Si la liberación de la mujer consiste en que ahora pueda liarse a guantazo limpio con una competidora, bajo los focos de un ring, es que todavía hemos avanzado bastante poco en esto de la evolución humana. El boxeo entre dos machotes ya me parece demencial, pero yo creía que algunas féminas tenían mejor gusto deportivo. Se ve que no. Incluso hay bastante personal que es capaz de perder una noche –rascándose el bolsillo- para ver a dos señoritas pegarse hostiazos bajo la cobertura de la palabra "deporte". Pues bueno, pues vale, pues de acuerdo. Lo que se metan en el bolsillo después tendrán que gastárselo en cirugía estética, cuando jubilen los guantes. Hasta se podrán hacer una nueva cara y así volver al anonimato. Lo malo es que el cerebro –por mi dañado que esté- no admite recambios ni parches.

En fin, algunos dirán que viva la liberté y la egalité. Si es a costa de la fraternité, conmigo que no cuenten. Viendo el desparpajo con que ambas mozuelas se zurraban la badana, me parece que allí había poca camaradería, aunque al final de la mutua paliza ambas acabaran dándose unos muá muá la mar de cariñosos.

Y es que vivimos en un mundo en que o nos pasamos o no llegamos. No hace mucho se celebraron en Teherán los cuartos Juegos Islámicos Femeninos, nacidos en 1993 para luchar contra "la discriminación de las musulmanas en el deporte". A diferencia de sus colegas de los tradicionales Juegos Olímpicos, las más de 1500 participantes musulmanas se juegan algo más que unas medallas. "No es que mi marido esté en contra del judo, es que está en contra de mi amor por el deporte y en el trabajo no me dan fácilmente los permisos que necesito para participar en las competiciones" –leo que afirma una atleta, a la que casaron en un matrimonio pactado sólo 24 horas antes de que partiese hacia Teherán para representar a su país. Ya digo, unas mujeres tan pretendidamente libres (hasta para partirse la cara con otra mujer, ante la calenturienta mirada de miles de espectadores) y otras tan esclavas de normas y convencionalismos político-religiosos.

Algunos países (léase Pakistan, por ejemplo) ya envían a estos Juegos alguna nadadora. Gracias a que una firma deportiva ha tenido el coraje de diseñar un traje de competición que cubra todo el cuerpo. Irán, otro ejemplo, ni siquiera acepta esta vestimenta, seguramente temiendo que sus mujeres se resfríen si muestran un milímetro de su cuerpo serrano. Ante todo, la pureza religiosa. Y es que por ciertos sitios todavía andan con estos tiquismiquis tan pueriles. De acuerdo con los preceptos musulmanes, los hombres han permanecido ajenos a este certamen olímpico. El público estaba formado exclusivamente por mujeres, excepto en pruebas como el golf o tiro con arco en que podían asistir fotógrafos masculinos, dado que en ellas la vestimenta es totalmente pudorosa. (Supongo que a las deportistas no se les verá ni las uñas de los pies).

En dichos Juegos participaron también algunos países tan poco musulmanes como Inglaterra, pero es que la organización ha dado el visto bueno para que intervengan musulmanas de países no islámicos. Lo que no cuentan las crónicas es si deben ser cojas o mancas, porque en uno de los partidos de fútbol sala más esperados, las chicas de Irak derrotaron a las de Inglaterra por 14 a 1. Ganar a la pérfida Occidente está chupao.

Pese a todo, incluido el amplio ejército de vigilantes de la moralidad que rodeaba la competición para que ninguna mirada indiscreta espiase a las deportistas y se condenase con la vida eterna y la erección correspondiente, los mulás y clérigos andan con la mosca detrás de la oreja porque eso de que la mujer practique deporte –aunque sea tapada con larga túnica y con el velo hasta la coronilla- es un invento del maligno. A estos capullos troglodíticos habría que encerrarlos en un zoo y liberar de sus jaulas a los pobres monos y gorilas cautivos. Puestos a encerrar animales, qué mejor que a estos cagamandurrias, mucho más atrasados en la escala evolutiva que los macacos y orangutanes.

Señor, señor, si es que el mundo está muy mal repartido. Aquí en las Españas dos chavalotas repartiéndose tortazos por amor al deporte y a las pelas y allá en Irán las deportistas jugándose el cuello por sudar la camiseta… la túnica y el velo, ante la atenta mirada del cavernícola religioso de turno. Jo, ni tanto ni tan calvo.

1 comentarios:

la aguja 20/12/05, 9:46  

Sobre el boxeo femenino:
Pues no sé qué decirte. Es cierto que este deporte está en decadencia, más que nada porque la mentalidad de la sociedad ha cambiado. Ya me he pronunciado al respecto en algún artículo mío. Cada cual entiende eso de la igualdad como quiere. Efectivamente, oír a chicas profiriendo maldiciones y tacos es algo que asusta. Pero viva la igualdad. Ahora, ellas fuman más que nosotros, estadísticamente hablando. Parece que van a asumir lo malo del "varonilismo".

También habría que destacar que algunos médicos están encontra de los golpes en los pechos, algo que el varón no sufre en el boxeo. Sus razones argumentan, pero hay para todos los gustos.

Sobre el islamismo deportivo:
Pues olé por las mujeres islámicas. Defiende su derecho a la igualdad jugándose el cuello, o la lapidación pública. Estos "musulmonos" están en la Edad Media europea, cuando se utilizaban aquellos cinturones de castidad y aquellas torturas...

Y no es de extrañar ese partido de fútbol sala que han perdido las inglesas. Pensemos que las mujeres musulmanas en Londres tampoco lo tienen fácil para la práctica del deporte.

Ya no es el derecho a la práctica deportiva, que es lo de menos. Ni tampoco se trata de la igualdad entre sexos, máximamente. Se trata del respeto a los Derechos Humanos.

Tan peligroso como los nacionalismos son los "religionalismos". Sólo para descerebrados. ¿Dónde está aquella idea de la aldea global y el respeto mutuo? Un aplauso para esta idea de los Juegos Musulmanes Femeninos. Seguro que los organizadores también han arriesgado su cuello.

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