3 de febrero de 2006

LOS POBRES SÓLO HACEN BULTO

En Italia se está armando una buena porque el señorito Berlusconi (al que más de uno le haría la cirugía estética, pero en el cerebro) está dando mucha pasta a los equipos ricos y unas migajas a los pobres. En caballero tan fachoso es normal este comportamiento abyecto, pero ya es que ni siquiera guarda las debidas formas, o sea, que da los bofetones a la cara y riéndose ante las cámaras. Hasta ahí podíamos llegar. Don Berluscone es dueño de media Italia en lo que se refiere al tema del gobierneo y de los medios de incomunicación, incluidas teleles. Como siga así dejará pequeño al Duce, por mucha sonrisa de conejo que se marque. Su última jugarreta tiene que ver con el fútbol, donde también tiene aposentado su trasero. Resulta que Mediaset (una empresa del amigo) está ofreciendo un dineral a los grandes equipos como el Juventus o el Inter (pongamos de 200 millones para arriba), mientras que a los clubes modestos les da una patada en el culo junto a una propinilla de unos 10 millones, para que se compren tiritas para bajar la inflamación. Ya se sabe que los equipuchos están para rellenar y hacer bulto, mientras que los equipazos actúan para la Historia, aunque luego sus enormes éxitos y pequeños fracasos deban conseguirlos en lucha desigual contra los parias de la tierra. El escandaloso asunto está en el Parlamento, aunque como allí sigue cortando la pana y el trinque don Silvio, pues eso, que poco habrá que hacer salvo que los modestos se planten y hagan algo sonado. ¿Qué tal negarse a jugar contra los equipos grandes? Porque la cosa tiene su gracia: juega la Juventus contra la Fiorentina y el Berlusconi le suelta al equipo turinés –pongamos por caso- 10 millones de euros y a los florentinos les invita a una bolsa de pipas valorada en unos cuantos céntimos. ¡Y todo por disputar ambos el mismo partido! Pero esta política de tomar el pelo a los desgraciaos (sean equipos, personas o bichejos) no es sólo privativa del gobernante-mangante italiano. También en España, las empresas de la cosa deportivo-sexual hacen abusivas discriminaciones al uso aunque por el momento no tan sangrantes como la de Berlusconi, aunque todo se andará. Este desprecio a las reglas de la igualdad –a igual trabajo- y la minusvaloración consiguiente de la mayor parte de los equipos deportivos, está muy incrustrado en las meninges ideológicas de los que viven del cuento. En el diario AS escribe el excelente articulista Juan Mora, en relación a la Euroliga de baloncesto: “Habría que hacer una liguilla más corta. La criba, que se hiciera entre los peores equipos. La competición ganaría en intensidad, emoción e interés. Porque el interés, la verdad, está siendo mínimo”. Traduzco: don Juan quiere decir que los equipos pequeños (“los peores”) están jorobando el espectáculo, obligando a los equipos grandes a enormes desplazamientos y gastos de energía. En efecto, la fase de clasificación de la Euroliga baloncestil es una extravagancia larga y aburrida, pero de eso no tienen culpa los equipos pequeños. Habría que exigir que haya unas eliminatorias a dos partidos (ahí es donde se da la auténtica emoción e interés) y si un equipo grande pierde, que se vaya a llorar a su casa o a una repesca. Sin embargo, los enteraos en esto lo que pretenden es que en la liguilla sólo jueguen los mejores equipazos, con un par de equipuchos de invitados por aquello de hacer un poco de bulto y sentar un pobre –o dos- a la mesa de los que cortan el bacalao. Y digo yo, ya puestos, ¿por qué no se organiza de una vez una Euroliga sólo entre los equipos de alto copete? O mezclamos a los ricos y a los pobres con idénticas reglas y posibilidades o rompemos la baraja y hacemos una liga de pobres y otra de ricos, para que se vea claramente el pastel. El embuste de ahora –chicos y grandes mezclados con reglas que favorecen exclusivamente a los grandes- es una tomadura de pelo digna de mi ilustre peluquero. Es el mismo tema de la Copa de fútbol española. Primero se enfrentan los pezqueñines para destrozarse unos con otros. Mientras tanto, los grandes están de parranda, como si no tuviesen plantilla y presupuesto de sobra para disputar Champion y Copa simultáneamente. Pero claro, hay que evitar la sorpresa de que el Bollullos C.F. elimine a un partido al Madrid o Barcelona y se acabe el negocio y se vaya al carajo el presupuesto. Porque todo esto que vengo comentando muestra a las claras que aquí lo único que interesa es la pasta gansa. El parné. El deporte es puro accesorio folklórico. Me parece muy bien que los grandes equipos jueguen sólo entre ellos, al igual que los ricachones del planeta sólo se ven también entre ellos. Pero si se mezclan con los del montón –aunque sólo sea para disimular- habrá que exigirles (por dignidad y por decencia) que jueguen con las mismas armas y los mismos riesgos. Y si no, que se vayan a hacer puñetas. (Obnubilado como estoy por el socialismo zapateril que nos mangonea y sorprende cada día, hoy me ha dado un ataque de “socialismosis” agudo que no se pué aguantar).

1 comentarios:

la aguja 5/2/06, 16:57  

Dejando aparte cualquier atisbo de ideologías políticas, pienso que el socialismo es consustancial al deporte. Al menos para que el deporte funcione.

En una competición cualquiera, ricos y pobres son iguales, y valen tanto como la calidad que atesoran (pensemos por ejemplo en una sansilvestre).

Evidentemente, en el futbol ese razonamiento se pervierte. En un equipo rico habrá más calidad que en un equipo pobre. Pero de eso no tiene la culpa el deporte, sino el capitalismo que ha puesto precio a la calidad de los individuos.

La solución en ese nivel de competición pasa por volver al socialismo deportivo. ¿Recuerdas aquel enlace que te hice hará más de un año a una página que explicaba grosso modo el funcionamiento de la NFL?

Pues así funciona (y funciona de verdad) una liga profesional en el país capitalista por excelencia: basándose en planteamientos socialistas.

Repito para el que se haya olvidado a estas alturas del comienzo de mi comentario: dejando aparte cualquier atisbo de ideologías políticas; hablo de ideologías filosóficas. Tenía que dejar esto claro, que el personal, con el fútbol y la política, pierde las buenas formas y las buenas costumbres.

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