NUESTRO BALONMANO ME HACE SANTO
Horror. Hoy la cosa no va de fútbol. Por fin consigo un día en que haya algo que me alegre las pajarillas. Vamos, que hoy voy de santo por la bitácora. ¿Y qué podemos ser al valorar a nuestros chicarrones del balonmano si no unos santos beatíficos y bondadosos? Además que, tal como se está poniendo el mundo -que no sabe distinguir una irónica caricatura sobre Mahoma de un holocausto nazi donde murieron asesinados 6 millones de judíos- lo mejor es dedicarse a repartir incienso a diestro y siniestro. Así no pecamos y ganamos el cielo eterno, incluídas las huríes. Más no se alarme el inquieto lector que busca por estas tierras algo más que incienso y mirra. La tentación es grande (a ella sucumbimos hoy, aunque muy agustito), pero la cabra tira al monte y el Puñetas se debe a la sátira y la ironía en estos papeles virtuales. Cuando se le seque el cerebro cerrará el quiosco y se meterá en un convento a cantar loas y glorias. Dejando a un lado las coñas marineras y las disquisiciones metafísicas, vayamos con el alegrón que nos han dado a algunos esos machotes de la selección nacional de balonmano. Da igual que jueguen en la selección que en cualquier club laico. El caso es que los gachones juegan como Dios (hoy, en plan santito, no voy a salir del vocabulario frailuno, ya verás). Acaba de disputarse el Campeonato de Europa de balonmano, ese bello deporte en el que desde hace unos años jugamos como los ángeles. Hace no mucho se ganó la Copa del Mundo y otra vez se rozó el cielo, aunque en el partido decisivo los franchutes de mi envidiada Francia se llevaron el gato y la copa al agua. Pese a ello (porque en un partido puede pasar cualquier cosa y porque en una sola hoja hasta el mejor escritor hace un borrón), nuestros muchachazos saborearon la gloria del buen juego y nos hicieron disfrutar celestialmente de lo lindo a lo largo de todo el campeonato. ¡Jo, ese partido de semifinales contra la pérfida Dinamarca lo guardaré en mis retinas requemadas como oro en paño durante muchos años! Y es que aquí no hablamos de fútbol, con sus tonterías, esos jugadores simulando caerse al suelo al menor empujón, o esas memeces de no “entró la pelotita” o “el árbitro, que nos tiene manía”. Para fuerza viril, choques y tentetiesos, los del balonmano. Y oiga, todos tan amigos, ayudando al rival a levantarse, felicitándose al acabar el encuentro y hasta la próxima, chatín. Si es que con estos chicos del balonmano da gusto divino. Hasta celebraron el subcampeonato y se raparon el chilindrón. Otros, en su lugar, se habrían puesto a llorar por la pérdida del reino y todavía estarían moqueando por las esquinas. Pero esta gente (el Iker Romero, el Barrufet, Juanín, Uríos, Garralda, Entrerríos y todos los demás) es que son así de raros. No sólo juegan como los dioses si no que no van de divos, forman una piña y ¡son hasta simpáticos! Naturalmente que el 90 % de los telespectadores españoles no saben ni quienes son (ellos a lo suyo, los Ronaldinhos o los Ronaldos, que hacen un gol cada lustro) pero lo bueno ya se sabe que sólo es paladar de ciertos privilegiados. Que no se me cabree ningún forofo del futbolín, que hoy estamos de fiesta y enhorabuena. Nuestro balonmano, a lo tonto, ocupa los primeros puestos en el mundo tanto a nivel de clubes como de selección. Y no como flor de un año en que suena la flauta por casualidad, si no porque el trabajo diario, la planificación y el pensar con la cabeza en vez de con los pies, traen como consecuencia una cadena de éxitos que ya vienen durando bastantes años y lo que te rondaré, morena. Aguantando mecha. Y nunca mejor dicho porque mira que es duro el balonmano. Pero con esas cachas y esos cuerpazos, que les echen bloqueos y milongas a sus currantes. Así que los redomados negativistas de siempre debemos felicitarnos porque con esta gente del balonmano no nos comemos una rosca. No provocan escándalos, son buena gente y hasta saben enhebrar una frase (no como otros que yo me sé). Lo malo es que preguntas a los chaveas en el cole o en la calle sobre si conocen al mejor portero de España y de Europa y te dicen que es Casillas. ¡Habráse visto ignorancia! Y es que, amigo Barrufet, no se puede tener todo en esta vida. Pero es preferible que así sea para que el orden natural de las cosas se mantenga: cuanta más calidad, peor venta al público. Y bueno, el Puñetas intentó hoy hacer un burdo panegírico de nuestros tíos buenos del balonmano cañí, pero no sabe si lo habrá conseguido más allá del ámbito carnal. Y es que, pese a que hoy las estrellas le santificaban, lo suyo sigue siendo jugarse el tipo en el infierno de la sátira y la mordacidad. No somos nadie, mejorando lo presente.
5 comentarios:
Hoy subcampeones de Europa. Mañana todo seguirá igual. La gente habrá olvidado que existe un deporte llamado balonmano y volveremos a los asuntos del colorín del futbolín.
Más dinero público para un deporte superprofesionalizado, pésimos ejemplos de actitudes deportivas, éxitos relativos en el panorama internacional, entrevistas a niñatos que no sabrían sumar siete y seis (no les llegan los dedos de las manos), un ambiente cada día más crispado, el pimpampum contra los señores de negro... Para qué te voy a contar si tú sabes más que yo de esto.
Una lástima que los poderes públicos no puedan limitar el porcentaje que los medios de comunicación dedican a la información del fútbol.
No obligeis a la gente a seguir deportes que no les gustan. Sólo sabeis criticar al fútbol como si el resto de deportes fueran perfectos y jugasen por amor al arte.
Querido anónimo,
ya que has hablado en plural, y tras mi comentario, me tomo la licencia de contestarte.
No es tanto criticar el fútbol, que como deporte podríamos decir que su concepto es ancestral y universal, sino todo el aparataje que existe hacia lo que ello mueve. Poder fáctico, poder mediático, poder político, poder económico...
Yo le daría la vuelta a tu primera frase: que no me obliguen a mí a seguir un deporte cuando quiero seguir otros muchos.
Los demás deportes, en efecto, también viajan con sus miserias. Pero nunca han pretendido ser el deporte "oficial" del mundo. Quizá porque el aparataje que hay a su alrededor no lo permite. Si algún día otro deporte llegara a las cotas de popularidad del fútbol y las utilizara en detrimento de otras modalidades, ten por seguro que también sufrirá mi modesta condena.
El fútbol se ha convertido en una espiral que engulle cuanto hay a su alcance, llegando a justificar per se cuanto acontece a su alrededor. Lo mismo un escupitajo o una agresión en la cancha que la recalificación irregular de unos terrenos de una SAD o un endeudamiento por encima de los porcentajes permitidos.
Misérrima vida la de aquél que se contenta con lo que le dan. Me recuerda el mito de la caverna, de Platón. En fin, si eres feliz aceptando ser dirigido por todos esos poderes a los que he hecho mención más arriba...
Pero te puedo asegurar que hay vida interesante (e inteligente) después del fútbol.
Hay suficientes medios de comunicación como para estar informado del deporte que uno prefiera. Hay vida más allá de la televisión pública.
Sí, y del Marca, y del As, y del Mundo Deportivo, y del Sport, y de...
Pero francamente, me cuesta encontrar información de otros deportes cuando el 80% de la información es monotemática, aburrida y agobiante.
Y como soy contribuyente de la televisión pública, me quejo de que me den hasta la saciedad algo que ni me interesa ni me aporta nada constructivo.
Me alegro mucho por ti, ya que a donde mires encontrarás fútbol. Seguramente por eso no te quejas. Pero precisamente por esa razón yo me quejo. Por esa, y porque tengo derecho a quejarme.
Déjanos, por lo menos, el recurso al pataleo.
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