25 de abril de 2006

SE BUSCAN 105 TONELADAS DESAPARECIDAS



Siendo ésta una bitácora con vocación satírica sobre todo lo que tenga que ver con la cosa deportiva (aunque sea una brizna de césped), comprenderá el sufrido lector que hoy pasemos de Champion Li, Fórmula I, éxitos del Nadal y retirada de Zidane para centrarnos en un suceso descacharrante, digno de figurar en cualquier antología deportiva. Haré un sucinto resumen del asunto.



Con esa afición que les ha dado a los jerifaltes deportivos de levantar instalaciones temporales que, una vez finaliza el evento, se van a tomar por saco (con perdón), allá por diciembre de 2004, se ubicó en el Estadio Olímpico de Sevilla una cancha de tenis válida para 23.500 personas para disputar la final de Copa Davis entre España y los pérfidos EEUU. El estadio se cubrió parcialmente con una estructura tecnocalada de poliéster de una superficie de 4.000 metros cuadrados, montada en el suelo y posteriormente elevada a 23 metros del mismo. La cubierta tenía un presupuesto que rondaba el millón de euros. Acabados los partidos -dijeron- "se desmontaría y quedaría para algún otro recinto deportivo". En efecto, el armazón de la cubierta fue –al cabo de varios meses- trasladado a un espacio de propiedad municipal, donde ha dormido el sueño de los justos y los benditos hasta que a primeros de abril de este año se descubrió que la estructura (nada menos que 105 toneladas repartidas en 2500 barras tubulares y 680 esferas) había desaparecido como por arte de magia.


¿Va comprendiendo el perspicaz lector? Ciento cinco toneladas evaporadas en un pis pas. Visto y no visto. Nada por aquí, nada por allá. Tararí que te vi. Pero sigamos con la historia. La desaparición pasó desapercibida bastantes días para el Alcalde y, especialmente, para el concejal de Deportes del Ayuntamiento sevillano hasta que la semana pasada la oposición municipal destapó el pastel. Fue en ese momento cuando dicho concejal reconoció la voladura mágica de la cubierta y presentó la correspondiente denuncia ante la Policía. El alcalde, mientras tanto, hacía de Spiderman subiéndose por las paredes del despacho, ya que “la cubierta tendría que haber estado perfectamente controlada en todo momento pues además de su valor material tiene un valor inmaterial al tratarse de una estructura que nos sirvió para hacer un acontecimiento de proyección internacional”. Bellas y poéticas palabras las de Monteseirín, el alcalde, un tipo al que le pasan las cosas más raras del mundo, pero de las que él siempre se entera tarde. Cosas de los espíritus y, quizás de Harry Potter, que vigilan su salud, sueños y pesadillas para mayor loor y gloria de sus sufridos ciudadanos.



Naturalmente que han rodado cabezas por el desaguisado volandero. Ha sido cesado uno que pasaba por allí, un tal Jose Luis Pardillo (el apellido ya lo dice todo), jefe del Servicio de Obras y Proyectos del Instituto Municipal de Deportes. Aquí los políticos nunca tienen la culpa de nada, empezando por el alcalde y acabando por el concejal más tonto de la corporación, que siempre suele ser el de deportes o el de tráfico. De modo que nadie se enteró en toda Sevilla del movimiento de aquí para allá de 105 toneladas de chatarra de poliéster para cuyo traslado debieron hacer falta unos cuantos camiones y grúas de gran tonelaje. No hay gente más ciega que la que no quiere ver. “Es un desgraciado acontecimiento, más que un hecho negligente” ha manifestado el responsable municipal de la cosa deportiva, un camarada de Izquierda Unida con un morro que se lo pisa, primero ocultando el robo y después calificándolo de “acontecimiento”. Sí, como la Semana Santa o la Feria, no te fastidia el gramático éste…


Al final resulta que la Policía, según las últimas noticias, ha detenido a dos personas que al parecer tenían en un solar la mayor parte de la cubierta. Presuntos culpables de robo aunque merecedores de una medalla olímpica a la discreción, el saber hacer, el fair play y todo lo que el sagaz lector quiera porque hay que ser unos profesionales de tomo y lomo en un país de chapuceros (empezando por los políticos municipales) para desempeñar su trabajo con la perfección realizada: desplazar 105 toneladas desde un solar municipal a uno privado sin que se enterase ni el gato. “Debió de ser una operación rápida” balbuceó el concejal de marras (un tal Silva, experto en silbar mirando para otro lado). ¡Y tan rápida! Quizás en los próximos días haya novedades y hasta cesen a algún otro jefezucho ajeno al asunto. Dará igual. El ridículo ya no hay quien se lo quite de encima dentro del Ayuntamiento sevillano ni al alcalde, ni al concejal de deportes ni al que asó la manteca.

3 comentarios:

la aguja 27/4/06, 1:56  

Bueno, amigo Juan. Creo que en este año y pico de mutua correspondencia hemos siempre coincidido en nuestros puntos de vista.

Quizá, a lo mejor, alguna vez hemos dejado de lado leves matices y nos hemos echado un capote uno al otro.

Pero lo de hoy debe ser inscrito en el libro de oro de las bitácoras hispanas.

Juro y perjuro que no he hablado con Juan Puñetas para ponernos de acuerdo y escribir sobre lo mismo.

Dicho lo cual, paso a añadirte algún comentario más personal que sobre el artículo en sí, pues ya me he explicado en mi columna sobre el particular.

La verdad sea dicha: estos políticos son gilipollas. Y nosotros más, que les votamos.

Este es el país de la pandereta, y Sevilla el de la cuchufleta. En un país civilizado, un tío con los roncones bien puestos dimite.

Se va y no dice ni adiós. A lo sumo musita un "lo siento".

Pero ya no es el robo. Es la impunidad con que estos tipos de la corbata actúan día tras días manejando y manipulando las pesetas que a todos nos ha costado ganar más de un disgusto.

O esto cambia o habrá que empezar a pensar en nacionalizarse en otro país. Que se vayan ya de una vez, que no son más que un atajo de comedores.

Leonardo 28/4/06, 22:36  

Sin dudas una historia veraderamente increíble, cinematográfica diría yo.

la aguja 2/5/06, 3:09  

Sí, Leonardo. El asalto al tren de Glasgow, pero a la española, jajaja. Saludos.

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