UNA SENTENCIA PARA DISCUTIR
No he visto por esos mundos del diablo referencias a una noticia que “La Opinión de Malaga” publicaba el 29 de marzo de los corrientes, molientes y malolientes tiempos. Allí se afirmaba que el Juzgado de lo social nº 5 de Málaga condenaba al CD Balonmano Málaga a abonar una pensión vitalicia mensual de 234 euros al pivote Rodríguez Alba, lesionado en 1997 mientras se entrenaba con el equipo. Y ello a pesar de no militar en un club profesional ni estar dado de alta en la seguridad social. La noticia presagiaba cierta conmoción, pero fue y no hubo nada, por el momento: “Una sentencia agita el deporte amateur”.
Aunque la cosa no va con el fútbol ni con el motor parece que no tiene mucha intríngulis. Pero, como afirmó el letrado del equipo, la sentencia “es una bomba”. El lado humano nos habla de un chico de veintipocos años que jugaba en un equipo de la División de Honor B de balonmano. Tras la grave lesión tuvo que ser operado, le pusieron en la columna tornillos y una placa, no se podía mover y la rehabilitación fue larga y durísima. El jugador acudió a los tribunales para solicitar una compensación económica por su invalidez para la práctica del deporte. El Juzgado le estimó la demanda, con lo que tanto el Instituto Nacional de la Seguridad Social como la Tesorería General de la Seguridad Social recibieron un puñetazo legal en todos los morros. La demanda se amplió contra su equipo, el Club Balonmano Maristas de Málaga, el cual poco después pasó a denominarse CD Balonmano Málaga, lo que obligó a repetir juicios y perendengues. Las consecuencias últimas son que ”la jueza obliga al club al pago de la cantidad citada antes, de forma vitalicia, por incapacidad permanente total para jugar al balonmano derivada de un accidente laboral”.
Los actuales dirigentes del club han puesto el grito en el cielo y la mano en los bolsillos. “Este es un club sin ánimo de lucro, no una sociedad anónima. La División de Honor B no es una categoría profesional. La sentencia es una barbaridad jurídica, una burrada tan grande que los clubes amateur desaparecerían, porque ninguno podría hacer frente a este gasto”. Así que, amigo lector (o lectora, que alguna hay), ponga usted el caletre a rumiar y a ver qué opina sobre el asunto, porque todo el dinero que le den al chaval será poco, pero el papelón que pueden correr los equipos que juegan en las categorías no profesionales (la inmensa mayoría) es de época.
Unos cuantos datos más para ayudar a pensar pensativamente. En el mundo del amateurismo hay mucho oscurantismo en torno al dinero. Muchos jugadores ganan, aunque me llamen racista, “en negro”, o sea, a oscuras y en tinieblas. Generalmente no hacen declaración de la renta pues lo suyo se entiende que más que una retribución es una compensación de gasto motivado por el ejercicio de esa actividad deportiva. Para complicar más la cosa, el jugador lesionado no cobraba “en limpio” ni siquiera el salario mínimo interprofesional, lo que podría dar algo de luz al asunto. Pese a lo cual, dicen en el club, “la jueza considera que se trataba de un jugador por cuenta ajena, con un contrato de trabajo, y lo equipara a un deportista profesional”. Y al serlo, “el club ha incumplido con la obligación de dar de alta en la seguridad a sus jugadores”. Equipos de la misma categoría, al ser asociaciones deportivas sin ánimo de lucro, no los tienen tampoco dados de alta.
Comprendo que hoy el asunto tenga castaña y sea una castaña, pues ya se sabe que lo jurídico no es la alegría de la huerta y a los que hacen las leyes y las aplican les enseñaron muchos trabalenguas y farfolla palabrera, pero poca sintaxis y claridad lingüística, pero es lo que hay. Así que terminaré intentando explicar el final a la pata la llana: los clubes amateur, sean de fútbol sala, balomano, fútbol, baloncesto, voleibol, tenis o de mus, lo llevan claro… ¿Cómo afrontar unos gastos para los que no están preparados? ¿Se verán obligados a pedir limosna a la puerta de la iglesia? ¿Acudirá papaíto Estado a socorrerles? ¿Cerrarán el kiosko por defunción? Chi lo sá, que diría el gilipollas de Berlusconi. Mientras que esperamos acontecimientos, sólo nos queda el drama: “Mi hijo no puede coger peso ni hacer deporte”–afirma el padre del exjugador. Lo mismo, de seguir sentando jurisprudencia las instancias judiciales próximas, en un futuro más cercano que largo, todos los jugadores amateur serán ya exjugadores en vista del cierre por asfixia económica de los clubes. A ver si un adivinador del futuro nos echa una mano y no nos tiene en ascuas durante tanto tiempo, porque con lo lenta que es la justicia española, el Puñetas llegará también a su defunción personal por viejecito y cascarrabias y todavía estaremos esperando una resolución definitiva del caso. Mientras tanto, que cada uno se las apañe como pueda. Táctica en la que todos estamos la mar de entrenados, seamos amateur, profesionales o de sillonbol. Tanta gaita para acabar en lo de siempre.
1 comentarios:
Pues así, a bote pronto, o bote inglés que también se llama, y sin entrar en más detalles (he de releerme diez veces tu información de hoy; en verdad que es un bombazo) sólo se me ocurre una idea que no sé yo si será buena del todo.
Si desaparece el club a día de hoy por no poder hacer frente al pago, entiendo que alguien se hará responsable subsidiario de la indemnización.
Una vez desaparecido el club y liquidados todos sus bienes (hasta el último balón, que esto sí es una putada para la solución que propongo), nadie puede prohibir que las mismas personas formen otro club mañana mismo (con otro nombre, por supuesto).
A ver si puedo investigar un poco más, pero no estaría de más que ahora el ínclito Lissavetzky se pronunciara, igual que lo hace cuando se fotografía con la selección española de millonarios chutapelotas.
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