22 de septiembre de 2006

FAIR PLAY: ¡QUÉ ORDINARIEZ!


(De los periódicos): “Numerosos equipos de fútbol anuncian que sus jugadores no lanzarán el balón fuera aunque un rival esté en el suelo lesionado”.



1. Hubo un tiempo en que había una caballerosidad ejemplar en las competiciones deportivas. Hace muuuucho tiempo. Los señores que iban a disputar un encuentro se saludaban cortésmente dándose los buenos días, tardes o noches, se preguntaban por la salud de la señora o novia respectiva y no se regalaban una cajita de bombones porque el bolsillo andaba más tieso que una mojama. Tiempos en que el personal jugaba por amor al arte, a veces costándole el dinero, porque creían ciegamente en el dicho “cuerpo sano, mente sana”. No había patrocinadores, así que las camisetas lucían impolutas, sólo con el escudín del equipo y el número. Y cuando acababan, a menudo los dos equipos hasta se echaban unas cañas a la salud del rival, se hubiese ganado o perdido. La gente acudía a los estadios a pasar el rato viendo a aquellos seres tan fuertotes y sanotes darle a una pelota como si fuesen niños chicos.



2. Los tiempos, con esas cosas de la modernidad y el progreso, arramblaron con tanta coña bucólica y amariconada. El deporte es ser el mejor, ganar siempre y como sea, hacerlo jugando al límite del reglamento. Los jugadores ganan una porrá de millones, o están en ello, así que es mucho lo que hay en juego. El Estado presume de los mejores, las regiones y pueblos se desviven y relamen de placer si alguno de sus equipazos gana alguna copichuela o copetín. Los deportistas llevan publicidad hasta en el culo. Viajan más que un comandante de un Boing 747 y siempre tienen que andarse con cuidado pues el personal los vigila para que no se den a la buena vida y la palmen después en el campo. Y es que la honra personal de mucha gente depende de estos nuevos héroes de la creación. Adiós cerveza post-partido. Adiós espectadores que acudían sólo a pasar un rato entretenido. El contrario es un enemigo que me puede arrebatar tropecientas mil monedas en 90 minutos como no me ande espabilao. Un asco, con tanta productividad, tanta responsabilidad y tanta gaita, pero mandan los tiempos.



3. Como era de esperar, la evolución degeneraría tarde o temprano en el ámbito de la deportividad y el juego limpio: si hay que hacer trampas para ganar se hacen, fuera o dentro del campo. Al enemigo, ni agua. Además, que tiene mucho cuento y hace muchas tretas. Que cuando pierde la pelota y podemos hacer un contraataque, se tira al suelo, se retuerce de dolor, echamos la pelota fuera para que le atiendan y diagnostiquen una apendicitis aguda y luego resulta que hemos perdido una oportunidad buenísima de contraataque y que el capullo que gemía a grito pelado sólo tenía teatritis. Si ya lo dice ese sátiro del Puñetas: "hombres de fútbol, no; hombres de teatro". Del malo, pero cada uno hace lo que puede. Así que, como ya estamos hartos, se van enterar. A partir de ahora, que se caigan, desconyunten o mueran. Nosotros seguiremos con la pelota en dirección recta hacia la portería enemiga y que espabilen.



4. El Fair Play a freír gárgaras. ¡Qué estupidez, ordinariez y sin sentido! Si todos mentimos quinientas mil veces en un partido. Si todos nos retorcemos como trapos cuando vamos ganando y corremos como galgos cuando perdemos. Nos hemos quedado en pelotas nosotros mismos: somos unos chantajistas, unos cuentistas, unos fulleros. Así que es hora de aprovecharse de ello y el que venga detrás que arree, aunque se lesione de verdad o se quede con la pierna patitiesa. El Código de Conducta de la FIFA, esos canallas, que lo cumpla San Judas: “Juega limpio, respeta el reglamento del juego, respeta a los rivales, a los compañeros, a los árbitros, a los directivos y a los espectadores, acepta la derrota con dignidad, rechaza la corrupción, las drogas, el racismo, la violencia y otros peligros para nuestro deporte…” ¡Qué bonita es la teoría vista desde un despacho con una moza abanicándote la pirula ahí abajo! Esto es la guerra, somos los nuevos gladiadores y morimos nosotros o mueren ellos. Bueno, ésto por ahora sólo es una metáfora pero como los tiempos se modernizan y progresan que no veas, pronto llegaremos a ello también, pero de verdad, con hospitales de campaña y toda la parafernalia bélica. ¡La cosa, que es imparable! ¿Qué culpa tenemos nosotros?



(De los periódicos): Corrupción en el fútbol italiano. Ya hay sentencias en firme. Corrupción en el fútbol inglés, con numerosos entrenadores implicados. Rodarán cabezas. Próximo estreno de la misma película en España. Permanezcan atentos a la pantalla).



Es broma, porque aquí nadie tira de la manta. Nuestra democracia es tan frágil que no lo aguantaría…

2 comentarios:

la aguja 25/9/06, 23:17  

El vil metal, que todo lo puede.

Acabaremos llamando deporte a un juego en el que no existirán actitudes deportivas, ni caballerescas…, ni tampoco humanitarias.

Mientras el rival cae inconsciente hay que aprovechar para meter un gol, que son uno menos.

Y es que son unos profesionales que viven de esto y vienen a hacer su trabajo.

Eso sí, al año siguiente, si coinciden en el mismo equipo dos que hayan llegado a las manos, pues pelillos a la mar, que para eso son profesionales que saben hacer su trabajo. Entre otras cosas, pantomimas y piscinazos como ya comentabas en el artículo anterior.

Mira tú si será corriente esta práctica que hasta ha generado un sustantivo para designarlo sin lugar a equívocos: “piscinazo”.

Lo dicho, un circo con fieras, payasos y algún que otro virtuoso.

Juan Puñetas 26/9/06, 20:44  

Amigo Agujero: nos van a condenar al fuego eterno por meternos tanto con el fútbol, y eso que a mí me gusta verlo a menudo, aunque cuando la cosa va de pestiño me largo con viento fresco. Eso sí, jamás acudo a un campo salvo si es un partidillo de chaveas. No somos feligreses ni creyentes, no tenemos fe, criticamos lo que tiene de malo (que es mucho) y no ponemos un duro voluntariamente para el invento (otra cosa es lo que nos sisan de nuestros impuestos vía subvenciones, ayudas a los clubes y etc).

Lo dicho: vamos derechitos al infierno. Incluso veo, por tu foto, que ya se está poniendo cara de demonio. Menudo porvenir nos espera...

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¡Gracias por vuestra plantilla! (El Puñetas, agradecido).