NO ME LO PUEDO CREER: ¡LOS CICLISTAS SE REBELAN!
Prometí hace ya tiempo que no iba a prestar atención al ciclismo (“A la porra el ciclismo” titulaba el 2/09/2005) hasta tanto el pelotón de los profesionales de la cosa no recobrase una dignidad y una autoestima absolutamente desaparecidas en combate. “A ver cuando les entra un poco de orgullo, se plantan y les meten los cuernos de sus bicicletas por salva sea la parte a tanto abusón, a tanto drácula y a tantísimo malandrín como pulula por las organizaciones y federaciones ciclistas”.
Cuando comenzó el serial “Operación Puerto” por el que las fuerzas vivas vendieron la moto de que medio pelotón internacional se dopaba hasta las orejas, los ciclistas respondieron como ha sido lo habitual: en plan conejo y a casita con el rabito entre las piernas. Se fueron a pique equipos como el Liberty y Comunidad Valenciana y las presiones de los órganos federativos, mediáticos y policiales empezaron a provocar un efecto devastador: todo ciclista es sospechoso hasta que no se demuestre lo contrario. Justo lo opuesto al Código Civil y Penal y a las normas básicas de un Estado de Derecho que, en el caso español, más parece de Desecho visto lo que se ve y enjuicia habitualmente. Pero como los chicos de la bicicleta seguían tragando, pues ancha es Castilla y el río Ebro.
Queda la duda de si habrá continuidad y si no es un esporádico espejismo, pero hace poco me desayunaba con este titular del diario El Mundo: “El pelotón se rebela”. ¡Ostras, Pedrín! –me dije, atragantándome con el bocata de jamón y a punto de espicharla por ahogamiento. Miré, remiré el titular y empecé a leer las dos páginas que lo desarrollaban como supongo lo hace un maniaco sexual en busca de su presa. La baba me chorreaba por las comisuras de los labios y los ojos me hacían chiribitas. ¿Será posible –me preguntaba- que estos tíos sean capaces ahora de juntarse unos cuantos y empezar a repartir hostias por un tubo? Pues, bueno, no será para tanto probablemente, pero aquella lectura acabó sentándome divinamente (y el jamón no digamos), hasta el punto que me conjuré para escribir este articulillo con la malévola intención de recordar a los sufridos ciclistas profesionales (tan sufridos que rozan y superan el masoquismo) que si ellos mismos no se quieren y defienden, no esperarán del prójimo que se parta los cuernos por sus puteados caretos.
Según leía en el periódico “un grupo de 57 ciclistas se ha lanzado a tumba abierta por las sinuosas sendas de los despachos de los juzgados” habiendo presentado demandas varias contra diversos equipos y la Asociación de Equipos de Ciclismo Profesional, firmantes de un “código ético” que excluye de la competición a los ciclistas inmersos en procesos judiciales y castiga un positivo con dos años, más otros dos para no fichar por un equipo de élite. O sea, ciclista al paro y si se suicida, mejor. Pura ética mafiosa. Porque, repitámoslo por si no se han enterado estos sátrapas de medio pelo, hasta que no hay sentencia en firme no debe haber condena, pero ellos se saltan a la torera lo legal (como lo hacen Federaciones como la FIFA o la UEFA, sin ir más lejos). No son jueces, pero actúan como si lo fueran. Y los corredores, uy qué miedo, amén, OK, yes, sí señor, lo que usted mande, mi comandante… De Juana Chaos o Ben Laden tienen más presunción de inocencia y derechos personales que Oscar Sevilla, Ullrich y compañía. Hasta que se les han inflado las gónadas testiculares y -parece ser- que de perdidos, al río, que ya está bien y que se acabó la libertad condicional que unos mamones que no saben ni montar en triciclo les vienen imponiendo desde hace años por toda la cara. Lean, como yo leí en el diario, algunas normas a las que deben estar sometidos los ciclistas participantes de ese engendro llamado UCI Pro Tour: “Los profesionales deben presentar cada tres meses un plan detallado de sus actividades personales y profesionales”. “Están obligados a facilitar el número de su móvil y el de otra persona que pueda informar de su paradero para pasar un control de dopaje en cualquier momento”. “El ciclista tendrá que comunicar el domicilio propio y documentar otras direcciones temporales de familiares y casas de amigos”. “Deben informar de sus viajes personales y profesionales así como ceder sus datos confidenciales a diversas entidades igual de mafiosas que la UCI” (Esto último lo ha escrito el Puñetas, claro).
El Mundo concluía muy juiciosamente: “Los ciclistas están obligados por contrato a comunicar su paradero las 24 horas del día y con tres meses de antelación. Deben estar permanentemente localizados para someterse a controles por sorpresa en entrenamientos o fuera de temporada. Algunos han recibido la visita de los “vampiros” cuando se encontraban cenando en su casa junto a un grupo de amigos”.
Si con estas rastreras e ilegales exigencias, (más el trato criminal que se da a los ciclistas cuando hay atisbos de dopaje, que después quedan en nada o en tremendos escándalos por falta de control y de vergüenza), los del pelotón siguen con los brazos cruzados y este inicio de rebelión les dura sólo dos días y veinte segundos, lo mejor que podríamos hacer la gente decente es dar la espalda completamente a semejante pandilla de cobardes. Antes el arado o el andamio, muchísimos más dignos, que la bicicleta. Y a los de la UCI y todos los mamarrachos que chupan de los ciclistas, que les vayan dando por donde daban a la Bernarda en sus noches de gloria y francachelas.
2 comentarios:
¿Qué fue primero: el huevo o la gallina?
¿Quién tiene más culpa: el abusado o el abusador?
En casos como éste es tan culpable la víctima como el asaltador. Quede claro que no hablo de casos en los que media la intimidación, la coacción, la violencia, y otras fórmulas denostables.
Estos ciclistas se prestan al abuso del que son objeto. Así pues, digo como el castizo refrán: sarna con gusto no pica, aunque mortifica.
Pues que apechuguen con su mortificación.
Ganan un pastón y tienen miedo a perderlo si se sublevan. Es su problema. Otros colectivos deportivos, con más dinero en juego y en los que hay que realizar un menor esfuerzo físico, son menos dóciles.
Pero estoy empezando a vislumbrar que el problema reside en que no todos tienen la conciencia limpia (más bien ninguno). Si tienes la suerte de hablar con ciclistas de la categoría juvenil puedes obtener información que te dejará perplejo.
Y como todos han pasado por el aro que les han puesto delante para saltar al profesionalismo, ahora no tienen el ánimo suficiente como para levantar la vista del suelo.
Hace tiempo me dijo un chico que practicaba culturismo y que quería competir: "yo quiero llegar lejos en este deporte; y si para triunfar hay que meterse, pues yo me voy a meter".
Se refería a sustancias poco recomendables, que es de lo que se estaba hablando en esa conversación.
Pero por otro lado sigue en pie mi propuesta de que NO TODO lo considerado dopaje es TAN NOCIVO como nos quieren hacer creer. No ha habido negociación ante una práctica instaurada desde hace tiempo, sino imposición por agentes externos al deporte, como ministros y secretarios de Estado.
Pero en tanto en cuanto ese momento llegue, los ciclistas son cobardes por algún motivo nada claro.
Al grito de "a por ellos que son pocos y cobardes", los han puteado bien puteados los sátrapas de turno. Pero hasta el animalito más perruno es capaz de soltarte una coz o un mordisco cuando se ve acorralado y con la superviviencia al cuello. Eso es lo que parece ser que les está pasando a muchos tipos del pelotón y habiéndoles dado quizás un ataque de cordura, se líen a la cabeza, se cabreen y arda París. Yo lo desearía, pero mucho me temo que va a ser que no... Y, por si acaso, para eso estarán las normas federativas y, en última instancia, los tribunales de turno, habitualmente apegados al sol que más calienta, que siempre sale por el lado del gobierno y los poderosos de turno. Así que habrá que rescatar del archivo del Arco aquel otro articulillo del 26/05/06 intitulado "¿Ciclista? ¡Ni hablar del peluquín!"
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