5 de diciembre de 2006

AL VALENCIA LE HAN ECHADO UN MAL DE OJO. O LE HA MIRADO UN TUERTO. O TIENE UN GAFE EN EL VESTUARIO. O EL DIABLO EN EL CUERPO…


Para cuando a uno no le sale nada ni al derecho ni al revés y todo son adversidades, se ha inventado una frase: “te ha mirado un tuerto”. Pues eso, más o menos, es lo que parece que le ha pasado al Valencia Club de Fútbol, pero no con un solo tuerto sino con un centenar de ellos. Porque hay que ver lo que le está pasando al equipo de Quique Sánchez Flores (el entrenador) y de su presidente, el promotor inmobiliario Juan Soler. Hombre, ambos paisanos no son la alegría de la huerta, pero no creo que se merezcan tantas desgracias juntas, que lo único que pueden hacer es avinagrarles aún más el careto.


A esta altura de la temporada, en que sólo van jugados una docenilla de partidos de la Liga y una ronda de la Champion Li, tiene el Valencia una enfermería con overbooking, donde ya no cabe nadie más, repleta como está de lesionados de corta, media y larga duración. A causa de ello los prometedores resultados balompédicos de inicio de temporada han caído en picado. Si en los cinco primeros partidos de Liga obtuvo trece puntos, en los últimos ocho encuentros sólo ha podido lograr cinco. Se puede decir que el club levantino tiene dos equipos claramente delimitados: el de los lesionados (un auténtico lujo) y el de los que juegan hoy pero mañana pueden pasar también a formar parte del primero.



Echemos una visual al hospital ché. Regueiro ha sido el último en caer con la lesión que está de moda, la rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla. No quería ser menos que otros compis, más precoces que él: Gavilán, Marchena o Edu. Unas lesiones con las que pueden estar fuera de los campos de juego entre cinco y siete meses, dándoles tiempo a leerse los cuarenta y tantos tomos de los Episodios Nacionales de Galdós más el Quijote de propina. A la lista también se han sumado en los últimos tiempos Moretti, Albelda, Del Horno, Baraja, Vicente y alguno que no recuerdo. La semana pasada, cuatro jugadores se lesionaron de una tacada, aunque la convalecencia sólo duró unos días: Villa el domingo, Miguel el martes, Morientes el miércoles y el citado Regueiro. De record Guinnes, vamos…



Desde el club valencianista ya no se conforman con la explicación habitual de la casualidad y la mala suerte. ¡Aquí pasa algo! Y se han puesto como locos a buscar alguna causa que justifique tanta desgracia. ¿La preparación física? ¿La dieta estricta a que es sometida la plantilla? ¿El terreno de juego? ¿Las zapatillas ultramodernas que calzan los jugadores? ¿Una pandilla de tuertos? ¿Una bruja piruja que anda haciéndoles el vudú, a sueldo de algún otro equipo? “Qui lo sá”. La cosa ya empieza a sonar a cachondeo. Y es que más vale reírse un poco que llorar a moco tendido por tanta mala pata. El día menos pensado el mal se extiende a los aficionados mediante una pandemia de gripe o de sarampión. O al presidente se le empiezan a caer los pisos con los que se ha ganado bien la vida. Así no hay quien viva, gritan por Valencia. Y es que todo se “pué aguantá” menos que el primer equipo de la ciudad ande con las extremidades inferiores echas cisco.



Así que yo propondría varias acciones para averiguar el origen de tan escalofriante asunto. Un concurso público internacional con los mayores magos del mundo para descubrir al cenizo o gafe. Una investigación de la Interpol con la Guardia Civil en la retaguardia para desenmascarar a quien ha echado mal de ojo al equipo. Un exorcismo en el vestuario para volatilizar los demonios. Un conjuro en toda regla (con su queimada y todo) para alejar los malos espíritus. Algo habrá que hacer, digo yo…., antes de que tengan que salir a jugar el masajista, el entrenador y hasta los que venden las entradas.


Comprendo que no haga ninguna gracia a los valencianistas esta racha de desventuras. Pero el que no se consuela es porque no quiere: es en la adversidad donde se forjan las heroicidades y donde maduran los espíritus y las ánimas. Luego, cuando lleguen los días de éxitos y jarana, el disfrute será mayor. Así que, seamos optimistas, no le echemos tanta mala hiel al tema, practiquemos un poco el sanísimo humor negro y, queridos, sigan buscando al culpable de la mala racha. Porque tantas casualidades no pueden ser tan casuales. Por cierto, yo que la plantilla del Valencia, compraba décimos de lotería por un tubo, siguiendo esa presunción tan hispánica que afirma que a quien lo pasa requetemal luego le toca la el gordo de Navidá. Aunque la sabiduría popular ronda el analfabetismo funcional, es cosa de probar…

3 comentarios:

txarung 6/12/06, 13:17  

la verdad es k lo teneis jodido..... pero otros lo tenemos mas...

hazme caso

la aguja 7/12/06, 4:06  

Sí, la cosa huele más a algo físico que a algo psíquico. Y para nada a paranormal.

En todo caso, sería algo para-anormal.

Que a lo mejor no han planificado bien la pretemporada, y andan todos algo saturadillos.

O que a lo mejor los entrenamientos son para campeones, y ya sabemos que a los del futbolín eso de hacer abdominales y flexiones es algo que no les hace ningún bien.

En fin, que a lo mejor la culpa la tiene la Rita “Power Ranger” Barberá, que es una alcaldesa demasiado potente.

Si averiguas el motivo de tanta camilla ya me contarás.

Juan Puñetas 8/12/06, 22:42  

Pues creo, amigos, que he encontrado la clave del asunto y que ahora, en rigurosa exclusiva puñeteril, paso a contaros. Resulta que, según mis fuentes, que beben rica horchata, el cuadro técnico encargado de la preparación física copió literalmente para sus chicos el plan de entrenamiento que los grandes campeones españoles se aplican entre táctica y estrategia. Así, un poquito de la preparación de Nadal, otro poquito de la de Alonso, otro de la de Gasol y los chicos del basquet, las sesiones de resistencia de nuestros fondistas de los 1500 y otros plagios similares (entre los que destacan los ejercicios de concentración y velocidad de nuestros motoristas Pedrosa y compañía) les han hecho pensar que conseguirían de la plantilla de futbolistas del equipo ché unos atletas del copón. Y, claro, a los cuatro días de iniciar tan potente plan han empezado a llegar las consecuencias. Pero como no quieren dar su brazo a torcer, cada partido y entrenamiento tiene su nuevo mártir. Y mientras tanto el Quique no se entera de nada porque lo suyo es la filosofía, las buenas palabritas y rezar. Otras fuentes con garganta más profunda (adeptas también a la paella y el marisco) me informan que la actitud del equipo ténico-físico valenciano obedece a que están investigando la tesis de que -como sospecha la Aguja- a los futboleros no les sienta nada bien una preparación física como dios manda, tal como reciben otros ases del deporte, menos millonarios pero más trabajadores. Y están obteniendo datos concluyentes al respecto. Sólo es cuestión de un par de semanas para finalizar la investigación y el Valencia volverá a su placidez habitual. A cambio, aspiran a conseguir el premio Nobel del Deporte.

Que conste que el Puñetas no se cree mucho lo que le cuentan sus fuentes, algo habituadas también a la ginebra, el guisqui y la fantasía, pero yo lo cuento aquí por si acaso, al igual que hacen algunos diarios deportivos del mundo mundial con cualquier cosilla que sus gasgantas profundas imaginan entre sueños sobre el dopaje de los deportistas españoles.

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¡Gracias por vuestra plantilla! (El Puñetas, agradecido).