28 de octubre de 2007

EL PELOTAZO DE JUANDE RAMOS Y LA MORALEJA...


Cuando es noticia habitual que un club de fútbol despida abruptamente a un entrenador porque el equipo no gana tres partidos seguidos, resulta curioso y extraordinario que ocurra al revés: que un entrenador le dé la voleta a su equipo, incluso cuando las cosas marchan bastante bien.



Como ya sabrán, ese ha sido el caso de Juande Ramos. El Tottenham inglés se ha encaprichado del ya exentrenador del Sevilla y le ha puesto en todos los morros la bonita cantidad de 6,5 millones netos por temporada (más o menos su sueldo anterior multiplicado por seis). Una cantidad a multiplicar a su vez por cuatro temporadas si es que el amigo consigue buenos resultados, que si no le ocurrirá lo que es habitual en estos casos: le darán puerta y de lo firmado ni hablar. Así que ya tenemos a un entrenador español como el mejor pagado del mundo. Algunos patriotas han empezado a sacar pecho. ¡Como si a ellos les fuese a caer algunas migajas de tan fabuloso contrato!



Como ya he escrito en alguna ocasión, en el mundo del futbolín los contratos son papel mojado, además de mentiroso. Están para incumplirlos. Habitualmente suelen ser los clubes los que se los pasan por el arco del triunfo, pero es frecuente también que los grandes ases lo hagan, con el cuento ese de que “ya no son felices en el equipo” (que traducido quiere decir: “me pagan más en otro sitio, así que me largo”).



Los clubes modestos (y el Sevilla lo es, pese a los éxitos de las últimas temporadas) están siempre con el culo al aire. Cuando menos se lo esperan llega la poderosa zarpa (o verga) de algún equipo ricachón y y les da por detrás, llevándose al mejor del equipo, al entrenador o al utillero si hace al caso. Les dejan, sí, una buena porrada de millones para curarse el escozor, pero con la cual nunca saldrán de modestos o pobres. (A veces se llevan a tus jugadores simplemente para hacerte más débil, pues ocurre que después su nuevo club apenas cuenta con ellos y son carne de banquillo. Así funciona el negocio entre ricos y pobres).



Regresando a Juande Ramos, como era natural soltó sus lagrimitas cuando se despidió de la plantilla sevillista. Un teatro que por demasiado habitual ya resulta sonrojante. A los pocos minutos un jet privado lo trasladaba a Londres, suponemos entre las risas del personal de a bordo. Y con los dedos haciéndole ascuas ante tanto billetaje como van a contar de ahora en adelante, hasta que los hijos de la Gran Bretaña le den el portazo un año de éstos, aunque en esto hay que reconocer que son algo más serios que los hijos de la Gran Spain.



MORALEJA.



Algo huele a podrido en el mundo del fútbol y del bufoneo en general. Cuando leo que un equipo de Primera División (el Almería) tiene un presupuesto para todo el año que es inferior a lo que gana Ronaldinho en el Barcelona. O cuando escucha uno las mareantes cifras del nuevo contrato de Juande, pienso no ya en la miseria del mundo, si no en esos contratos miserables que cobran quienes se dedican a investigar contra el cáncer, por ejemplo. O a hacer el bien en otras tareas igualmente mal pagadas. Y, claro, así nos luce el pelo. Porque se me dirá que el fútbol y el deporte de élite (como el cine, la música, la moda, la televisión y otros lugares donde campan los bufones modernos) generan muchos ingresos y, por eso mismo, dan para comer opíparamente a quienes más destacan en ellos. Aún comprendiéndolo, me parece una completa obscenidad.



El Puñetas tiene el deber y casi el derecho de maldecir este estado de cosas: que se despache con dos reales y medio lo que es más necesario y sensible para nuestras vidas (incluidas las de los nuevos bufones) mientras que a muchos de éstos les sueltan la pasta a manos llenas simplemente por tener entretenido al personal. Claro que quien paga es el personal de a pie. O sea, que me cago en la leche del personal de a pie que gasta su dinerín en cosas y gentes tan insustanciales mientras, al mismo tiempo, exige que le curen gratis el futuro cáncer, le compren gratis los muebles que se llevó la riada, le eviten gratis los efectos negativos del cambio climático, le salgan gratis los libros de texto de sus hijitos, ecétera, ecétera. Porca miseria y porca ecétera…

2 comentarios:

la aguja 2/11/07, 1:17  

Por lo menos en la City no le tirarán botellas a la cabeza, que dicen que por allí los espectadores se comportan educadamente (yo siempre me he preguntado dónde meterán a los hooligans que la arman por toda Europa; parece ser que allí los sopapos que da la policía de su añosa majestad son de órdago).

Siempre pensé que el Juande le echó algo de cuento a lo de aquel botellazo, y así lo insinué en mi bitácora, pero no tan claro como lo suelo hacer porque no estaba el bollo como para hacer hornos. Se me ha escapado un buen artículo, porque lo que hizo el Dida milanés hace poco ya lo había apuntado este entrenador aquel día.

Le da la botella (de plástico y medio vacía y creo recordar que con el tapón abierto); el tipo da dos pasos hacia dentro del campo, y se derrumba dentro.

Bueno, quizá me anime un día de estos, que ahora si que está el bollo para esos hornos…

Juan Puñetas 6/11/07, 0:41  

Lo de los hoolingans creo yo que tiene su explicación. Una, que la poli inglesa arrea estopa porque para eso le pagan (aquí a más de una le pagan para que mire para otra parte) y otra porque el perro algo salvaje no suele morder en casa propia, si no en la de los vecinos o a personal ajeno. Por eso en cuanto salen de las islas, le dan al trinque alcohólico (que les sale siempre mucho más económico que en su país) y se creen en la cogorza que siguen siendo hijos del imperio, pues arman la que arman.

Son al revés que los españolitos, que se muerden y pelean entre sí, en casita, y luego cuando salen fuera son como corderitos que no hacen más que recibir tortazos a diestro y siniestro. Por eso para un jugador o entrenador del belicoso fútbol, es más agradable y sano jugar donde Cristo perdió el gorro, o sea, en esas islas británicas que no se puén aguantá...

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