EL POLVORÍN DE VALENCIA
El Levante anda con la economía bajo mínimos. Aumentaron considerablemente sus gastos, sus ingresos disminuyeron, las telecacas pagan poco y la venta de su céntrico estadio (último recurso, o pelotazo, al que están abonados muchos clubes) no acaba de formalizarse. Las deudas aumentan y los primeros que las notan son los jugadores en sus bolsillos, pese a lo cual andan procurando que no se note mucho en el campo de juego. Si bajan a Segunda la debacle puede ser total. Pero como un club de fútbol, en este puñetero país, es algo más que un simple club de fútbol, las autoridades locales y autonómicas ya andan detrás del asunto a ver si –con el dinero de los contribuyentes- pueden solventar la papeleta. Digo yo que igual que cierra una fábrica y no pasa nada, también podría irse al garete un club de fútbol, pero se ve que el nuevo opio del pueblo no puede faltar domingo tras domingo, mientras que si falla alguna pieza de la economía productiva pues bueno, pues vale, pues que le vayan dando… Veremos a ver en qué acaba la cosa levantina.
Otro que lo tiene también crudo es el Valencia. No en lo deportivo (aunque todo se andará), si no en lo laboral, lo moral y lo judicial. De todos es sabido (y si no aquí está el Puñetas para recordarlo) que en diciembre pasado el entrenador Koeman –con el visto bueno del presidente de la entidad, un tal Soler- decidió que los jugadores Cañizares, Albelda y Angulo no volverían nunca más a ser convocados con el equipo. Tras el follón consiguiente, en el que fuentes del club –más secas de sentido común que el ojo de un tuerto- decían una cosa y su contraria, ha llegado el momento de ver sentado al Valencia en el banquillo judicial ante una demanda de Albelda, que le reclama la disolución de su contrato –previo pago, claro está- ya que ni le convocan, ni le venden ni ná de ná. Lo tienen al “pobre” mío en el mismísimo limbo futbolístico.
Como era de esperar, tanto el presi ché como el entrenador de los Países Bajos, declararon en el juicio las trolas que quisieron: “El futbolista no está apartado del equipo”, “Se comunicó a Albelda que no se le volvería a convocar, pero nunca se le dijo que no volvería a vestir la camiseta del equipo”. Majaderías dichas por unos señores muy poco elegantes y bastante cobardicas, incapaces de decir las cosas como lo que son. El propio Cañizares, que actuó como testigo, señaló que los tres entrenan a distintas horas, a veces en distinto lugar, e incluso bajo una iluminación diferente, atendidos en ocasiones por un preparador físico de categorías inferiores. No les han puesto grilletes porque queda feo el detalle. (Ojo, esto no lo ha dicho Cañete, que lo digo yo). Cuando a un futbolista se le dice que no se cuenta con él, se le aparta del equipo profesional, se le tiene haciendo pachanguitas a deshoras y encima no se le resuelve su contrato, la decisión suena a simple y vulgar canallada laboral (otros menos finolis le llaman mobbing). Cualquier asalariado profesional, por muchos millones que se calce con lo suyo, tiene unos derechos y deberes que cumplir. Si no rinde, se le multa o despide. Y si cumple satisfactoriamente en su trabajo (y este parece el caso de Albelda y Cañizares, jugadores en activo de la mismísima selección nacional), entonces es que hablamos de persecución laboral.
Argumenta Koeman que él prescinde de los tres jugadores al considerar que el equipo tendrá más futuro con jugadores jóvenes. ¿Futuro? ¿Cómo puede hablar de “futuro” un entrenador de fútbol de un equipo español? Los contratos previamente firmados ¿qué son, papel higiénico? ¿Y por qué se firman cosas que luego no se pueden o quieren cumplir? Preguntas estúpidas a las que el holandés errante y su errático presidente no saben, no contestan.
2 comentarios:
«Cualquier asalariado profesional, por muchos millones que se calce con lo suyo, tiene unos derechos y deberes que cumplir».
Lo que yo no tengo todavía claro es que estos futbolistas profesionales sean asalariados como tú o como yo. El Estatuto de los Trabajadores y el ya célebre Real Decreto 1.006 vienen a decir que su relación laboral es "especial".
El quid de esta cuestión es que en el mundillo deportivo la calle es muy ancha. Si a ti o a mí nos apartan de nuestro trabajo, eso es mobbing. Pero en el deporte sólo es que "no cuento con ellos por motivos técnicos", y "que sigan entrenando que si alcanzan el nivel que necesito les convocaré".
El criterio del entrenador es el que prevalece. Hay chavales por esos equipos de dios que son profesionales pero que no han jugado un minuto en en partido oficial en toda la temporada. Se les sigue pagando, pero no juegan. Y no es mobbing. Su trabajo no es jugar partidos. Su trabajo es entrenar, y una consecuencia de hacer su trabajo bien es jugar partidos.
En el mundo laboral hay algunos cargos que han sido "defenestrados" pero que la empresa no puede deshacerse de ellos por diversos motivos. Y los tienen sentados en una mesa haciendo crucigramas y pajaritas de papel. El sueldo les llega a fin de mes (suculento sueldo) y ellos ni protestan. Se han acostumbrado a ir a su mesa y no decir ni pío. Y llevan así años y años. En el mundo de la banca cuentan que es bastante frecuente.
Bueno, hasta ahí puedo leer.
Con todas las particularidades que señalas y que, en efecto, hacen algo diferente al mundo de los curritos anónimos con estos tipos tan profesionales por millonarios, el caso de Albelda y Cañizares (dejo a un lado a Angulo por ser menos conocido) es un caso clarísimo de acoso y derribo. Estos dos tipos llevan años y años jugando con regularidad en el Valencia y en la selección española. No puede ser que , de golpe, dejen de jugar sin existir por medio lesiones, procedimientos disciplinarios o alguna causa grave. Cierto que -como señalas- hay gente a la que no pueden echar y les siguen pagando durante años todo su sueldo teniéndolos haciendo crucigramas o perdiendo el tiempo todo el día. Esto, a mi modo de ver, es un auténtico delito, aunque no sé si los legisladores miopes lo tendrán así considerado. Todos conocemos casos parecidos, de gente que ha trabajado y aportado muchísimo a su empresa pero a los que un HP decide un día quitárselos de en medio y empieza a ningunearlos, a cambiarles de destino o de cometido. Ha habido gente que ha enfermado ante esta situación. Gente responsable, seria, trabajadora que ahora se encuentra con que los quieren echar pasando por encima de sus derechos y de su trabajo.
Yo veo así el caso de Abelda y Cañizares. Lo veo tan clarísimo que me repugna el careto de Koeman y de Soler cada vez que los veo por las telecacas. Falta de vergüenza y de valentía la suya. Porque aunque sigan pagándole su dinero a estos jugadores, no sólo de dinero vive el hombre. Ninguno de los dos puede jugar ya en la selección porque no juegan en sus equipos. Y dudo mucho que un equipo de postín los quiera si se tiran una o dos temporadas haciendo el canelo en Valencia.
Sé que el juez que ha estudiado el caso no le ha dado la razón a Albelda. Era previsible porque -quizás llevado de su indignación, esa misma que yo también tendría- pedía el finiquito de todo su contrato y la libertad laboral. Pero eso es lo que correspondería hacer en un mundo civilizado y medianamente justo y si no, que Soler y Koeman hubiesen demandado a los jugadores por indisciplina, bajo rendimiento deportivo u otras gaitas. Nada de eso han hecho porque nada de eso es cierto.
Claro que al final las cosas quedarán en su sitio (espero): el tal Soler ya no está de presidente -era un inútil- y Koeman durará como mucho hasta final de temporada. Luego llegará otra gente y es más que probable que Albelda y Cañizares vuelvan a entrar en las alineaciones. Espero ese día para hacer un articulillo con un enorme corte de mangas hacia estos dos impresentables: el Soler y el Koeman. En cuanto al juez que ve tan normal esta pachanga, a ese sí que lo apartaba yo una temporadita para que se le oxigenen un poco las neuronas: el ambiente de los juzgados suele ser bastante irrespirable, según me cuentan.
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