20 de abril de 2008

FRENTE AL CABREO FUTBOLÍSTICO, SANO HUMOR CRÍTICO

Este fin de semana, apurando las últimas jornadas de Liga, en varios campos españoles (y supongo que de todo el mundo) numerosos aficionados han protestado airadamente contra las directivas de sus equipos, o sus entrenadores, o sus jugadores, o contra alguien en quien pudiesen descargar su enfado y frustración porque los resultados deportivos no acompañan. Antes el personal sólo agarraba profundos cabreos si el equipo descendía de categoría, pero ahora puede ser por cualquier tontería menor: si vas segundo, cuando lo tuyo es querer ir siempre el primero; quedarte fuera de la Champion; no alcanzar un puesto con derecho a jugar en una competición europea; ir en medio de la tabla, cuando se habían vendido aspiraciones mucho mayores… En fin, que por estas fechas anda mucho personal la mar de frustrado porque su equipo no ha respondido a las expectativas esperadas. La mayoría lo toma mal, pero civilizadamente: chilla, se desgañita ante los palcos y suelta por su boquita insultos horrorosos. Una minoría pasa de las palabras a los hechos y se dedica a repartir leña, a romper mobiliario o a montar algaradas cardo-borriqueras. Si los echaran de los campos de fútbol por tiempo indefinido, se lo pensarían los muy cafres.



Ante el absurdo cabreo futbolístico, nuestro deseo es que debería imponerse el buen humor y el uso de una mínima racionalidad de pensamiento. Habiendo encontrado este espléndido artículo del escritor Jose Antonio Garriga Vela (publicado en SUR el 8 de abril de 2008), hoy le cedemos las teclas con la admiración de rigor. Se lo dedicamos a todos los cabreados futboleros para que recapaciten y retornen al sentido común.



“SIEMPRE he procurado mirar el lado positivo de las cosas. Por ejemplo: si tú eres un gran aficionado al fútbol y tu equipo pierde semana tras semana, lo mejor será que abandones por algún tiempo esa afición. Date cuenta de que el fútbol adormece el cerebro del hombre, lo deja tan plano como el rectángulo de juego. Resulta mucho más aconsejable ir al cine y luego a una cena con una buena compañía que quedarse delante del televisor viendo cómo dejan en ridículo a tus colores.

No cabe duda de que, a veces, tu club también gana, incluso conquista algún título, pero cuando más feliz te sientes, de nuevo vuelve a perder. Es lo malo que tiene depositar tu felicidad en los pies de unos hombres que ni siquiera conoces. Yo te aconsejaría que apagaras la tele, olvidaras el partido y salieras a la calle. Reniega del fútbol y enseguida comprobarás cuánto ganas en calidad de vida. Jugarse la felicidad inmediata en un partido de fútbol es una solemne tontería.

Los hinchas de fútbol viven a expensas de los partidos que se celebran durante casi toda la semana. No salen los sábados por la noche, ni los domingos, ni los martes ni los miércoles ni los jueves. Proyectan sus vacaciones con el calendario de Liga delante. La vida para ellos se convierte en una rutina de retransmisiones vía satélite y en abierto. Hasta que llega el verano y los futbolistas descansan y entonces sólo les queda a los aficionados el consuelo de los periódicos deportivos.

Una amiga mía solía decir que envidiaba a los hinchas del fútbol porque alcanzaban el éxtasis sin gastarse un céntimo en pastillas. Ella intentó adentrarse en el mundo del balón, pero fracasó. No concebía que un juego tan simple, que además no se jugaba con la cabeza, sino con los pies, pudiera arrastrar tantas pasiones. No hay cosa peor para un aficionado que tener al lado a una persona como mi amiga, que mira el fútbol con el escepticismo de quien no comprende que alguien pueda paralizar su vida durante dos horas varias veces a la semana para quedarse embobado viendo correr a unos tíos detrás de una pelota.

No sé si he abandonado mi pasión por el fútbol o el fútbol me ha dejado a mí. Lo cierto es que desde su ausencia soy más feliz. Cuando paseo por la calle y miro los bares con la tele puesta y los hombres gritando, tengo la sensación de haber superado mi adicción a esta droga que a lo largo de tanto tiempo me ha tenido subyugado”.

2 comentarios:

la aguja 30/4/08, 0:47  

Desde luego, hay vida más allá del fútbol. Supongo que a los chimpancés que caminan mirando al suelo ni se les pasa por la imaginación levantar la vista al cielo y preguntarse si hay vida en otros planetas de remotas estrellas.

Llevado al fútbol, supongo que a los chimpancés que sólo miran para el fútbol ni se les pasa por la imaginación pensar que hay otras actividades en la vida (no sólo deportivas) que proporcionan inmensos placeres al ser humano (por supuesto hablo de sexo y de otras muchas cosas más, como una buena partida de ajedrez).

Y son actividades, además, en las que uno es agente activo y no mero sujeto pasivo como lo es el espectador del fútbol (por supuesto hablo de sexo y también de una buena partida de ajedrez).

Juan Puñetas 30/4/08, 17:26  

Es bastante triste, pero así funciona el bichejo humanoide. (No saben los chimpancés qué suerte que tienen por no haber seguido "evolucionando". Bueno, salvo cuando se encuentran a un humanoide con pretensiones de capturarlos para un zoo, para hacer con su carne una paella china o, simplemente, para matarlos por placer).

Siendo positivos, hay que reconocer que -aunque de vez en cuando los cauces futboleros se salgan de madre- el invento funciona extraordinariamente como elemento de control y cohesión social. Ya sabes: mientras que el personal se entretiene protestando porque el Barça -un suponé- no ha conseguido este año ningún título, no tendrá tiempo ni ganas de hacerlo por otras cosas más importantes. En realidad, no las considerará tan importantes como el fútbol, así que: ¡objetivo cumplido!

Si al bichejo humano hay que tenerlo anestesiado para que no haga de las suyas, reconozcamos que tanto el fútbol de masas, como el cine de masas, como las teles de masas, como la interné de masas y como otros tantos inventos masivos, logran el objetivo. Si es para evitar un mal mayor, yo (fíjate tú) hasta estaría de acuerdo. A mí, personalmente, no me gusta esta solución, pero ya sabes que sobre gustos no hay nada escrito. Allá cada cual mientras nos dejen a los herejes, heterodoxos y gente de esta ralea vivir en paz y jugar una partida de ajedrez de vez en cuando. (En lo del sexo, hay que reconocer que los chimpancés se lo montan mejor).

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¡Gracias por vuestra plantilla! (El Puñetas, agradecido).