30 de abril de 2008

LO DEL BARÇA NO ES PA TANTO...

Tras la derrota del martes ante el Manchester United, en can Barça y sus aledaños suena a rebato.


-¡Hay que cortar cabezas! ¡Sangre, sangre! ¡Esto no puede seguir así, sin un título que llevarnos a la boca!



El mismo frenesí que les entra cuando ganan (presumiendo en exceso) les sale cuando pierden (cosa más habitual que la victoria). Y no será porque no sepan de sobra que no se puede ganar siempre. Que por mucho poderío económico que se tenga y mucho más que un club que se sea, lo cierto es que sólo en Europa hay una docena de equipos con el mismo potencial que el culé y que, por tanto, dado que sólo uno puede ganar la Champion, el resto se va a quedar cada temporada con un palmo de narices. Y si echamos el ojo a lo doméstico, comprobaremos que –afortunadamente- en España hay unos cuantos equipos capaces de dar la sorpresa cada temporada y hacer que Barça y Madrid se queden sin ese título liguero que pretenden tener en propiedad. (Porque son unos clubes ricachones se creen con derecho obligatorio a pernada y a título).


Pues no, amiguitos y amiguitas. Digámoslo clarito como el agua, ya que hoy estamos escribiendo a la pata la llana: ni el mejor club del mundo puede garantizar un título futbolero al año pues son muchos los llamados y poquísimos los elegidos. Decir que la plantilla barçera de este año era superguayestupendísima es minusvalorar a las plantillas de los rivales, que tampoco son moco de pavo. Así que ahora te gana el Madrid o el Villarreal, mañana el Valencia y pasado mañana esos hijos del Gran Ferguson. Entonces, los descerebrados de siempre, un montón de montones, saltan como buitres pidiendo dimisiones, ceses y algún día hasta ahorcamientos. Pero no, amiguitos y amiguitas. El club barcelonino ha realizado una temporada brillante. Sí, sí, brillante Quedarse semifinalista de la Champion, de la Copa y segundo o tercero de la Liga demuestra que las cosas se han hecho bien (dentro de lo que cabe). Claro, cabía la opción de haber ganado un título al menos pero ya deberían saber estos descerebrados tan exigentes con el club laportiano y tan poco exigentes consigo mismos que ganar un titulillo cuesta horrores, que también es cosa de suerte y que de tres posibilidades que hay al año, lo más normal es que se pierdan las tres, quedándose con la miel en los labios. Los títulos suelen ganarse de higos a brevas. ¿Cuántas Champions, por ejemplo, ha obtenido hasta ahora el dichoso Manchester? Una miseria (2), y eso que es uno de los grandes de Europa. Incluso el Real Madrid, el mayor dueño de esta copichuela, apenas llega a la decena cuando ya se llevan disputadas más de 50 ediciones. Quitemos sus cinco primeras, cuando el tinglado empezaba y las oportunidades de ganar eran mayores, y ya verán en qué ridículo número queda la famosa “gloria” del club merengón.



Lo importante en un club de tamaño considerable como el Barcelona es estar siempre en los primeros puestos y llegar a las últimas eliminatorias. Mientras que eso ocurra y de vez en cuando caiga un titulín, los objetivos deberían darse por conseguidos. Nadie, en su sano juicio, puede aspirar a más. Nadie salvo esos miles y miles de descerebrados ansiosos (aquí incluimos a muchas directivas y algunos jugadores) que se creen que ellos son más guapos que nadie y que el resto de los rivales sólo tienen una misión histórica: actuar de comparsas mientras ellos se beben el néctar del triunfo.



Un poquito de cerebrín y de sentido común no vendría mal tras la derrota última del Barça. Ya dimos el mismo consejo en aquellos años en que los “galácticos” del Madrid no ganaban tampoco nada, aunque siempre se quedaban en las puertas. Es lo que seguiremos diciendo siempre, les pese a quienes les pese. Lo único que hay garantizado, en el fútbol como en todo, es la derrota. Lo demás, incluidas las victorias, son cuentos y sueños. Confundirlos con la cruda realidad demuestra que su poseedor tiene un caletre más hueco que un tonel de vino vacío.

2 comentarios:

la aguja 7/5/08, 23:41  

Sí, yo también pienso que si en fútbol hubiera ese premio a la regularidad que se da en ciclismo (y que nunca me he parado a averiguar cómo se obtiene —supongo que mediante alguna operación aritmética que arroje algún cociente mensurable—), el Barcelona se lo hubiera llevado este año.

Pero claro, todo el mundo recuerda al campeón del Tour y nadie al ganador del premio a la regularidad (por cierto, nunca he entendido cómo es posible que el premio a la regularidad no coincida con el ganador del Tour, por lo que mi teoría del cociente se tambalea un poco —supongo que las metas volantes y los premios de montaña tendrán algo que decir—).

Tampoco nunca nadie recuerda al otro finalista. Cosas de la competición y no del juego…

Juan Puñetas 8/5/08, 20:02  

Esto de la "épica" del ganador cada vez me repatea más. A ver si me explico brevemente. El mérito que tiene el ganador procede de sus rivales, no de él mismo. Si no hay rivales, no hay éxito. Acordarse solamente del triunfador es mirar la vida, y el deporte, con una ceguera total. Quizás sea por mi gen averiado, pero apenas me "ponen" los ganadores. Tiene mucho más mérito perder. Y hasta es más saludable...

Así podría seguir enhebrando frases que parece que no dicen nada pero que tienen más tela que cortar de lo que se presupone. ("Elogio de los perdedores". ¡Qué buen título para un futuro articulillo!). El estado natural del homínido es la derrota y el fracaso. La victoria sólo la aplaudo cuando hay igualdad de oportunidades, que jamás se dan. (Sigo con las frasecitas, je, je...).

Otra cosa es que a uno, como a todo hijo de vecino, le parezca muy alabable el esfuerzo y tesón que algunos deportistas tienen para intentar conseguir alguna vez una victoria o para mantenerse en ella. O, en ocasiones, los vericuetos complicados que algunos deben seguir para alcanzar algún triunfo. Por eso yo me decanto más por la regularidad, por la hormiguita que se lo curra todos los días aunque jamás salga de pobre ni consiga ningún exitazo. A las cigarras y las chicharras, que las vayan dando. Habría que instituir el premio a la regularidad y la constancia y dejarse de tanto primer puesto y tanto triunfo. En muchos de ellos no hay ningún mérito.

No lo puedo remediar, Aguja. Yo es que veo la Alhambra, una Pirámide o un gran edificio y antes que alabar su belleza o a los tipos que se lo ingeniaron, me imagino a los miles de currantes que permitieron que se elevaran estas maravillas. Esos de los que no se acuerda ni dios, a pesar de que sin ellos no habría maravilla alguna. Ya lo decía antes, que sin perdedores no hay triunfadores. Que no presuman tanto...

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¡Gracias por vuestra plantilla! (El Puñetas, agradecido).