26 de octubre de 2008

AVENTURAS DEMASIADO ARRIESGADAS

 
La semana pasada la prensa informaba de la siguiente noticia: “Muere un bombero en el rescate de tres piragüistas que se cayeron al Duero”. Luis Angel Puente murió cuando trataba de salvar la vida a unos jóvenes que estaban practicando piragüismo en un tramo del río a la altura del pueblo de Villaralbo (Zamora). Al parecer, se soltó de la cuerda para dársela a uno de los jóvenes en peligro (un adolescente) y no pudo superar la fuerte corriente. Al caerse debió de darse un golpe en la cabeza. Los que lo conocían hablan de que era un experto en este tipo de rescates y que destacaba por su prudencia. Muy mal tendría que ver la situación para anteponer la vida del chaval a la suya. Los jóvenes tenían entre 15 y 16 años.

Es una noticia que a nadie deja indiferente pero que se despacha en una esquinilla de una página cualquiera de un periódico, cuando realmente debería ocupar lugares de portada, con la fotografía del héroe. Dudo mucho que algún medio haya llegado a tanto. Los héroes modernos son de otra condición: esos pelagatos y pelagatas que mueven el culo en una pasarela, en una peli, en un escenario cargado de decibelios o en un estadio. 

Por más vueltas que he dado por la web, no he avistado ningún reproche a la actitud de los piragüistas y el monitor que les acompañaba, que al parecer tuvo también una actitud bastante heroica. La mayoría de las informaciones se limitan a reproducir las mismas palabras, copiándose unas de otras. El Norte de Castilla publicaba que “la zona en la que se produjo el accidente está próxima a una presa, de ahí la corriente y el que los piragüistas quedaran atrapados en medio de la fuerza del agua y que tampoco se pudiera maniobrar con la lancha de los bomberos”. Todo apunta, de ser eso cierto, a una imprudencia, aunque en estas cosas todo el mundo ha de ser muy comedido, hasta que se cierre la obligada investigación. Lo cierto es que ya estamos curados de espantos porque cada vez más abunda el personal que se lanza a la aventura (a eso le llaman “deporte”) sin medir los riesgos, bien porque ello demuestra un plus de valentía del ego, bien porque su cerebrín no da para prever los inevitables riesgos. Eso sí, en cuanto se atisba el peligro (mami pupa, oh qué acojono…), estos valientes descerebrados llaman urgentemente a los servicios de urgencia pidiendo socorro y salvación, aunque ello implique poner en serio riesgo las vidas de bomberos, policías y otros ángeles de la guarda. Unos policías y guardias que acaban hace poco de manifestarse en Madrid porque cobran una miseria y unos bomberos que en ocasiones tienen que hacer calendarios con desnudos para recaudar fondos extra o llamar la atención sobre sus propios problemas laborales.

Eso sí, cuando pasan las desgracias todo son homenajes. Qué menos, pero mejor sería dárselos en vida en forma de buenos sueldos y mejores condiciones de trabajo. Y, sobre todo, concienciar a los “deportistas” descerebrados (piragüistas de río, alpinistas de pico y pala, pilotos de monte, atletas de campo, etc) que su divertimento puede tener trágicas consecuencias, afectando a veces a gente inocente que está para servir a la comunidad en los grandes problemas y no para resolver accidentes privadísimos de  niñatos imprudentes e inconscientes que se juegan la vida por amor al arte y a su propia adrenalina. ¡Pues jugárosla del todo, machos, y no pongáis en peligro la ajena!

Claro que no sólo es cosa de los “deportistas” de pacotilla. Ayer mismo los bomberos eran noticia en Málaga porque tuvieron que rescatar a una gata que se había quedado atrapada en el tejado de una vivienda. A este extremo de estupidez hemos llegado: llamar a los bomberos para que te rescaten a la mascota. Y gratis, claro, que encima estas virguerías no tienen lo que sería lógico: una factura posterior por el importe correspondiente al servicio desempeñado más un plus de peligrosidad, si ha lugar. La soplapollez (donde destaca la “deportiva”) no debe salir gratis y, mucho menos, arriesgar vidas ajenas.  

2 comentarios:

Anónimo 30/10/08, 0:34  

Esto del deporte para todos es lo que ha traído. Está bien que el deporte para todos se haga en una cancha de tenis o de baloncesto o de petanca. Pero no en un barranco por gente sin conocimientos.

Vivo por las Españas del norte y le puedo asegurar que todos los veranos hay gente que va a hacer la ruta del Cares con tacones. Deben pensarse que como son capaces estar pateándose uno de los "El Corte Inglés" de Madrid durante tres horas con tacones van a ser capaces de caminar de esa guisa por el monte.

Luego hay que ir a rescatarlas (porque con tacones van ellas) ya que con un esguince del quince no hay manera de que pueda caminar para llegar a "la civilización". Y claro, hay que destacar allí una dotación de bomberos para que la transporten en camilla (o sacar al helicóptero), porque en esos sitios no hay carretera asfaltada para llegar con una ambulancia.

Y no, los bomberos no se mueren en este rescate, como el héroe de su historia. Pero el que sí se puede morir es el que sí que necesita a los bomberos o al helicóptero porque ha habido un accidente, o le ha dado un infarto o se está quemando su casa, y los recursos que todos pagamos están rescatando a miserables y no están disponibles en ese momento para acudir a rescatar a quien más lo necesita, víctima tal vez del infortunio y no de su mala cabeza.

la verdad.
(por cierto, no puedo comentar con mi nick, y como no tengo cuenta de blogger no me queda más remedio que comentar como anónimo).

Juan Puñetas 31/10/08, 23:47  

Mira el video que he puesto en el sidebar de abajo del Arco sobre lo que llaman los "deportes de inercia". ¡Es que estamos cada vez más locos y en vez de sociedad tenemos un manicomio!

Hoy mismo decían en una telecaca que una revista o tele o así da un millón de euros al surfista que se salte, no un galgo, si no una ola de 30 metros mínimo y que registre con pelos y señales el evento. Los echaos palante ya están perdiendo el culo por llevarse el premio. Algunos perderán también los güevos, pero para eso está la medicina pública, para que se pongan por delante -por la vía de urgencia- de los que llevan dos años esperando que les llamen para una operación de almorranas.

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¡Gracias por vuestra plantilla! (El Puñetas, agradecido).