9 de diciembre de 2008

DEPORTES QUE AGONIZAN


Este bello cuento chino es parte de una colaboración con El Espectador, escrito por la Aguja.

Aquel sacerdote vestido de joven deportista, chándal blaugrana y pantalón blanco, llamó decidido a la puerta del palacete, cuyo letrero iluminaba la vacía y oscura calle: “Ministerio de Deportes – Gobierno de España”.

-Buenas noches. ¿Es aquí donde se requieren mis servicios?
-Pase, don Lizza le está esperando.

El cura, con paso presuroso, traspasó el umbral de la chirriante puerta y en cuatro zancadas (se notaba que físicamente estaba como una moto) entró en el despacho del Ministro de la Cosa.

-Siéntese un momento, mosén. Le hemos requerido urgentemente porque, como ya sabrá por la Biblia y por la Constitución, las crisis se presentan de improviso y sin llamar. Trabajamos para evitarlas pero, cuando menos se las espera, zas, las tenemos encima de nuestras carteras. Recuerdo la última, aquella del trienio 2008-2012, que fue especialmente dura. Acabó con escuderías, clubes de fútbol, equipos de baloncesto y por poco acaba con nosotros. Menos mal que luego llegaron los buenos tiempos y nos pillaron aquí, en el Ministerio, donde siempre tenemos calefacción y agua corriente. Las penas, ya se sabe, con pan son menos. Pero no sé porqué le cuento esto, padre. Dígame a qué ha venido…
- Usted sabrá, mister. El obispado me ha dicho que viniera corriendo a la calle del Tribulete nº 7 donde decían, textualmente, que hay varios deportes en estado moribundo, agonizante y que deberían palmarla con la bendición apropiada. Corría mucha prisa, al parecer, y han solicitado mis servicios. Por si no lo sabe soy record mundial en los 400, 800 y 3000 metros en las últimas Olimpiadas Religiosas organizadas por el COI y la ONU, en colaboración con el Vaticano. Explíqueme concisa y brevemente el estado de la cuestión, quiero decir, de la agonía.
-Le agradezco su prontitud. Francamente, le esperaba para mañana por la mañana dada la tranquilidad de ánimo y espíritu con que ustedes se toman estas cosas. Más o menos como nosotros… Pues verá: tenemos varios deportes que están de capa caída desde hace lustros y hoy ya han dicho basta. No tenemos fichas federativas ni bicho ambulante que los practique. Se han convertido en muertos vivientes y es hora de darles el finiquito espiritual. La gente ya no los practica porque no dan dinero, necesitan ímprobos esfuerzos y sacrificios y no hacen famoso ni rico al que los cultiva. Son deportes que ya no cuentan con personal federado. Se practican sólo por algunos locos de atar, en plan popular y dominguero. Ya no son negocio ni dan que hablar. Le hablo del atletismo y de la natación, en todas sus modalidades. Le hablo de la gimnasia y de la pesca (por falta de peces: todos están ya pescados). Me refiero a la esgrima, al ajedrez (el personal se cansó de pensar) y, en general, a todos los deportes individuales o de equipo con pocos componentes.

-Sí que es grave el asunto, sí. Ya sé que al atletismo profesional (si ya lo dijo en 2008 aquel presidente que duró tanto tiempo en la Federación, un tal Odriozola) nadie se dedica salvo un servidor y unos cuantos locos más, que lo practicamos sin oficio ni beneficio, salvo el divino. Pero yo pensaba que la natación sería otra cosa…
-La gente se aburre metida tantas horas en el agua. ¡Si al menos fuera cerveza! –dicen algunos. Comprenda que eso sería un sacrilegio…-replicó don Lizza, el ministro. Ha desaparecido ya la hípica (por falta de caballos y de caballeros). También los deportes de rítmica, demasiado violentos. No digamos los de lucha: nadie quiere que le rompan la cara por cuatro euros y sin Seguridad Social que corra con los gastos de la cirugía estética. Todavía, aunque muy viejecitos, vegetaban algunos atletas y nadadores. Ayer se murió el último practicante que aún nos quedaba en los 3000 metros obstáculos. Tenía el pobre la friolera de 84 años: un obstáculo insalvable. Ya me dirá: si no hay nuevas generaciones que tomen el relevo, nos vamos a la miseria. Yo mismo llevo en el Ministerio -que se sacó de la manga don Zapatero, actual presidente de los EEUU- más de 20 años y cada día que pasa tengo menos gente y deportistas a mi servicio. Van cayendo como moscas. El fútbol, sin ir más lejos, con aquella funesta crisis se convirtió en un deporte de elite al que sólo llegaban deportistas de fuera. Nuestra gente acabó por hartarse de tanta pelotita. Le llamaron la burbuja futbolera. Un día explotó de aburrimiento y ya sólo acuden a los estadios los nostálgicos y los turistas. En este país, sabe usted, le damos bastante al pendulazo…
-Sí, dígamelo a mí, que un año soy reclamado por todo el mundo como si fuera un artista de cine y al siguiente me corren a gorrazos. Pero dejémonos de cháchara y veamos a los agonizantes para extenderles la extremaunción. 

El viejo Ministro y el joven Cura salieron del despacho consolándose el uno al otro, ojos llorosos y moco tendido. Abrieron la puerta del estadio polideportivo que había anexo al Ministerio y, desolados, comprobaron que allí no había nadie. Por no haber no se veía ni a los ácaros del polvo. El sacerdote sacó de su chándal un bote de cristal lleno de agua de Lanjarón (una bendición para quien pudiera pagársela), lo abrió y esparció el líquido consolador por todas las dependencias. Se podía cortar el silencio. Aquel momento era histórico. Unas gotas de H20 cayeron sobre la pista de carreras, sobre la vacía piscina, sobre el parqué del gimnasio. 

-Todo tiene su principio y su final –habló el sacerdote con voz emocionada-. Tantos esfuerzos en el siglo XX para acabar en esta desolación en el XXI. Menos mal que unos deportes mueren y otros nacen, como la cría del salmonete. Don Lizza, le acompaño en el sentimiento. Son 50.000 euros y la voluntad.
-Voluntad tengo mucha, amigo, pero euros ninguno. Don Zapatero creó el Ministerio y no lo dotó de presupuesto. Pese a ello, así hemos llegado hasta aquí, gracias a Dios. Permítame darle un abrazo por su generoso esfuerzo y tiempo.

Se fundieron en un solo hombre. El silencio siguió cortándose como si fuera una rodaja de salchichón. Más de un siglo de historia finalizaba en esos momentos, modesta y oscuramente. Sólo nosotros estábamos allí, escondidos tras una puerta, para presenciar el dramático momento. Para que luego digan que los chicos del AS no sabemos estar a la altura de la historia… Y ahora les dejamos con nuestra chica, lo único importante del periódico.              

                                                          

2 comentarios:

Anónimo 16/12/08, 23:55  

Qué historia más triste. Si desaparecieran los deportes desaparecerían también los políticos.

Al menos hasta que se inventara algo que echar a las fieras de la gleba.

Después, podrían volver a sus chanchullos cotidianos.

Juan Puñetas 17/12/08, 23:41  

Snif, snif... Sí que es triste... Sobre todo, lloro por el atletismo, al que el señor Odriozola podrá seguir hundiendo durante otros cuatro añitos más. ¡Veinticuatro años odriozolescos no son nada, beibis!

Y luego se queja de que no hay materia prima y que está en crisis su deporte.

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¡Gracias por vuestra plantilla! (El Puñetas, agradecido).