18 de enero de 2009

EL MACCABI NO ESTÁ EN GUERRA


El jueves pasado se enfrentaron en Málaga el Unicaja y el Maccabi en encuentro de la Euroliga de baloncesto. El partido era de altísimo riesgo pues aunque el deporte pretenda permanecer al margen de la política, ésta acaba contaminándolo todo. Y suele hacerlo porque en ella todo vale, hasta los argumentos más peregrinos. Así que la ecuación era muy simple: el Maccabi es un equipo de baloncesto establecido en Israel; luego el Maccabi es israelí: ergo sus componentes tienen algo que ver con los actuales gobernantes de aquel país, que están masacrando al pueblo palestino; por tanto, a los macabeos habría que darles un escarmiento, incluyendo su expulsión de la competición. Conclusión de algunos: hay que ir al palacio Martín Carpena a boicotear a Israel (?) y mostrar nuestra solidaridad con Palestina. 

Atendiendo a tales argumentaciones, los alegres chicos del Mossad, la policía israelí, anduvieron por Málaga con la antelación suficiente para peinarse casi toda la ciudad en previsión de algaradas o atentados contra los chicos del Maccabi. Se movieron como Pedro por su casa, con la anuencia de los gobiernos de acá, que en público ladran mucho contra los gobernantes israelíes pero en privado les venden armas y lo que se tercie, haciendo el mercadeo habitual. Que un buen negocio no empañe tu profunda conciencia moral. Así que campo libre a la policía israelí para que filtre el acceso al recinto, pida tickets de entradas, vigile desde todos los rincones y se apropie del pabellón como si fuera suyo. En Spain es que somos la mar de hospitalarios. A cambio, unos cuantos grupitos de gente llevaron al polideportivo sus pancartas protestando sobre los 600 muertos de Gaza o el genocidio de Israel. Al final no hubo grandes problemas y la mayoría optó por ver el baloncesto, que es lo que se proyectaba ese día.

Ahora bien, las preguntas que se haría un extraterrestre ante todo esto serían: ¿Y qué demonios tiene que ver el Maccabi con Israel? ¿Acaso el equipo macabeo representa políticamente a ese país? ¿Por casualidad representa al gobierno de Israel? ¿No es, simplemente, un equipo privado que juega exitosamente al baloncesto desde hace muchos años, independientemente de quien gobierne en Israel y del conflicto con Palestina o con Irán? ¿En base a qué peregrinos argumentos se considera que este –o cualquier otro equipo- representa al país y al Estado en que se ubica? ¿Necesariamente el club tiene que sufrir las consecuencias de lo que haga el gobierno de la nación? Es como si desde Groenlandia catalogasen a todos los españoles de socialistas porque actualmente gobierna el camarada Zapatero, o que tomásemos a todos los franceses por pequeños napoleones o que los cubanos son enemigos de la democracia porque su gobierno la aborrece. Una cosa es que se proteste, y con toda la razón del mundo, sobre la guarrada que el gobierno judío está haciendo con la población civil palestina , y otra que se tome a un equipo deportivo "israelí" (que lo único que hace, que se sepa, es jugar al baloncesto) como colaborador de la política del gobierno judío. (A veces el extraterretre se maravilla de la facilidad con que los humanoides del planeta azul toman el rábano por las hojas, aunque comprende que el cerebrito que tienen –el más deficiente de toda la galaxia- no da más de sí).

El extraterrestre, pues, no entiende que se quiera excluir al Maccabi de la Euroliga porque quienes gobiernan en Israel están encantados lanzando misiles en Gaza sin preocuparse antes de si van a atravesar la cabeza de un miliciano/dirigente de Hamas o de un chavea que juega a la pelota delante de su casa. El Maccabi es un equipo que habitualmente está formado –como todos- por jugadores de variados países y que se dedican sólo a jugar y a cobrar por su trabajo. Este año la mitad de la plantilla son foráneos, algo inusual pues suelen ser mayoría. Incluso el líder del equipo es un tal Brown, negrito yanqui, que años atrás jugó en el mismísimo… Unicaja. La culpa que tendrá don Marcus de que a Simon Peres y a Hamas les guste un misil más que a un tonto un caramelo con palote.

2 comentarios:

la aguja 19/1/09, 2:49  

El deporte y la política están íntimamente unidos, nos guste o nos quememos a lo bonzo. Es un hecho y contra eso podemos desaforar, pero para hay que aceptarlo so pena de convertirnos en unos ilusos.

Lo menos que se puede pedir al mundo del deporte, o al movimiento deportivo, es que sea consecuente.

Si el mundo del deporte luchó contra la injusticia del apartheid volviendo la espalda a los equipos y deportistas sudafricanos, lo menos que se les puede exigir a quienes secundaron aquella iniciativa (federaciones deportivas) es que sigan luchando contra las injusticias de igual manera.

Tampoco los equipos sudafricanos (integrados mayormente (99%) por blancos) representaban al gobierno y al régimen sudafricano.

Sin embargo fueron pagados por el ostracismo.

El mismísimo Fisher, icono de esta casa, padeció las iras de su gobierno (el gobierno gringo) por disputar un encuentro de ajedrez en otro país con bloqueo internacional.

A las duras o las maduras. Lo que no se puede es hacer diferencias.

Tal vez los patrocinios judíos a muchas, muchas federaciones (patrocinios de firmas regidas por judíos, quiero decir) estén haciendo la diferencia.

En fin, que el asunto daría para un artículo, siempre desde la perspectiva del malpensado.

la aguja 19/1/09, 3:02  

Lo siento, se me fue el dedo... Termino.

No sería descabellado sugerir que el cierre a competiciones internacionales de los equipos profesionales y no profesionales de un país acabaría acarreando un pequeño roto económico en ese país. De entrada se me ocurre pensar que muchos dineros de empresas que buscarían publicidad a través del deporte se irían a los equipos profesionales de otros países... Vamos, una pequeña pérdida de divisas que acabaría llevando una pequeña riqueza a esos tantos países.

Como consecuencia de ello el deporte profesional del país represaliado deportivamente comenzaría a sufrir un leve deterioro que se iría agudizando con el paso del tiempo. Una pérdida de competitividad y esa cuota de "representación" --sólo en imagen-- que se perdería (sí, todo el mundo siguió sabiendo dónde estaba Sudáfrica, por eso mantengo mi lucha de que un equipo --selección o no-- no representa a un país).

Es todo un revolú del que sólo me quejo de que los gestos no sean idénticos. O todos calvos o todos melenudos.

Tal vez la lucha del deporte contra el apartheid fue lo que dices tú en tu artículo. No lo sé.

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