25 de enero de 2009

A GRANDES CRISIS, GRANDES REMEDIOS


Ha tardado en manifestarse la crisis en los campos de juego  pero ya empieza a ser una realidad, aunque aún no ha tocado fondo. Según los datos de esos expertos que siempre se equivocan, o que no se sabe de dónde demonios se sacan las cifras o las previsiones los muy listorros, “la Liga española perdió 432.058 espectadores en relación al mismo periodo del año anterior”. Ojo al dato: exactamente 432.058 tipos y tipas. Como si el control del  taquillaje de los campos futboleros fuese una ciencia exacta. El culpable del descenso no es sólo la crisis económica que tenemos encima sino también otros factores que pululan por ahí de forma bastante irracional: el precio de las entradas, demasiado alto para el raquítico poder adquisitivo del hincha hispano; los horarios nocturnos, que obligan a muchos espectadores a ir a los encuentros con el pijama puesto; el que se televisen demasiados partidos, lo que provoca un retraimiento de la gente que va al campo pues en casita la cosa se ve mejor, se está más calentito y no digamos el tiempo que se ahorra uno evitando los atascos de tráfico.  En línea con lo que reseñábamos en el articulillo del jueves anterior, es peligroso para el fútbol que el personal se acomode al mullido sofá casero en vez de a la dura silla o banco del estadio pues entonces se pierde la “magia”, la “comunión” con la masa amiga y al final uno empieza a pensar por sí mismo, que es lo malo que tiene estar solito en casa ante el televisor pues lo que en el campo (rodeado de miles de gargantas y de ojos iguales que los tuyos) es penalti seguro, en el LCD del salón (tras diez mil repeticiones de la jugada) ya no lo parece y lo que en el estadio tiene pinta de ser una genialidad de Messi, en la TV es simplemente una jugada chorra.

Que el personal  haya desertado de los campos (aproximadamente en medio millón de bocas) debe hacer meditar muy seriamente a los que viven opíparamente del futbolín pues el que no va a misa no deja dinero en el cepillo y, al final, termina por no creer en dios. Así que urge tomar medidas y pronto. Desde luego, bajar el precio de las entradas por muy baratas que estén en relación a otras grandes Ligas; por supuesto, poner los partidos a una hora adecuada (domingos por la mañana o por la tarde), ahorrando energía eléctrica en la facturación; evidentemente, retransmitiendo cada semana sólo un partidín pues el personal no es tonto y tiende a la vagancia placentera, tanto del bolsillo como del trasero, al estar  más cómodo –ya lo hemos escrito más arriba-en el butacón casero que en la sillita de plástico u hormigón del campo. Desde luego empezar por rebajar los sueldos y gastos de los equipos: fuera primas y primos (los jugadores ya cobran un sueldo, qué más quieren), menos estancias en hoteles, disminución de las concentraciones, corte de las ayudas a los ultras del equipo para que animen a los socios más apáticos y, en fin, reducción de todo tipo de gastos que no sean precisos, que hay muchos. O se aprieta uno el cinturón, o al final los calzones se van a caer y nos van a dejar con las vergüenzas al aire.

Pero el Puñetas, siempre tan imaginativo y tan amante de ayudar al prójimo, también cree que urge tomar medidas urgentes para recaudar dinerín extra. No me extenderé mucho pues el trabajo intelectual hay que pagarlo (a ver, vayan haciendo cola los clubes, que tengo muchas ideas), pero aquí van cuatro perlas majóricas para que el personal se haga una aproximación.

* Aprovechar las instalaciones del club, infrautilizadas habitualmente ya que los futbolistas no destacan precisamente por disponer de un horario laboral muy abultado: a partir de ciertas horas abrir el gimnasio, la sauna y todo el utillaje habitual para el uso y disfrute –previo pago, claro- de los usuarios que así lo deseen.

* En las zonas colindantes al terreno de juego, plantación ecológica de productos hortelanos, tipo zanahorias, tomates, patatas, ajos, cebollas, etc. Su venta, bajo la etiqueta de “Made in Bernabéu” o “Made Nou Camp”, por ejemplo, daría unos grandes réditos dinerarios.

* Como hay mucha gente a la que la hierba le alegra las pajarillas (véase el siguiente enlace bastante resultón), alquilar el césped en ciertas horas, respetando el anonimato y la intimidad, para que el personal  fornique alegremente sobre las briznas de hierba en que sus ases sudan la camiseta y se la restriegan. ¡Qué mejor sitio donde echar un buen polvo que el lugar donde retozan habitualmente nuestros idolillos!

* Hacer sorteos, rifas y tómbolas en los descansos de los partidos. A los ganadores se les daría oportunidad de viajar con el equipo (sería gratis porque donde caben 20 caben 22), se les invitaría a cenar a casa de la estrella del club (hamburguesas y papas fritas, que es su cena habitual de casa) o se les acomodaría en el palco durante un partido, con foto de primer plano para la posteridad.

La filosofía de estas actividades es bien simple: mucha recaudación y poco gasto, aprovechando el amor y el orgullo que profesan los socios, aficionados y simpatizantes hacia el equipo de sus amores y desvaríos. De este modo, los clubes españoles podrían obtener un jugoso sobresueldo que, unido al recorte de gastos innecesarios o lujosos, haría que el negocio de la pelota pudiese seguir brillando en el firmamento deportivo por los siglos de los siglos, amén, por muchas crisis de pasta gansa que tengamos. 

2 comentarios:

Anónimo 26/1/09, 11:39  

Olvida usted, en la nómina de ventajas de quedarse en casa viendo el futbolín por la tele, la contingencia de librarse de una paliza por llevar la bufanda errónea o la camiseta del segundo equipo en el momento equivocado.

Y por supuesto, el poder jugar al futbolín o al video-futbolín durante los descansos.

Juan Puñetas 28/1/09, 0:33  

Como la naturaleza es muy holgazana, yo creo que al final lo del fútbol y otros deportes de masificación irá perdiendo clientela en el campo porque en casita se está muy a gustito y encima ves mejor el partido (no digamos con la HD). Y de ahí a que se pierdan esos valores de fuerza, comunión y forofismo que inunda el fútbol sólo hay un paso. Si de verdad los que lo rigen y mangonean quieren que siga siendo el rey, deberían empezar por controlar la seguridad, disminuir los precios y hacer que los estadios sean acogedores, con su calefacción, su asiento mullido, un buen servicio de bar y elementos añadidos como sorteos de camisetas, bonos para ver entrenamientos y no cosas así. Dejo las ideas más cachondas para otra ocasión pues habrá que volver sobre el particular cuando la crisis empiece a hacer estragos. Y, por supuesto, reformar el reglamento para hacer los partidos más entretenidos y emocionantes. Otros deportes lo han hecho y les va de maravilla (tenis, balonvolea, fórmula guán...)

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