22 de septiembre de 2010

PARA ESFUERZO, EL DEL CICLISTA.


 Acabo de leer la que ha empezado a ser una de mis bitácoras de cabecera, si es que se le puede llamar bitácora: “Crónicas de Mospintoles”. Esta semana publican un cuento extra titulado “En la Bola del Mundo” donde el protagonista, un “ciclista gregario, callado y disciplinado, capaz de darlo todo por el equipo y por el líder”, disputa la penúltima etapa de alta competición de su vida, antes de retirarse del ciclismo. Y mira tú por dónde, lo hace ascendiendo -¿o debería decirse “escalando”?- a ese nuevo invento de los organizadores para masacrar aún más a los ciclistas: la subida a la Bola citada, una pendiente de algo más de tres kilómetros con rampas medias del 12,5 % y un piso de hormigón irregular y lleno de baches, poco apropiado para las bicicletas de carrera. De hecho, en la etapa, que se disputó el día 18, sólo se permitió el acceso a las motos y a los ciclistas.

El cuento refleja el estado anímico de un hombre en el ocaso de su carrera, a sólo 24 horas de abandonar la bicicleta de competición, más quemado que el palo de un churrero, mascullando sapos y culebras mientras asciende dificultosamente por la puñetera Bola. Como se dice en el mismo cuento, y reflejó la cruda realidad de la etapa, en sólo tres kilómetros de subida la gran mayoría de los ciclistas perdieron entre 4 y 30 minutos respecto a los primeros clasificados. Un dato verdaderamente escalofriante que refleja la extrema dureza de la subida, precedida por 170 kilómetros donde hubo que subir  dos veces el Puerto de Navacerrada y alguna que otra cota montañosa. O sea que la Bolita del Copón era la guinda sádica que le faltaba a la etapa. Eso sin contar que los ciclistas ya llevaban entre las piernas 20 días de competición y unas 80 horas sobre la bici. ¡Y menos mal que la tarde fue agradable, sin viento, lluvia y frío!

No haré más sangre sobre el particular porque el cuento refleja con claridad todas estas cuestiones y porque en el Arco ya hemos escrito en otras ocasiones sobre el asunto, pero aprovechamos la ocasión para referir a algunos indocumentados que, comparado con el ciclismo, el esfuerzo de otros deportes, entre ellos el aclamadísimo fútbol o el baloncesto, no tienen ni punto de comparación. El articulillo que así lo refleja muy didácticamente lo he encontrado en el desván de mi ordenata y responde al título de “Ciclismo vs fútbol”, con los datos de “sport.es” y la fecha de “6/7/2007”. He buscado en la mencionada página deportiva para ver de encontrarlo y poner un enlace pero no lo he hallado, así que lo pongo aquí íntegro dado que ilustra muy lo que decimos en el titular de hoy y lo que estupendamente refleja el cuento de las crónicas mospintoleñas. Léalo, querido lector, y si se atreve a seguir diciendo que los señoritos del fútbol son unos esclavos del esfuerzo físico, yo me atreveré a decirle entonces que no entiende muy bien lo que lee. Seguro que no es ese su caso, pero el que avisa no es traidor, ji, ji.
Siempre se ha dicho que las comparaciones son odiosas. Pero no está de más echar un vistazo a las diferencias existentes entre el ciclismo y deportes de equipo como el baloncesto y el fútbol. Empezamos por las horas de entrenamiento. Quim Rodríguez entrena cada día pero realiza dos sesiones por semana de siete horas diarias. Casi lo mismo que la plantilla del Barça de fútbol, que entrena 5 días a la semana (después del partido tienen descanso) durante hora y media. Las dos jornadas de siete horas y los 400 kilómetros recorridos también sirven para superar en horas los entrenamientos de los jugadores del DKV Joventut, que trabajan unas dos horas al día.

Pero Quim no se queja: “Entreno por lo que hago. Si entrenara dos horas diarias no haría nada”. El ciclista catalán no quiere compararse con otros deportes. “Me gusta el ciclismo. ¿Qué tienen que pensar atletas o nadadores?”. A tenor de las palabras de ‘El Purito’, se nota que ser ciclista se lleva en la sangre.

Si sumamos las horas de competición entre el ciclismo y los otros deportes las diferencias son abismales. El FC Barcelona jugó 59 partidos oficiales durante la temporada 2006-07. Un ejemplo de derroche físico como Carles Puyol, que ha sido uno de los jugadores más utilizados por Frank Rijkaard, habría sumado 88,5 horas de competición oficial de haber disputado todos los minutos. Ferran Laviña, otro ejemplo de profesionalidad en el DKV Joventut, habría jugado un total de 44 horas en los 66 partidos que ha disputado el equipo verdinegro la pasada campaña. Vamos con el ciclismo. Un corredor que disputa el Tour de Francia y la Vuelta a España hace un total de 338 horas de competición en tan sólo cinco meses. Y traducido en kilómetros (13.730) nos permitiría ir y volver desde Barcelona a Moscú dos veces.

Para poder resistir tal desgaste físico, los ciclistas tienen que cuidarse también fuera de la carretera. La comida y el reposo juegan un papel fundamental. No en vano, un corredor consume una media de 6.000 kilocalorías durante una etapa ‘normal’ del Tour mientras que una persona ‘quema’ de media unas 2.000 kilocalorías durante 24 horas. Un jugador de basket gasta entre 300 y 500 kilocalorías por partido mientras que un futbolista puede llegar hasta las 1.200. Las interrupciones en un encuentro de basket hacen que se requiera menos gasto calórico que en otras especialidades deportivas.

La clave para el ciclista consiste en dormir diez horas diarias para recuperar fuerzas. No existe el ‘fin de semana’ o el descanso. Para Quim Rodríguez, el día de reposo consiste en correr ‘sólo’ 80 kilómetros. Para que luego digan que se puede correr el Tour tomando una pastilla. Ingenuos. El ciclismo es esfuerzo, esfuerzo y más esfuerzo.

2 comentarios:

Cogollo 3/10/10, 23:32  

Hola Juan Puñetas. Soy Cogollo, de las Crónicas (deportivas) de Mospintoles. Quedamos agradecidos de la publicidad que haces a nuestro blog en el tuyo. Me dice Mirlitón que te diga que tu bitácora nos ha servido de inspiración en más de una ocasión. Saludos y nos leemos.

la aguja 6/10/10, 23:29  

¿El resultado final de la ecuación es etapas duras = sustancias prohibidas?

Pues si es tan sencillo, ¿a qué esperan las autoridades gubernativas para tomar partido prohibiendo ese tipo de etapas?

Para empezar deberían negarse a auspiciar de modo alguno la prueba ciclista que no reúna los requisitos de humanidad adecuados (la primera es negarse a ceder las vías públicas).

También podrían ser más activos prohibiendo directamente las etapas que no guarden esa humanidad, y actuando en consecuencia. Recientemente veíamos cómo moría un hombre en un descabellado campeonato mundial de sauna. ¿A qué esperan, pues?

Todo lo demás es tirar la piedra y esconder la mano: hipocresía.

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¡Gracias por vuestra plantilla! (El Puñetas, agradecido).