13 de marzo de 2011

TUTTI FRUTI DE DOPAJE (1 DE 2)

El ciclista italiano Riccardo Riccò ha anunciado que abandona el ciclismo profesional tras estar implicado en varios casos de dopaje. "El ciclismo me da ganas de vomitar. No vuelvo más", ha dicho el corredor de 27 años en una entrevista que publicó ayer un diario italiano. El camarada es aquel que hará cosa de un mes tuvo que ser ingresado en un hospital en estado crítico.  Según algunas habladurías porque se había metido en el cuerpo no un buen bocadillo de jamón ibérico sino una autotransfusión de sangre mal conservada. El amigo ha tenido más de una vez problemas de dopaje así que parece que lo suyo ya pasa de castaño oscuro. Ahora se larga despotricando contra el ciclismo pero en vez de tirar de la manta se va con el rabo entre las piernas. Esta actitud me ha traído a la memoria un caso contrario que, en su tiempo, fue muy comentado: el de Jesús Manzano, el ciclista español que allá por 2004 desgranó en el diario AS toda la serie de porquerías que algunos corredores –él, entre ellos- solían meterse en el cuerpo. Ser tan valiente le costó caro pero hoy lo traigo como ejemplo ejemplarizante frente al italiano que ahora se va tan cobardemente. Arrivederci, cantamañanas…


Buscando en mi hemeroteca bloguera, he encontrado el siguiente articulillo que dediqué a la cosa del doping en una bitácora anterior a esta del Arco.

26 marzo 2004
El deporte profesional está dejando de ser un espectáculo saleroso para asemejarse cada vez más a una burda burrez. O sea, que cada vez parece la vida misma. De ahí mi renovado interés por sus tejemanejes, que ya creía superados tras el entierro de mi adolescencia hace bastantes años. Quien dijo que el tinglado vital en el que andamos metidos es un eterno retorno se equivocó en lo de “eterno” pero dio en el clavo con lo del “retorno”. Los adultos humanoides andamos cada vez más infantiles y cavernícolas, retrocedemos alegremente a etapas históricas finiquitadas prematuramente y con un poco de suerte volveremos a fabricar el bing-bang, pero esta vez con la marca registrada del homo atomicus-burrensis.

Más dejémonos de coñas filosóficas y vayamos a lo que iba. En esto del deporte ahora estoy enganchado –y la palabra viene al dedillo- con el serial que el ciclista Jesús Manzano está desgranando en el diario AS, donde explica el arsenal de porquería que se ha tomado y le han dado para que no se cayese de la bicicleta y lograse esos éxitos que nunca llegaron. No sé si me podré volver a peinar pues su acojonante declaración me ha puesto los pelos de punta.

“Yo sólo conozco la Oxiglobin, que tiene hemoglobina para los animales. Se usa para perros que tienen anemia y cosas así. Esto lo he tomado dos veces, ambas en la temporada 2003. Una vez fue en el Campeonato de España de contrarreloj y la otra en el pasado Tour, aquel día que terminé perdiendo el conocimiento y retirándome. (…) Luego he utilizado el producto Actovegin, que es plasma de ternera joven. En el argot ciclista se llama gas bus. Es un producto que oxigena más la sangre y es indetectable. Su efecto es de un día. Se pone para una etapa que sea complicada. Se inyecta en la vena. (…) La nandrolona se usa en invierno para el gimnasio. Se usa para la musculatura. Antes de diciembre se deja de tomar.” (AS, 26/03).

El ciclista desgrana en una larga entrevista todo un recetario de drogas y medicamentos que circulan por el pelotón ciclista, de los cuales afirma haber tomado algunos. Jesús Manzano más que un ciclista parece un médico… o un veterinario, de los conocimientos que demuestra acerca de los múltiples potingues que existen en el mercado legal e ilegal para hacer más resistente el cuerpo. Y eso, está claro, se lo han enseñado. Y se lo han dado. Algunos ciclistas es posible que vayan por libre, pero los conocimientos básicos de tanta farmacopea alguien se los ha tenido que enseñar y mostrar primero.

En fin, que Jesús Manzano está armando la marimorena porque aquí hay mucho pringao por medio y ya le han empezado a llegar las amenazas de muerte. El jefe médico del equipo Kelme, al que pertenecía el ciclista, se ha sentido aludido y afirma categórico que “si Manzano hizo esas cosas, será a escondidas del equipo”. Esto de que un ciclista hable de la hormona del crecimiento, la cortisona, los parches de testosterona o de la pomada de cortisona con más familiaridad que la que hablaría nuestro médico del seguro sólo significa dos cosas: que muchos ciclistas se entretienen en las aburridas etapas alpinas leyendo gordos manuales médicos o que quienes vigilan por su salud y rendimiento son impresentables matasanos. Matasanos.

No nos caeremos del guindo. Se dopa todo quisque, desde el ciclista al jugador de parchís pasando por el policía, el cura y el político. Nos dopamos con el café de las cinco, el cubata con ginebra de las nueve y las Crónicas Marcianas de las doce. Pero por no desviarnos del tema, lo que ya no tiene nombre es lo que denuncia Jesús Manzano. “El caso se tratará por vía judicial”, afirma el Secretario de Estado para el deporte. Los ciclistas que están corriendo en la Semana Catalana se han negado a firmar un documento contra Manzano presentado por los burócratas de la Asociación de Ciclistas Profesionales “porque lo que está contando Manzano es la verdad”, según refiere AS. El diario L’Equipe, el que mangonea en el Tour, se ocupa también del asunto. Al diario AS llegan cartas atacando al ciclista delator (“los que denuncian, se autoinculpan”, escribe un cretino) o dándole ánimos (“todavía hay gente que se atreve a llamar a las cosas por su nombre”).

Siempre sospeché que es imposible aguantar miles de kilómetros en veinte días de Tour, Giro o Vuelta a España, subiendo a dos mil metros y bajando a 80 kilómetros por hora, con lluvia de cara, viento de levante y sol de 35 grados, sin la ayuda llevadera de multitud de potingues que prometen hipotéticos éxitos hoy y aventuran seguros fracasos mañana (Jiménez y Pantani, sin ir más lejos). Seguro que muchos ciclistas utilizan lo indispensable (como la mayoría de los mortales), pero la gente del montón, los que le llevan el agua al líder, los que le esperan si se cae, la morrallita, señor, o pasa por el aro o se va al paro, donde hace mucho frío. No lo digo yo. Lo dice con dos cojines el arrepentido Manzano. “Si desobedezco y luego no ando, voy a la puta calle”.

Dos meses más tarde volví a la carga sobre el particular, esta vez para criticar duramente una gran redada que hizo la policía italiana durante el Giro. Aquel artículo no tenía desperdicio y sigue manteniendo plena actualidad.

31 mayo 2004
Todo el mundo sabe que el ciclismo es el único deporte de alta competición en el que la gente se mete en el cuerpo todo tipo de porquerías con el loable propósito de llegar a la meta antes que los demás y forrarse de euros. Algunas veces le acompaña el atletismo, pero el dopaje es típico del ciclismo.

Eso pretenden hacernos creer los que se creen muy listos tomándonos por imbéciles. Y a eso se dedican también ahora los que velan porque en el mundo haya menos delincuentes y chorizos. De modo que las redadas policiales empiezan a dirigirse contra quienes son ya más peligrosos que la mafia, que los etarras, que las telecos, que algunos consejos de administración de la banca, que algunos gobiernos.

“Italia declara la guerra al dopaje. Unos 700 policías participan en una operación contra el consumo y tráfico de sustancias prohibidas”. (El Mundo 27/05)

Cumpliendo con las valientes instrucciones del valerosísimo Fiscal de Roma, cerca de 700 agentes llevaban a cabo más de 140 registros en viviendas, oficinas y habitaciones de hoteles en busca de sustancias prohibidas. Entre los sospechosos había deportistas variados, aunque en su mayoría eran del mundo del ciclismo. No podía ser de otro modo. Los agentes no se fueron a visitar al Berlusconi, que seguramente se estaba chutando algún afrodisíaco de esos que le hacen decir y hacer los más vergonzantes dichos y hechos de gobierno. Tampoco fueron a visitar a los grandes ases del balompié, que a esas horas dormían a pierna suelta. Ni a famosos cantantes, actores o escritores que sólo funcionan si se han tomado diez pastillas de esas que ponen las neuronas a trabajar. Los carabinieri se fueron, en su mayoría, a los currantes de siempre: a los ciclistas. Esos tipos que se tiran ocho horas encima de una frágil bicicleta, subiendo y bajando puertos de montaña, porque unos señoritingos que van en coche y llevan corbata les diseñan carreras muy emocionantes para que luzcan cachas.

Los policías, a instancias del Fiscal romano, muy preocupado por el aumento de sustancias dopantes en deportistas amateurs, asaltaron las habitaciones de numerosos ciclistas del Giro de Italia, que en la madrugada del miércoles al jueves dormían de un tirón para reponerse de la paliza de los 200 kilómetros del día anterior y poder resistir la nueva de otros 200 del día siguiente. Así que a las cuatro o la cinco de la mañana, los polis les levantaron, cachearon y tal y tal. Después se fueron, no dieron ni las buenas noches y no hubo nada.

Al día siguiente los ciclistas siguieron la ruta marcada y hasta la próxima redada. Ninguno se plantó. Ninguno elevó la voz por encima del pelotón. Por eso los polis volverán en próximas noches. Porque estos tipos se lo merecen. No porque se dopen unos cuantos. Sí porque su dignidad como ciclistas y como personas la vienen tirando a espuertas por esas carreteras y puertos del diablo. Acabarán con el ciclismo, su profesión, y los tipos cogerán la bicicleta calladamente en dirección a sus casas para rumiar en silencio y seguir pedaleando en… la bici estática.

Ojito, que cualquier día de estos otro fiscal ansioso de fama y sadismo, es capaz de mandar a mil polis a nuestras casas particulares para ver si también nosotros nos dopamos con la estática. Y lo hará con un cigarrillo entre los dedos, chupando un caramelo de cien colorantes cancerígenos y bebiendo un trago largo de güisqui, mientras masculla por lo bajini que eso de las sustancias dopantes en el ciclismo es una tema de más alta seguridad nacional que la mafia, la corrupción, la inseguridad vial o cualquier otra nimiedad. 
 
A finales de año le dio al Puñetas por inventarse este Arco del Triunfo que ahora entra en su recta final ya que todo lo que se empieza termina por acabarse alguna vez. Todavía faltan unos meses pero hoy deseaba reflejar cómo esto del deporte, hasta en sus aspectos más escabrosos, es una noria a la que siempre le estamos dando vueltas y vueltas gracias a nuestra falta de… memoria.

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