18 de septiembre de 2007

EUROBASKET: PERO...¿NO DECÍAN QUE ESTABA CHUPAO EL ORO?


Tras ganar la Selección de baloncesto el Mundial de Japón, la euforia se desató en este país. Yo creo que algunos hasta crecieron varios centímetros de golpe. Qué buenos los chicos de la canasta. Cuánta técnica entre sus dedos, qué pundonor, son una piña… A todo el personal patrio se le pusieron los ojillos como platos.


Así que cuando meses más tarde llegó el Eurobasket, a disputarse en Spain, la euforia se trocó en certeza. Esto está chupao. Jugamos en casa. Gasol no se va a lesionar otra vez… Encima no juegan los americanos. Bah, chupao…



Tengo para mí que somos un país donde la renta per cápita de listos y enteraos es la más alta del mundo por kilómetro cuadrado. Siendo encima un lugar donde pululan nacionalistas de variados pelajes, pueblerinos a mansalva y catetos a babor y estribor, la estadística de marisabidillos puede habernos situado en el primer lugar. No hablo sólo del ámbito deportivo. Hasta en la economía somos un país de Champion, según nuestro chiripitifláutico Presidente de la cosilla gubernamental.



Encima, en los partidos de preparación del Europeo, se vapuleó a todos los equipos que previsiblemente serían los rivales más potentes: Letonia, Rusia… Estaba cantao.



Y en estas que empezó el show. De juzgado de guardia, pienso. Porque en 13 días el equipo ganador deberá haber disputado 9 partidos, todos ellos a tope y con la faca entre los dientes. Eso no sólo cansa mucho. Es casi criminal. Y en los tres últimos días (a lo sumo, cuatro), los tres partidos más decisivos en plan eliminatoria a cara y cruz. Una vergüenza, ya digo. Y una pasada. Y una repetición absurda de partidos: España, por ejemplo, jugó dos veces contra Croacia y dos contra Rusia. Otro tanto les pasó a otros equipos. ¿De verdad que es preciso tanto partido y tanta zarandaja para obtener un equipo ganador?


Pues sí, será preciso. Los tipos que dirigen el baloncesto tienen ciertas tendencias sádicas hacia los jugadores, a los que hacen jugar tropecientos partidos por temporada, repitiéndose algunos de ellos hasta la saciedad y el aburrimiento. Por eso el Puñetas sólo vio la semifinal y la final del Eurobasket. Todo lo anterior era un “deja vu”. ¡Jodé, hasta comer langosta todos los días resultaría algo insoportable! Así que cuando la selección española de baloncesto del señor Pepu llegó a las semifinales, se notaba que muchos jugadores andaban ya con la lengua fuera, tanto física como mental. Con el cansancio añadido de tanto tío paliza que en días y semanas anteriores les había estado calentando las espaldas diciéndoles que el oro estaba chupao, que eran los mejores, los más altos y los más guapos. Luego, entre el cansancio y un mal día que lo tiene cualquiera (lo malo es que suele coincidir con un buen día del rival), las ilusiones previas se van a hacer gárgaras y entonces llega la pena, el lagrimeo y el puturrú de fuá. Ya ni ZP en la tribuna hace milagros. Se jodió el oro que cagó el moro (con perdón).


A ver si lo digo bien clarito. Desde el sillonbol o desde la redacción de un medio de incomunicación de masas, todo parece muy facilito. Nadal gana con la gorra. Alonso, ni se ensucia el mono. A Indurain le bastaba con dar dos pedaladas y media. Y los chicos del fútbol, basta con que digan a sus rivales el dineral que tienen en su cuenta corriente, para que éstos se acojonen y les dejen libre la portería. ¡Cuánto listo hay por el mundo, y yo el primero! Los que lo arreglan en cuatro días y con dos patadas. Los que tienen siempre a mano una táctica y estrategia para cada ocasión, cual si los entrenadores y técnicos fuesen unos pardillos analfabetos. No hablemos nada de los que grillean por el micrófono, al modo de los locutores patateros que padecemos en las diferentes televisiones y radios, en los que el sentido común y el crítico brilla generalmente por su ausencia. Pues nada, listorros. Con que el oro estaba en la cazuela, ¿verdad? Estos días las consultas de los oculistas y de los psiquiatras deberían estar repletas de tanto enteradillo de pitiminí.



PD: Declaraciones de Pepu Hernández, seleccionador, en EL MUNDO, antes de las semifinales: “Por mucho que tratamos de que no hubiese exceso de presión artificial sobre los jugadores, no siempre lo hemos conseguido”. “No sé si la gente nos perdonaría no ganar el oro. Hay unas expectativas tan, tan altas que causaría una enorme sorpresa”. El tío sabía de qué iba el paño...

4 comentarios:

Leonardo 21/9/07, 3:16  

Tal como dicen, "hasta que la gorda no canta, la ópera no termina"; no hay que contar los peces antes de sacarlos del agua.
Saludos.

Juan Puñetas 22/9/07, 14:42  

Por aquí se dice mucho lo de "vender la piel del oso antes de cazarlo". Pero es que somos así. Acostumbrados a las penas y fracasos, cuando surge alguien que nos puede dar una alegría, creemos que la cosa será siempre "coser y cantar". ¡Con lo difícil que es el mundo de la alta competición y la igualdad que existe en el mismo!

la aguja 23/9/07, 4:25  
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
la aguja 23/9/07, 4:26  

Pues una vez más el altar hispano, que más que para adorar se usa para inmolar.

Yo estoy empezando a sospechar que cada vez que la prensa deportivesca se pone a seguirle los pasos a alguien se produce un efecto por el cual al campeón de turno se le acaba la chispa.

Gafe, coincidencia o exceso de presión mediática, como quieras. Pero los datos están ahí para cuantificarlos. Sin ir más lejos el balonmano o el baloncesto.

Si es que vale más ir de incógnito que de campeón.

Y una cosa que dejas caer como de rondón pero que me ha gustado que la sacaras. El menosprecio al rival. Al rival deportivo, político o bélico. Y así nos ha ido en la Historia. Cuando éramos cuatro y mal organizados derrotamos al mayor ejército de Europa (eso sí, jugábamos en casa). Cuando éramos los campeones de los mares, una galerna nos cepilla más de media flota.

Si es que vale más ir de incógnito y de víctima…

Y un consejo de perro viejo: el rival… siempre, siempre, hay que vender que es mucho mejor que nosotros. Porque si es inferior, ¿de qué nos sirve ganarle?

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¡Gracias por vuestra plantilla! (El Puñetas, agradecido).