8 de marzo de 2009

COPA DAVIS: ESPAÑA - ISRAEL

Han leído bien. Cabe dentro de lo posible que en unos meses, allá por el fin del veranillo, Rafa Nadal y sus camaradas tengan que vérselas en las semifinales de la Davis contra los jugadores israelíes. Casi con toda probabilidad, en España, en otra nueva pista de usar y tirar, que el dinero nos sobra a punta pala hasta en las crisis económicas más horrendas. Para ello  antes deberán cumplirse dos requisitos ineludibles: que España elimine a Alemania, cosa bastante probable jugándose la eliminatoria en casa, y que Israel elimine a Rusia, no imposible teniendo en cuenta que se jugará en Israel.

¿Y a qué viene este futurible aún  tan lejano? Pues a que en los cuartos de final se ha disputado un Suecia-Israel (con victoria de los visitantes por 3 a 2) que ha tenido que jugarse sin público, por motivos de seguridad, ante los previsibles riesgos que iban a comportar las protestas de la importante comunidad musulmana por la actuación del gobierno israelí en la franja de Gaza hace no mucho. En efecto, los incidentes se han producido y gracias al dispositivo policial no se ha llegado a mayores. ¿Podría repetirse el escenario en un hipotético España-Israel del futuro próximo? ¿Es deseable mezclar el deporte con la vil política? ¿Representan los jugadores de Israel, y los de Suecia, a sus gobiernos respectivos como para querer boicotear un partido de raqueteros? Ah, preguntillas de alto calado a las que cada cual dará la respuesta que sus neuronas o sentimientos quiera. Por de pronto aquí sembramos la inquietud por si dentro de unos meses pudiera presentarse en nuestro país la papeleta de esta semana en Suecia.

Las recientes visitas del Maccabi de baloncesto a Málaga y Barcelona no dejaron grandes incidentes, pese a estar más reciente la guerra en Gaza, pero jaleo hubo y del bueno. Aquí algo comentamos al respecto, pero lo de Suecia ha servido de punto y aparte: un objetivo que estamos seguros muchos van a defender en otros encuentros contra equipos “israelíes”. (Las comillas están bien puestas pues aquí somos de la opinión que ningún equipo deportivo representa a un país, mal que pese a una gran mayoría de crédulos. Sólo nos representan quienes votamos directamente, faltaría más, y a veces, hasta ni eso).

Cuando las autoridades suecas decidieron cerrar la eliminatoria al público, los jugadores de ambos equipos protestaron. Los suecos (con el mítico Mats Vilander a la cabeza, ahora capitán) porque ello iba a representar un perjuicio para ellos dado que el aliento del público suele ser bastante milagroso. (Al final se ha visto que tenían razón). Los alegres chicos nacidos en Israel argumentando que si no había público, lo suyo era llevarse el encuentro a otro país. (Tontos que son los niños…). El caso es que los máximos perjudicados han sido, finalmente, los jugadores suecos y la propia democracia porque los primeros han perdido una eliminatoria que en circunstancias normales hubieran ganado y la segunda ha sido incapaz de afirmarse ante las protestas de la minoría radical musulmana que exige en otros países lo que no exige en los propios y que lo mismo quieren lapidar a un señor por escribir un libro que a otro por hacer una viñeta, desconociendo lo que es democracia, libertad de expresión, separación de poderes y código penal. Que te vengan a decir lo que tienes que hacer, pensar y comer en tu propia casa ya es el colmo pero se ve que los acomodados y viejos europeos –salvo excepciones- andan con el rabo entre las piernas desde hace tiempo, y quizás lo tengan merecido. Una cosa es que el gobierno israelí haya matado impunemente a palestinos inocentes a troche y moche, que la comunidad internacional deba hacérselo pagar muy duramente (cosa a la que tampoco se atreve) y otra que una minoría, por muy respetable que se proclame y sea, te monte un cirio diciéndote lo que tienes que hacer y si no, leña al mono. Hoy será el tenis y mañana adivina tú.

Al final de este bello cuento sólo ha perdido el equipo de tenis de Suecia, por incapaz, aunque también le haya echado una mano al cuello su propio gobierno optando por la no presencia de los espectadores. Claro que la cosa podía haber sido peor accediendo a que el encuentro no se disputase, como pretendían los manifestantes. De acuerdo al reglamento, la eliminatoria se daría por ganada a Israel, luego vendría la repetición de la jugada en la siguiente eliminatoria y así –al final- tendríamos a Andy Ram y los suyos ganando la ensaladera sin dar un raquetazo al agua. Entonces, me imagino, el cabreo de los radicales subiría otro grado más, pero es que sus alternativas no son precisamente de lo más inteligentes pues oponer la fuerza a la fuerza (que es lo único que se hace en el conflicto israelí-palestino) sólo conduce a que el más débil se lleve todos los palos y golpes pues en estos casos el pez gordo siempre se come y destroza al pequeñuelo. En eso estamos, desgraciadamente y, o algunos cambian el chip o no van a ver un Estado palestino ni en pintura. Claro está, siempre que lo que eufemísticamente se llama “la comunidad internacional” no tome el toro por los cuernos y ponga a cada cual en el sitio que le corresponde, cosa harto difícil si nos atenemos a la práctica histórica habitual que es la de mirar para otro lado, estar cerquita  siempre del poderoso o ponerse serios sólo cuando la situación amenaza con arramblar hasta con el Polo Norte. Que es a lo que vamos, por cierto…

Total, que hoy no hemos hablado apenas de deporte (ni tampoco de política, ojo) porque lo que ha habido en el Suecia-Israel de la Davis ha sido sólo una bajada de pantalones –quizás inevitable- del gobierno sueco y una muestra más del desnortamiento que algunos tienen sobre cómo solucionar el penoso conflicto, que nunca será con numeritos de violencia y manifestaciones. Parece ser que nadie tiene ni idea de cómo resolver el problema pero sí es evidente que se llevan muchos años usando la vía del palo y tentetieso por parte de casi todo el mundo y estamos como estamos: en la más estricta y profunda de las miserias. Así que, por si las moscas, recen mirando a la Meca o hacia la catedral de Burgos para que los tenistas rusos se merienden a los israelitas. A los agnósticos y ateos, entre los que se encuentra el Puñetas, sólo nos queda seguir predicando en el desierto con el orteguiano “no es eso, no es eso…”.

PD: Esta vez ni viñeta, ni foto, ni video, ni ná de ná. El martes próximo llegarán tiempos mejores para el deporte…    

2 comentarios:

la aguja 15/3/09, 5:13  

Pues como no hay viñeta yo no dejo comentario.

Eso sí, encontrarás un contra-artículo de los que no acostumbro haciendo referencia a este tuyo.
Pero como no puedo o no sé enviar pingback a este sistema de comentarios gestionado por Haloscan, te dejo este comentario a modo de trackback. Seguro que lo encuentras. No hay más que guiarse por las fechas ^^ ^^ .

Juan Puñetas 15/3/09, 21:24  

Aguja, tú sí que sabes y no este menda: pingback, Haloscan, tracback... Menos mal que también en la informática existe lo que en matemáticas se llama "la cuenta de la vieja", por la que se llega a todas partes sin ningún problema.

Dejar una viñeta hoy era cosa complicada. Primero porque el articulillo no había quedado mal y nadie, en su sano juicio, podría acusarme de anti-israelí o anti-palestino, que el personal siempre está viendo moros y judíos en la costa. Las viñetas suelen tener, a veces, más mala leche que el texto (otras veces van de ingenuas o de humor "blanco", que no "merengue") y, francamente, pensé que era más impactante la postdata que la viñeta. Me la reservo para cuando los israelíes vengan a jugar a España porque tengo la corazonada de que así va a ser. Entonces lo mismo, con el paso del tiempo, no se monta la de Suecia, donde se han debido de gastar un potosí en medidas de seguridad, como si los tenistas israelíes fueran primos hermanos del presidente del gobierno de Israelk, que es el máximo responsable de las matanzas. Esta manía simplista y catetil de tomar el rábano por las hojas (todos los musulmanes son iguales, a todos los españoles les gusta la tortilla de patatas, los ingleses no saben comer, etc) me repugna intelectualmente. Si querían protestar, se deberían haber ido a la embajada. Como siempre, la cosa es fastidiar a los que no tienen culpa de nada. Por ejemplo, los aficionados suecos que querían ver jugar a los "suyos" un partido de Davis.

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