5 de junio de 2009

SHARAPOVA: DEL 1 AL 102

La Sharapova se hizo famosa al principio de su carrera tenística por su buen ver (parece mentira, pero así fue) y por sus gritazos en la cancha. Aquello derivó en cierta moda que amenazó arrasar los tímpanos de los espectadores y árbitros. Incluso se barajó la descalificación de aquellos tenistas que superasen un mínimo de decibelios. Luego vino la calma y hoy día los gritos y gemidos  han pasado a un segundo plano o son tomados como un hecho normal. También pasó la Sharapova, que tras ser número uno del mundo tenístico y conquistar tres de los cuatro grandes torneos, ha tenido que lidiar en los últimos meses con una seria lesión de hombro.

Aunque pueda parecer lo contrario hay deportistas que están hechos de una pasta especial, sobre todo aquellos que lo han sido todo o han estado en lo más alto del éxito. La rusa podría haberlo dejado pues la bolsa la tiene bien repleta de millones y su regreso tras la dura lesión sólo puede conllevar impotencia y desilusión en sus seguidores pues tiempo que pasas fuera de las pistas, tiempo que ya es casi irrecuperable. Arrastrarse por las canchas para quien bebió a manos llenas las mieles del triunfo (perdón por esta cursilada de frase) no es plato de buen gusto.

La doña reapareció hace poco en el Roland Garros donde ha sobrevivido unas cuantas eliminatorias gracias a su fuerza de voluntad y a que tiene más moral que el Alcoyano. Vamos, que tiene espíritu de campeona. Al final la palmó con una eslovaca de 1,60 cm, pequeña pero matona ella. La Sharapova se despidió con una sonrisa en los labios y el deber bien cumplido. Hoy la traigo aquí como un pequeño homenaje y porque ha dejado dicha una gran reflexión para los que gustamos de las cosas serias. Parece ser que el público parisino (tan engreído y maleducado como siempre, fuera y dentro de los estadios) le ha demostrado esta vez un poquitín más de afecto que en las últimas ocasiones, a lo que la Shara ha respondido con esta frase de mármol: “La gente me apoya porque ahora soy la número 100 del mundo. Cuando eres la número uno, nadie te quiere.” Y acto seguido añadió, según cuentan las crónicas: “Es increíble cómo funciona nuestra sociedad".

Pues sí, hijita mía, así funciona la suciedad. Nadie pretende que a los grandes campeones los traten como dioses pero sí que se les valore su esfuerzo en la misma proporción que su ranking pues uno y otro suelen ir parejos. Sin caer en excesos risibles pero tampoco en ninguneos envidiosillos. A cada cual lo que se merece y no más.

2 comentarios:

El Cipote 11/6/09, 23:51  

Hey Puñetas, se habrá caído de la lista de la ATP esa y de la tuya, porque en la mía sigue siendo la número uno por sus dos, y con mis tres la pondría a cuatro...

Y no sigo porque puede haber cinco por ahí escuchando.

Juan Puñetas 15/6/09, 1:31  

Lo cierto (vea qué observación más interesante y en exclusiva le hago) es que ya todas las deportistas suelen ser chicas guapas. Parece que sea un requisito para poder entrar en los hits parades esos. Debe ser que la cirugía estética y las clínicas del mismo tenor hacen milagros y ya nadie puede catalogarse (ni los tíos, oiga) de "poco agraciado/a". ¿O puede explicarse todo esto porque los que logran llegar a los primeros puestos del éxito suelen ser extraidos -en el tenis, suele ocurrir- de las familias más pudientes, más guapetonas y más chachi piruli?

Vamos, que hoy día nace un Manolo Santana y no se come una rosca por lo feo que es y porque su familia no tenia un duro. O le habrían obligado a retocarse toda la dentadura... La dictadura de la imagen, del guapismo y de lo maravilloso (en un mundo que es una mierda, por cierto) ha arramblado con los feos y feas. Es más, estoy convencido que algunas tenistas y otras deportistas salen a las pistas perfectamente maquilladas.

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¡Gracias por vuestra plantilla! (El Puñetas, agradecido).